Mary es una chica muy alegre y llena de sueños, aunque desde pequeña enfrentó muchos obstáculos, siempre es optimista y está con una gran sonrisa, buscándole siempre el lado bueno a todo, una día su vida cambiará, aunque al principio todo parece ir de mal en peor, pronto todo eso pasará a ser parte del camino para su felicidad, pues conocerá a su gran amor, aunque eso todavía no lo sabe, acompañame a vivit esa increíble historia, llena de dolor, lágrimas y felicidad.
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El cautiverio.
Mientras esperaban información policial en otra habitación Carlos notó que Antonio estaba temblando, no solo por la operación, sino por algo más.
—Hay algo… que debo contarte —dijo Antonio con dificultad—, algo que siempre me atormentó.
Carlos frunció el ceño.
—Dime.
Antonio se sentó, respirando hondo.
—Esa noche, en la cabaña… Mary me decía cosas, luego lloraba, luego parecía querer estar conmigo… pero luego lloraba otra vez.
Yo pensé que estaba confundida.
Yo pensé que tal vez se arrepentía…
Lo que Carlos escuchó lo dejó paralizado.
—Antonio… ¿estás diciendo que…?
—Yo no la obligué, jamás lo haría, pero… —tragó duro— pero ella no estaba actuando normal, y ahora lo entiendo todo.
Carlos se quedó helado.
—Don Napo la drogó, por eso Mary estaba así, por eso tú no entendías, por eso ella despertó rota.
Antonio cerró los ojos con dolor.
—Si hubiera sabido… jamás me habría acercado, lo juro por mi vida que jamás la habría tocado si hubiera sospechado algo,
yo… yo fui engañado al igual que ella.
Carlos lo tomó por el hombro.
—Entonces debes demostrarle eso, debes encontrarla.
Antonio lo miró con determinación.
—Voy a Estados Unidos, hoy mismo.
Carlos exhaló.
—Entonces voy contigo.
Antes de partir, Antonio y Carlos fueron a ver a Tony, el niño respiraba tranquilo, ajeno al caos que rodeaba su pequeña vida, Nacho estaba sentado junto a la cama, con Daniela.
—¿Qué dijeron? —preguntó Nacho, nervioso.
—Se llevaron a Mary, y la sacaron del país—dijo Carlos sin rodeos.
Daniela llevó una mano a su boca.
—¡No puede ser!
Antonio se acercó al niño, lo acarició con ternura.
—Voy por tu mamá —susurró—.te prometo que la traeré de regreso.
Nacho se levantó.
—Yo voy también.
—No —respondió Carlos—necesitamos que te quedes, Tony necesita a alguien fuerte aquí
y además debes cuidar de Daniela y de su hijo también, necesitamos a alguien aquí.
Daniela lo miró con agradecimiento, Nacho se quedó callado, pero entendió.
—Cuida a mi hijo —pidió Antonio.
Nacho asintió con fuerza.
—Con mi vida.
Mónica y Ana entraron a la habitación, llorando.
—Antonio, Carlos… —dijo Ana—,dígannos que la traerán de vuelta.
Antonio apretó los puños.
—La traeremos, cueste lo que cueste.
Antonio y Carlos, salieron de la clínica, se fueron al departamento, necesitaban hacer las maletas y recoger sus pasaportes y algunos papeles urgentes, en el camino Carlos dejó a cargo de un amigos todos sus pacientes, salieron de prisa al aeropuerto y abordaron un avión privado.
Antonio aún llevaba vendas, medicación, y no debía viajar… pero no podía quedarse cruzado de brazos, tenía que ir.
Mientras el avión despegaba, miró por la ventana, en su mente llevaba una mezcla de emociones, entre alegrías, tristeza y decepción.
Carlos lo observó.
—Vamos a encontrarla, hermano, no te preocupes, daremos con ella y enviaremos a la cárcel a ese desgraciado.
Antonio cerró los ojos.
—Mary… aguanta.
Voy por ti.
Por otro lado, Mary, en algún lugar de Estados Unidos, despertaba, todavía un poco aturdida, quiso moverse, pero se dio cuenta de que estaba atrapada en una habitación oscura y muy fría, olía a humedad, como a metal oxidado y perfume barato, no tenía idea en donde estaba, no cuánto tiempo había estado inconsciente.
Allí la tuvieron algunos días, en medio de la oscuridad, con casi nada de comida, poca agua, y en un estado muy deplorable, sin saber en dónde se encontraba, cada día para Mary era una eternidad, aunque eran solo días, para ella eran meses, y lo que más le atormentaba es no saber nada de su hijo, aunque al mismo tiempo el recuerdo de su niño es el que le daba fuerzas para sobrevivir aquel infierno.
Su voz estaba ronca de tanto gritar, pero lo seguía haciendo cada vez que escuchaba pasos afuera.
—¡Déjenme salir! ¡Mi hijo me necesita! ¡Por favor!
Pero nadie respondía y cuando alguien lo hacía, era para burlarse.
Los guardias de Don Napo la vigilaban día y noche, aquella red criminal era más grande de lo que Mary había imaginado, Don Napo tenía conexiones en varios países, dinero, contactos, rutas, para él, Mary no era más que mercancía, una mercancía "especial" por haberle hecho perder su negocio en Ecuador, por haberle hecho perder dinero.
Esa era su venganza, Mary intentó escapar dos veces, la primera fue cuando uno de los guardias olvidó asegurar bien la puerta, ella logró correr por un pasillo largo, lleno de cajas y puertas cerradas, pero todo oscuro, apenas iluminado por un foco viejo, pero no llegó muy lejos, ya que los guardias la atraparon, la golpearon tan fuerte que no puedo levantarse en una semana, los moretones le duraron días y el dolor aún más, pero sin darse por vencida lo intento una segunda vez y fue peor, porque intentó romper una ventana con una silla y solo logró hacerse un corte profundo en el brazo, como castigo, Don Napo ordenó que la dejaran sin comer tres días y que la golpearan en las piernas para que “recordara su lugar”.
Pero Mary no se rendía, tenía que volver para Tony solo pensarlo le daba las fuerzas que necesitaba.
Mientras tanto en Ecuador, Nacho hacía lo imposible por mantener la calma, Daniela, su hijito, Tony, Mónica y Ana trataban de sostener la casa en pie mientras Tony se recuperaba del trasplante, aunque el niño siempre preguntaba por su mamá, lo hacía más en las noches, ya que en el día todos trataban de entretenerlo para que no piense en ella.
Nacho mentía con la voz temblorosa:
—Pronto la verás, campeón, solo salió unos días para comprar muchos juguetes para tí, ya mismo llega Tony, la verás pronto, lo prometo.
Daniela lloraba en silencio, se imaginaba estar lejos de su hijo y eso la alteraba más , pensaba en lo terrible que debía ser para Mary toda esa situación, Mónica y Ana evitaban llorar para no alarmar al niño, pero sabían que no podían ocultarle por mucho tiempo que algo terrible había sucedido, todos ayudaban en casa, aunque por dentro estaba todos destruidos.
Que la rescaten.