Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPITULO 19
CAPÍTULO 19.
Por Isabella.
Luego de unas horas más de diversión y baile, decidí que tuve suficiente. Busque a Valentino, quien venía de los baños, para avisarle que quería regresar a casa.
-¿Hey, a donde ibas? -pregunto.
-A buscarte. ¿Quieres regresar a la casa?
-Claro que sí. Nos despediremos de nuestros amigos y nos iremos. -Respondió él guiñándome un ojo.
Comencé a sonreír. Valentino es un muchacho muy agradable y risueño. Claramente, no se parece en nada al jefe que es dentro de la compañía.
Luego de despedirnos, nos subimos a su coche y Valentino comenzó a maniobrar atentamente para salir del estacionamiento.
-Oye, se que no es el momento, pero… ¿No crees que ya sea hora de que regrese a mi apartamento?
-¿Acaso no te sientes cómoda en la mansión?
-No, no es eso. Me gusta mucho estar ahí. Es solo que no quiero ser una carga y, ya que regresare al trabajo el lunes…
Valentino soltó un suspiro y aparco el coche a un lado del camino.
-Issi, quiero que entiendas algo. Quiero que te quedes en la mansión. Después de todo, también fue la casa de Ezequiel y tienes el derecho. Hablaremos de esos asuntos cuando logremos resolver la causa de su fallecimiento.
-Valentino… De veras que no quiero ser una carga. Quizá sea mejor que regrese a mi departamento.
-No te obligare a que te quedes en la mansión Issi, pero sí estaré más tranquilo. Es más, me gustaría pedirte que te mudes definitivamente a la mansión Marshall. Si quieres iremos ahora mismo por tus pertenencias y el resto lo mandare a buscar con el chofer de la familia. ¿Qué dices?
Le dirigí una sonrisa tímida.
-Está bien Valentino. Me quedare con ustedes. Pero si quiero ir por el resto de mis cosas.
-Muy bien. Próxima parada, el departamento de Issi. -Dijo él riendo.
Al llegar a mi departamento, Valentino estaciono el coche y ambos nos bajamos. Mientras él trababa ponía la alarma, yo me adelante para abrir la puerta. Había pasado tiempo desde que estuve aquí por última vez. Mariana se había encargado de mantenerlo bien. No se que haría sin ella.
Valentino entró detrás de mí y nos dirigimos a mi alcoba a empacar mis pertenencias.
Tome toda la ropa que quedaba en el armario, mis zapatos, accesorios, perfumes y lo empaque en mis maletas. Por último, solté un suspiro y abrí el cajón de mi mesita de noche y ahí estaba su foto. La observe durante unos minutos y luego la tome en mis manos. Mi vista se dirigió a Valentino, quien me observaba con atención.
-¿Crees que pueda llevarla conmigo?
-Claro que sí. No tienes ni que preguntar. Jamás te prohibiría que tengas un recuerdo de mi hermano.
-Gracias, Valentino.
Él asintió con una pequeña sonrisa. Luego me ayudo a cerrar mis maletas. Me senté unos minutos en la cama mientras él permanecía apoyado en el marco de la puerta con las manos en los bolsillos. Finalmente, se acercó a mí y tomo mis manos para ponerme de pie.
-Cada día que paso a tu lado entiendo más a mi hermano. - Dijo.
-¿A qué te refieres?
-Entiendo perfectamente por qué Ezequiel se enamoró perdidamente de ti. Exclamo él, acercándose cada vez más a mí.
Valentino estaba demasiado cerca de mí. En ese momento esboce una pequeña sonrisa y me sonroje ante su comentario. Él se acercó un poco más a mí, tomo mi rostro cuidadosamente, dejando una caricia en él y deposito un suave beso en mis labios. Fue un beso suave pero apasionado. Al ver que no me resistía, puso su mano en mi cuello, intensificando más el beso. No se parecía en nada a aquel beso que nos dimos la noche que nos pasamos de copas en las cavas. Este era un beso tierno, apasionado, quizá cargado de sentimientos. Cuando nos comenzó a faltar el aire, él se alejó un poco, apoyando su frente contra la mía. Aún mantenía los ojos cerrados. No me sentía mal, ni incómoda. Tampoco sentí que traicionaba a Ezequiel. Al contrario. Sentí algo extraño en mi pecho y en mis labios se esbozó una pequeña sonrisa. Fue ahí, donde las palabras de Matías resonaron en mi interior.
-Valentino… Yo…
-Lo se, no digas nada. Me desubiqué. Lo siento mucho.
Con una mirada triste, intento alejarse de mí, pero tomé su mano.
-¿Tú crees que Ezequiel fue el responsable de esto?
-No sé a qué te refieres. -Respondió el confundido.
-Es solo que alguien me dijo algo que me dejo pensando y… ¿Crees que fue obra de Ezequiel el hecho de que empiece a trabajar en tu empresa y que te haya conocido y que estemos aquí ahora?
Valentino me mostró una bella sonrisa y luego se tomó la cabeza con las manos.
-Creo que ese desgraciado es capaz de todo. -Respondió riendo. -No se si esto fue obra de mi hermano o solo fue coincidencia. Pero conociendo a Ezequiel como lo conocía, es capaz de todo por ver felices a las personas que ama.
Le respondí con una sonrisa y luego lo acerque a mí, volviendo a besarlo. Sentí la calidez de sus besos y de su cuerpo. No quería que se separe nunca de mí, pero eso hizo.
-Lo siento mucho, linda, pero si no me detengo ahora ya no podre hacerlo.
-¿Y si no quiero que te detengas?
-No quiero que me odies mañana.
-No podría odiarte, Valentino Marshall.
Los ojos de él brillaron en respuesta. Sin decir nada más, me tomo en sus brazos y siguió besándome lenta pero apasionadamente, Depósito pequeños besos en el lóbulo de mi oreja. Pase mis manos por su torso y comencé a desprender su camisa lentamente para luego acariciar su pecho y sus abdominales.
Valentino dejo que lo haga mientras me observaba cariñosamente. Luego beso mi cuello, mis hombros corriendo las tiras de mi vestido hasta que cayeron por mis brazos para luego quitármelo completamente, dejándome solo en ropa interior.
Deje que siga besándome y acariciando mi cuerpo. Recorrió mi clavícula con su boca hasta mis pechos, los cuales comenzó a acariciar y besar por encima del sostén. Sus manos bajaron hasta mis nalgas y las apretó, acercándome más a él, lo que hizo que sienta la dureza de su amigo.
Con mis manos bajé a su cintura, desabrochando su cinturón para, luego, desabrochar su pantalón. Valentino ayudó a sacárselo, ya que era algo ajustado. Luego se quitó las zapatillas y las medias, quedando solo en bóxer. Tiene un cuerpo increíble. Se nota que pasa tiempo ejercitándose. Valentino me tomo de la cintura y me levanto en sus brazos, quitándome los zapatos mientras depositaba besos en mi rostro.
-Eres preciosa. -dijo.
Me recostó sobre la cama y se puso encima de mí, pasando sus manos detrás de mi espalda mientras desprendía mi sostén hasta quitarlo completamente.
Comenzó a jugar con mis pechos, pasando su lengua por ellos mientras con una mano, comenzó a tocar mi intimidad provocando que pequeños gemidos salgan de mi boca.
Finalmente, comenzó a bajar con su boca por mi abdomen hasta posicionar su cara en mí entre pierna, una vez allí, bajo mis bragas y comenzó a pasar su lengua por mi clítoris haciendo que comience a desesperarme. Tome su cabello con mi mano y con la otra agarraba las sabanas. Su lengua estaba caliente, realizaba movimientos circulares con ella mientras introducía un dedo dentro de mí y eso me volvía loca.
Mis gemidos eran cada vez más fuertes, hasta que finalmente un calor invadió mi abdomen y sentí que explotaría en cualquier momento. El movimiento de sus dedos hizo que llegue al tan esperado clímax, largando mis fluidos en su boca.
-Eres deliciosa. -Exclamo.
-Es mi turno ahora. -dije girando mi cuerpo para quedar a horcajadas encima de él.
Comencé a besarlo, explorando cada parte de su hermoso cuerpo hasta dirigirme a su entrepierna. Mordí la pretina de su bóxer con mis dientes y luego lo baje con mis manos.
Al sacarlo ví su voluptuoso miembro. Definitivamente estaba bien dotado.
Comencé a pasar mi lengua de arriba hacia abajo mientras ayudaba con mis manos.
Sentía como se tensaba con cada toque y cada lamida que le daba. Finalmente, me lo metí en la boca intentando cubrirlo todo, aunque era demasiado grande para ella.
Valentino acariciaba mi cabello, formando una cola de caballo y jalo de él para guiarme en los movimientos que hacía. Pase mi lengua por la punta de su pene, tragando el liquido pre seminal, lo cual hizo que se desespere. Su miembro comenzó a palpitar y de pronto él se tensó, terminando dentro de mi boca.
-Lo siento Issi. No aguante.
-No te disculpes. Sabes bien. -respondí.
Valentino me dio una bella sonrisa y luego subió encima de mi cuerpo, posicionando su pene en mi entrada y comenzó a penetrarme lentamente. Ambos soltamos algunos quejidos, mientras él aumentaba sus embestidas. Comenzaba a hacer demasiado, demasiado calor. Después de un vaivén de embestidas, y de que me tome de sus hombros, rasguñando su espalda, llegamos al clímax los dos juntos. Valentino soltó un gemido de placer y lleno mi cuerpo con sus jugos. Sin embargo, no salió de mí enseguida. Si no que siguió haciendo movimientos circulares dentro de mí y comenzamos una segunda ronda.
Cuando ambos nos saciamos de placer, nos recostamos en la cama. Valentino me atrajo a sus brazos y depositando pequeños besos en mis labios y con pequeñas risas cómplices, nos quedamos completamente dormidos.
gracias autora