Una mujer sumisa, dedicada a su hogar, amando a su esposo incondicionalmente vive en el mundo perfecto... Hasta que su esposo la engaña y humilla, por lo que escapa y descubre que es mucho más fuerte de lo que creía, además de que tiene la oportunidad de volver a enamorarse y darse cuenta lo que verdaderamente es amar y ser amado.
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"20"
-¿Qué? -susurro horrorizada
-Tranquila Aysel, estoy bien
-Si tan solo no fueras una mujer tan terca y con ideales absurdos, no tendrías extremidades menos en el cuerpo -dice el padre de Odissan
-Ya resolviste todo, ¿Por qué no te marchas de una vez?
-¿Así es como le agradeces a tu hijo que haya limpiado toda la porquería que hiciste?
-Soy tu madre, no pedí tu ayuda, fuiste tu quien decidió venir y ayudar
El hombre da una sonrisa retorcida y niega con la cabeza.
-Eres demasiado increíble para ser real, vuelves a poner en peligro la vida de mi hijo y ahora si tendremos serios problemas
-Deja de amenazarme, sigo siendo tu madre y merezco respeto
-El respeto se gana madre, eso se gana
Se da media vuelta no sin antes mirarme de arriba abajo y se va.
-¿Cómo se atreve a hablarle de esa manera? -le digo claramente molesta
-No te preocupes por él Aysel, así como lo vez, no se atrevería jamás a hacer algo en mi contra, como puedes ver se encargó de resolver todo el desastre que cree al meterme con personas que no debía
-Todos cometemos errores
-Algunos son imperdonables -dijo y por la forma en la que lo hizo supuse que no se estaba refiriendo a lo que había pasado esta vez
-¿Necesita ayuda con algo? -le pregunto temerosa
-No cariño, tendré que ir a limpiar todo el desastre que hay por allá
-Ya no hace falta preocuparse por eso -dice Odissan llegando a nuestro lado -Todo está en perfecto orden
-¿Tu padre?
Asiente con la cabeza en afirmación y la señora Tutu suelta un suspiro que casi rompe mi corazón.
-Me siento tan cansada, tendré que ir a descansar, puedes quedarte hoy Odissan, probablemente tengas que despedir a mis inquilinos
-No te preocupes abuela, yo me encargo, vete a descansar
-Agradezco el haberte conocido Aysel -dice mientras toma mis manos y les da unas palmaditas con cariño
-Eso suena a una despedida, solo va a ir a descansar
-Puedes irte si así lo deseas
-No iré a ningún lado señora Tutu, aquí siento que es como mi hogar y no tengo nada más, corrección no necesito nada más
-En ese caso, te parece si mañana nos ponemos al corriente con lo que pase el día de hoy
-Claro que si
-¿Puedo encargarte a Aysel, Odi?
-No te preocupes abue, atenderé bien a tus inquilinos como siempre lo hago
-Gracias
La señora Tutu entra a su habitación y miro a Odissan, que me mira por unos segundos y después se da la vuelta. Sin importarme nada, lo sigo, aún no estoy lista para estar sola.
***
A la hora de la cena, solo Odissan y yo estábamos sentados en el comedor, con un mal sabor de boca, despedirnos de los señores Yarlequé fue mucho más difícil de lo que creímos, terminamos hechos un mar de lágrimas, pero la seguridad de su hijo era su preocupación más importante.
Azai por otra parte, estaba en su habitación recuperándose de la golpiza que le dieron. Y el cocinero, bueno él tenia días sin aparecer, Odissan me dijo que era muy probable que estuviera de fiesta seguida, al parecer no es la primera vez que lo hace.
Traté de sacar algún tema de conversación durante la cena, pero me regañé al instante en el que lo pensé, justamente traté a Odissan horrible por comenzar a querer conocerme, incluso le dije que no quería ser ni su amiga. El silencio era lo mejor y más congruente en este momento.
-Ya es tarde, deberías de subir a tu habitación y dormir -dice mientras termina de limpiar los platos de la cena
-No tengo sueño
-Bien -dice en tono neutral
-¿A qué hora te irás?
-Me quedaré en la habitación sobrante al final del pasillo, mi abuela se va a sentir más segura si me quedo por la noche también
-¿La quieres mucho no es así?
-Sí, así es
-¿Cómo es la relación que tienes con tus padres y tu hermana?
Me mira y yo lo miro.
-¿Qué?
-Tú si puedes saber sobre mi pero yo de ti no -niega con la cabeza -Eso me parece algo injusto ¿no lo crees?
-Tienes razón, no debe de importarme en lo absoluto, fue una pregunta tonta, trata de fingir que jamás te lo hice
Me levanto de la silla y camino hacia la puerta para salir de ahí.
-Buenas noches Odissan
-Buenas noches Aysel
Camino hasta mi habitación ignorando el miedo que me daba el alejarme de la única persona que estaba despierta en este lugar. El miedo de estar sola me estaba consumiendo, pero no iba a ceder a sus caprichos, había sido suficiente.
***
Prácticamente no dormí en toda la noche, me la pasé sobrepensando una y otra vez en todo lo que se había convertido mi vida y como todo parecía ir en picada, cuando creía que no podía irme peor llegaba el destino y sorpresa, si se puede.
Unos golpes en la puerta me asustan por unos segundos, camino con gran temor sintiendo un ligero temblor en las piernas y manos, justo antes de abrir la puerta, que me aseguré de cerrar con el pistilo, me aseguro de quién es el que se encuentra del otro lado, no quiero más sorpresas, ni siquiera estoy segura de poder soportarlo.
-¿Quien es?
-Soy yo, soy Odi -escucho su voz del otro lado de la puerta
-¿Qué es lo que quieres?
-Quiero disculparme contigo -dice y por debajo de la puerta que nos separa, desliza un papel doblado
Me agacho para recogerlo y lo abro, es un osito dibujado a lápiz que sostiene un letrerito entre sus manos que dice "lo siento mucho"
Mi corazón se derrite de ternura y no puedo evitar que una sonrisa se aparezca en mis labios, esta es la manera más tierna en la que alguien se ha disculpado.
-Supuse que no estarías dormida por todo lo que ha pasado estos días... y te he traído una taza de chocolate caliente y unas galletas
Esto era demasiado lindo para mi, no podía soportar que se tomara tantas atenciones conmigo. Tenía una sensación super extraña extendiéndose por todo mi cuerpo, no era desagradable, era absolutamente todo lo contrario.
-No tienes que abrir ahora mismo, puedes hacerlo ya que me haya ido, dejaré todo aquí -empieza a decir mientras escucho como deja una bandeja en el piso
Pero mi plan no es dejarlo ir, menos después de todo esto que ha hecho con mucho esfuerzo. Así que con toda la valentía que mi corazón me permite abro la puerta y lo miro a los ojos, donde encuentro ese arrepentimiento, de que realmente lamenta mucho lo que pasó hace unas horas.
-¿Tú lo has dibujado para mi? -le pregunto mientras le enseño la hoja que sostengo entre mis manos
-Sí -dice tímido
Y juro por Dios, que ese momento fue mi perdición.