La dulce y amable Mia ve su vida trastocada luego una tragedia familiar, la adolescente tendrá que encontrar la manera de convivir con los hijos de su tutora. Y tendrá que tomar una difícil decisión.
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Capítulo 8
PASO DEL TIEMPO DE 1 MES
Ya ha pasado 1 mes desde que volvimos de la casa en los Hamptons, los días han pasado volando, todos están volviendo a su rutina y pronto yo empezaré la mía, las clases están a punto de comenzar y estoy ansiosa, ¡espero que todo salga bien!
Diana y yo estamos cada vez más unidas y hablamos todas las noches, Jhony siempre mostrándome cariño y amabilidad. Al contrario que Armando, que desde aquel día en los Hamptons se ha vuelto aún más frío y distante, no insisto ni lo busco, debe de estar muy ocupado con el trabajo y todo, pero cuando coincidíamos en casa me ignoraba y aprendí a hacer lo mismo, lo que me ha supuesto algunos resoplidos y su irritabilidad. Por lo visto, no le gusta mucho la ley del retorno, jaja.
Pero por ironías del destino, o yo qué sé, algo sucedió.
Ya pasaban de las 18:00 de la tarde y yo estaba sentada en uno de los bancos del jardín leyendo cuando veo acercarse el coche de Armando, baja rápidamente del coche cogiendo su bolso y su teléfono, camina lentamente hacia la puerta, sigo observándolo sin decir palabra y parece que eso atrae su mirada hacia mí, me ve y se detiene unos instantes, y viene caminando en mi dirección, en mi cabeza es como si caminara a cámara lenta, derrochando toda la belleza que tiene. Se detiene justo delante de mí.
Armando- ¿Qué lees tanto?
Dice en tono sarcástico.
Mia- ¡Un libro!
Respondo de forma cortante y grosera, en un intento de que se vaya pronto.
Pero él suelta una carcajada y se sienta a mi lado.
Armando- Qué genio, ¿no?
Mia- Lo aprendí del maestro.
Levanta la ceja derecha e hace una mueca, lo que me hace contener la risa para no perder la compostura.
Armando- Mmm apuesto a que es romántico.
Lo dice en tono irónico mientras junta las manos y se las lleva al rostro, lo que me hace contener la risa para no perder la compostura.
Mia- ¿Y qué hay de malo en ello? Ah, claro, eres un cretino, ¡a veces se me olvida!
Lo digo en un intento de molestarlo.
Pero en realidad se recuesta en la silla y suspira, mirando directamente al cielo que se está oscureciendo por completo y con muchas estrellas, y empieza a hablar.
Armando- Debes de pensar que soy un cretino, ¿verdad? Y no sólo tú, todo el mundo lo piensa.
Mia- Tus actos hablan por ti, Armando, siempre estás enfadado por algo, hablas con frialdad a todo el mundo y a veces ni siquiera expresas emociones en tu rostro.
Él abre mucho los ojos.
Armando- ¿Soy tan terrible?
Sin pensarlo dos veces, respondo.
Mia- ¡Sí!
Baja la cabeza y se encoge en el banco.
Armando- Todo el mundo me ve así, todo el mundo sólo ve mi lado malo, nadie me conoce de verdad, todos piensan que soy una persona horrible y sin sentimientos.
Lo dice con un poco de rabia en la voz.
Mia- ¿Alguna vez te has parado a pensar que ese es el único lado que le muestras a la gente? ¿Alguna vez has dejado que alguien te conozca de verdad?
Parece que no tiene palabras para mis preguntas.
Mia- No quiero juzgarte ni decirte cómo debes ser o vivir tu vida, Armando, sólo quiero ayudarte, ¡me importas!
Las palabras salen de mi boca con naturalidad, lo que hace que me asuste yo misma.
Me mira con una mirada diferente, una mirada indefensa, una mirada tímida, una mirada que nunca le había visto antes. Pero no sé si lo he visto bien, porque cambia rápidamente de tema.
Armando- ¿Vamos a cenar? Mamá debe de estar esperándonos.
Decido dejarlo pasar, después de todo, ¡ni siquiera sé por qué hemos tenido esta conversación!