Dos Locos Emanorados

Lorena

No quiero despertar de este sueño, desde que conocí a Leonardo todo es como vivir en una fantasía, osea, ni en mis mejores sueños me imaginé viviendo todo esto, con el todo fluye natural como si él siempre hubiera estado ahí esperándome y por fin me hubiera encontrado. Mi caballero quien vino a rescatarme de un mundo de humillaciones y sufrimiento en el que vivía.

Leo me llevó hasta la habitación en su hombro, yo me rendí, pues sabía que hasta que no obtuviera lo que quería no me bajaría, además de que el hoy se veía tan guapo con esos pantalones cortos y su torso descubierto que se me antojaba y mucho, así que le seguí las aguas, si, soy una loca igual a él, una pervertida, me he vuelto una adicta a sus besos, a sus caricias, a su gran tamaño. Uff.

Me depositó en la cama, que digo, me tiro.

— Es hora de tu castigo gatita. — Me dice mirándome a los ojos, él aun de pie al borde la cama. — Voltéate. — Hice lo que me pidió quedando en posición de perrito, él me separó un poco más las piernas y puso su mano en mi nuca haciendo que pegara todo mi cuerpo al colchón. Mi trasero levantado y yo entre asustada y excitada. El se quedó un rato en silencio y eso solo hacía que yo me desesperara y me excitara más. De un momento a otro siento una fuerte nalgada y una voz firme a mis espaldas. — Cuenta. — Conte entre gemidos, mi castigo lejos de dolerme me gustaba, mi centro palpitaba y podía sentir lo húmeda que me estaba poniendo. El hizo a un lado mi braga y empezó a lamer todo mi centro, de arriba a bajo sin dejar ni un solo lugar que su lengua no lamiera de mí. — Extasiada pedía más entre gemidos, que increíble experiencia y que hombre tan fogoso. — Ahh estás tan mojada nena. — se separó de mí, por encima de mi hombro vi como bajaba sus pantalones dejando a la vista su ya erecto amiguito, lo masajeo arriba y abajo antes de subirse a la cama y pasarlo por toda mi intimidad varias veces.

— Amor, por favor. — Le digo en tono de súplica.

— ¿Por favor, qué? — Me pregunta con voz ronca.

— Mételo. — Es todo lo que digo sin una pista de voluntad o razón en mí, solo quería perderme en ese abismo de pasión desenfrenada que estaba sintiendo.

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— ¿En que tanto piensas Princesa? — Me pregunta luego de un rato los dos aun en la cama.

— En lo feliz que soy a tu lado... Amor no quiero despertar de este sueño. Te amo — Me pongo de lado y lo miro a los ojos mientras le digo lo mucho que lo amo.

— No es un sueño gatita. Es la neta realidad, estamos juntos ahora y nadie podrá con eso. Te amo más. — Dejo un beso en sus labios y luego me levanto para ir al baño, pasó por el espejo y no puedo evitar mirarme, me quedo de piedra frente a él y hago un puchero viendo todas las marcas en mi trasero.

— Papii mira como me dejaste la cola. Ya no podré usar mi vestido de baño. — Le digo y él se ríe divertido.

— Mejor odiaba ver como otros miraban lo mío. — Solo son sus amigos, giro los ojos.

— Pues, yo quería seguir tomando el sol y ahora lo arruinaste. ¡Mejor vayamos con los demás, qué vergüenza!! — Olvidó que iba al baño, me terminó de poner una falda y salgo primero de la habitación.

— ¿Por qué te avergüenzas?, más bien deberías estar orgullosa eres una mujer satisfecha y feliz. — Sonriendo sale detrás de mí.

— Qué egocéntrico me resultaste, pasemos por la cocina por un poco de agua antes de ir a fuera. — Al llegar no podía creer lo que veía, Diana estaba sometida a la barra de la cocina por unos fuertes brazos y una boca que se la comía con desespero y ella muy sumisa, Reí internamente por que mi.rostro mostraba asombro.

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Leonardo

Me quedé helado al ver la escena frente a mí, pero, tenía que cobrarme una de tantas... así que deje caer algo a propósito, su susto fue épico.

— ¿Podrías dejar intacta a Diana? ¡Tengo que regresarla en una pieza a su casa!! Auch — Mi chica me dio un codazo.

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Lorena

— Disculpen chicos. — Hasta yo quería que me tragara la tierra, Leo es un pesado. Lo tomo del brazo y salimos de la cocina. — ¿Por qué hiciste eso?... pobrecitos. — Él suelta una carcajada que me contagia de inmediato y así salimos de la casa.

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En la cocina…

Diana

— Eres un aprovechado, ni se te ocurra volver acercarte... lo de allá fuera solo fue un juego, creí que estabas nervioso y solo quería animarte. — Mentiraaaaa Me encantó esto.

— Sí... y yo nací ayer. No seas cobarde y hazte responsable de tus actos. Ahora eres mi novia y es lo que diré a todos y ni se te ocurra contradecir... — Serio y yo Sonrojada, que estúpido.

— Siquiera me lo has pedido, vez que si eres un aprovechado — Fingiendo tristeza. No podrás conmigo lindura.

— Te lo pediré después, en casa de mis suegros y con un anillo de compromiso en mano... — Besándola.

— ¿Todo lo haces así? ¿Directo y pensando por las otras personas? — Le solté ligeramente ofendida, él ya daba por hecho todo y yo aunque si quería, obvio es un hombre super guapo, pero ha de tener mil mujeres, si quería en serio algo, necesitaba escuchar más, mucho más.

— ¿Y qué quieres que haga o diga?. No sé cómo hacer esto ok. Me gustas, te vi y me gustaste desde él primer instante, incluso antes de que tú me vieras ya yo te había visto y luego este Bikini por dios... estaba seguro de que querías matarme joven. Ya está... lo dije me pones como un puto adolescente nervioso sin saber que decir o hacer la verdad debería alejarme no es bueno que una mujer sepa lo que ella provoca en ti y que tu seas débil ante ella, ¿pero sabes que? soy como un cordero y me importa una mierda el matadero. Quiero que solo me mates tú Maldita sea si me estás escuchando.... — Entendí todo perfectamente. Se siente como yo, pero en nivel Dios ja, ja, ja, ja, ja lo amé él era mi hombre. No paraba de hablar era un loro,un teléfono roto era tan chistoso escucharlo hablar de sus sentimientos. Pero me encantaba así que lo calle con beso.

— Te quiero en mi casa con ese anillo de compromiso así que espero seas un hombre de palabra. — Le digo entre beso.

— Estoy seguro de que Yudi me amará *Besándola*

— ¿Cómo sabes el nombre de mi madre?... ohh Por dios eres un acosador. — Corriendo para salir de la cocina, él sólo ríe a mis espaldas, que miedo.

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Leonardo

Nos reunimos de nuevo, pero esta vez en la zona de la piscina, hoy fue un buen día para todos, Jordano y mi hermana se traen algo y aunque me molesta soy fiel testigo de que en el corazón no sé manda así que dejaré que sean ellos los que me cuenten lo que pasa, estaba feliz porque habíamos pasado bueno nos relajamos y lo más importante mi chica le cayó muy bien a todos.