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Entre Luces De Seúl

Entre Luces De Seúl

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Reencuentro / Poder equitativo / Pareja destinada / Completas
Popularitas:124
Nilai: 5
nombre de autor: Rose Marquez

En el corazón vibrante de Corea del Sur, donde las luces de neón se mezclan con templos ancestrales y algoritmos invisibles controlan emociones, dos jóvenes se encuentran por accidente… o por destino.

Jiwoo Han, un hacker ético perseguido por una corporación tecnológica corrupta, vive entre sombras y códigos. Sora Kim, una apasionada estudiante de arquitectura y fotógrafa urbana, captura con su lente un secreto que podría cambiar el país. Unidos por el peligro y separados por verdades ocultas, se embarcan en una aventura que los lleva desde los callejones de Bukchon hasta los rascacielos de Songdo, pasando por trenes bala, mercados nocturnos, templos milenarios y festivales de linternas.

Entre persecuciones, traiciones, y escenas de amor que desafían la lógica, Jiwoo y Sora descubren que el mayor sistema a hackear es el del corazón. ¿Puede el amor sobrevivir cuando la memoria se borra y el deseo se convierte en código?

NovelToon tiene autorización de Rose Marquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La última línea

Sora seguía conectada al aparato, los electrodos aún adheridos a su piel, mientras las imágenes inducidas se desvanecían como niebla. Frente a ella, Jiwoo permanecía en silencio. Kang Minjae, su abuelo, observaba con la calma de quien ya ha ganado.

—¿Lo ves? —dijo Kang—. Todo lo que sentiste, todo lo que creíste vivir… fue arquitectura emocional. El sistema funcionó. Y tú fuiste la prueba perfecta.

Sora se incorporó con dificultad. Su voz salió como un hilo quebrado.

—¿Y tú, Jiwoo? ¿También lo sabías? ¿Sabías lo que él ha estado haciéndome?

Jiwoo no respondió de inmediato. Sus ojos estaban llenos de culpa.

—No al principio. Pero cuando vi que respondías… cuando vi que te acercabas… no pude detenerlo. Era la única forma que tenía de decirte lo que nunca pude.

Sora lo miró como si no pudiera reconocerlo.

—Entonces todo fue una simulación. Nuestro encuentro. Nuestro amor. ¿Todo?

—No todo —susurró Jiwoo—. Lo que siento por ti no está en ningún código.

Kang Minjae sonrió.

—Y por eso lanzaremos la versión 2.0. Más precisa. Más profunda. Más irresistible. Jiwoo será el rostro del sistema. Tú, el corazón.

Sora retrocedió. Su cuerpo temblaba. Su mente ardía.

Pero antes de que pudiera responder, las luces parpadearon. Una alarma silenciosa vibró en las paredes. Kang frunció el ceño.

—¿Qué es esto?

La puerta de seguridad se abrió de golpe. Tres figuras vestidas de negro irrumpieron en la sala. Al frente, Haneul.

—¡Sora, ven conmigo!, tenemos que salir de aquí.

Kang gritó a los guardias, pero los sistemas estaban bloqueados. Los hackers habían interferido las cámaras, los sensores, las cerraduras. Jiwoo se quedó inmóvil, mirando a Haneul con una mezcla de sorpresa y dolor.

Sora dudó. Miró a Jiwoo. Luego a Haneul.

—¿Tú también sabías?

Haneul bajó la máscara. Su rostro estaba tenso.

—Sí. Y por eso estoy aquí. Ellos también me manipularon a mí, esto tiene que terminar.

Sora se acercó, pero antes de salir, se volvió hacia Jiwoo.

—¿Realmente me amaste… o me programaste para amarte?—Sora le pregunto a Jiwoo con la voz quebrada y visiblemente afectada.

Jiwoo dio un paso adelante.

—Te amé. Pero también te programé. Porque no sabía cómo hacerlo sin fallar.

Sora lo miró por última vez. Luego corrió.

Los pasillos del centro se llenaron de humo táctico. Los hackers guiaron a Sora por rutas ocultas, escaleras de mantenimiento, túneles de acceso. Kang Minjae gritaba órdenes, pero el sistema estaba colapsado. Jiwoo no los siguió.

Minutos después, Sora estaba fuera. El aire nocturno la golpeó como un disparo. La camioneta sin placas la esperaba. Haneul la ayudó a subir.

La camioneta avanzaba por la autopista vacía, envuelta en la bruma de la madrugada. Las luces de la ciudad quedaban atrás, difusas, como si Seúl se deshiciera en píxeles. Dentro del vehículo, el silencio era denso. Sora iba sentada entre Haneul y un hacker de rostro tatuado, con los brazos cruzados y la mirada perdida en el parabrisas.

—¿Dónde estamos? —preguntó Sora, con la voz quebrada.

—Fuera del perímetro de Daesan —respondió Haneul—. Por ahora, no pueden rastrearnos.

Sora se tocó las sienes. Aún sentía el calor de los electrodos. Las imágenes inducidas seguían apareciendo en su mente como fragmentos sueltos: Jiwoo en Bukchon, el beso en el río, la noche en Jinju. Todo demasiado perfecto. Todo demasiado sincronizado.

—No sé qué fue real —susurró—. No sé si alguna vez sentí algo que no me programaron.

El hacker del asiento delantero giró levemente la cabeza.

—Nosotros también lo vivimos. Al principio, éramos parte del sistema. Nos conectaron. Nos indujeron. Nos hicieron creer que éramos diseñadores… cuando en realidad éramos sujetos de prueba.

Sora lo miró.

—¿Y cómo salieron?

—Porque algo falló —intervino Haneul—. Porque el sistema no pudo predecir que el dolor también puede despertar. Que la simulación no puede contener la contradicción. Que el amor inducido puede volverse rabia real.

Sora cerró los ojos. Un déjà vu la atravesó como un relámpago. Jiwoo tomándola de la mano. Jiwoo llorando. Jiwoo diciendo “esto no está en ningún código”.

—Entonces… ¿Lo que viví con él… fue real?

Haneul la miró con ternura.

—Fue inducido. Pero también fue vivido. El sistema puede simular emociones, pero no puede evitar que se transformen. Lo que sentiste… lo que él sintió… puede haber nacido en el código, pero se volvió humano.

Sora apretó los puños.

—Y eso lo hace peor.

El hacker del asiento trasero se inclinó hacia ella.

—Por eso luchamos. Porque no queremos que nadie más tenga que preguntarse si su vida es suya. Porque no queremos que el amor se convierta en arquitectura.

Haneul tomó la mano de Sora.

—Únete a nosotros. No como víctima. Como vértice. Como ruptura. Usa lo que sentiste. Usa lo que te dolió. Haz que valga.

Sora la miró. Otro déjà vu. La misma frase. “Haz que valga.” ¿La había escuchado antes? ¿O era parte del guion?

La camioneta se detuvo en un túnel abandonado. Afuera, el mundo parecía dormido. Adentro, Sora respiró hondo.

—No sé si estoy despierta —dijo—. Solo quiero ir a casa—. Los hackers asintieron.

Cuando llegaron a su casa, Sora entró con pasos lentos. La puerta estaba entreabierta. El aire olía a humedad y alcohol viejo.

Sora se acercó despacio hacia la sala de estar  con el corazón palpitante.

En el sofá, su padre.

No se movía.

Sora se acercó. Lo tocó. Estaba frío.

Sobre la mesa, una botella vacía. Un sobre con facturas. Y una nota escrita con letra temblorosa:

"Lo siento. No pude más."

Sora no lloró. No gritó. Solo se sentó en el suelo, junto al cuerpo de su padre, y dejó que el silencio la envolviera.

Todo lo que había vivido. Todo lo que había sentido. Todo lo que había perdido.

¿Fue real?

¿O fue inducido?

Se levantó. Tomó su mochila, miró la foto de su padre en la repisa. Luego salió.

La noche en Seúl era oscura, pero no silenciosa. La ciudad seguía conectada. Seguía sintiendo lo que le ofrecían.

Pero Sora ya no quería sentir.

Quería destruir.

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Rodrigo L
Me gustó este primer capítulo. Ojalá sigas publicando más, quiero saber cómo continúa esta historia.
Rose Marquez: Gracias Rodrigo. Por supuesto, pronto más capítulos 😂
total 1 replies
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