Math Ruttherfrod es un hombre de gran poder y envergadura en el mundo de los negocios, conocido por su frialdad, carácter fuerte y un temple irrefutable, a sus treinta y cuatro años de edad, se ve obligado a aceptar un matrimonio por contrato, solo para ayudar a su hermano menor a salir de la mafia. Ahora debe lidiar con un matrimonio el cual no deseaba con nada menos que la nieta de la mafia, quien además es conocida como, una mujer perdida y descarada entre la sociedad. Por otro lado, Samanta es una mujer que desde niña fue criada para llevar una responsabilidad a la que no estaba preparada para enfrentar, aparte ahora debe lidiar con un matrimonio sin amor y un esposo que no le importa en lo mas mínimo demostrarle abiertamente su odio hacia ella. ¿Qué podría resultar de una unión en la que ambos estuvieron obligados?
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Capitulo 19. Situación comprometedora
Samanta tenía muchas cosas por hacer, así que en lugar de seguir pensando en lo que sucedió con Math, prefirió concentrarse en lo que aún faltaba por hacer, le dio las indicaciones al chofer y este la llevo directo hacia el club, acompañada por sus dos guardias. Al llegar al lugar todo estaba en un total silencio, siempre era de esa forma durante el día, tan tranquilo y vacío que no pareciera ser el mismo lugar en las noches.
- Richard, ¿tienes el balance de las ganancias de anoche? – dice luego de entrar a la oficina de gerencia.
- Si, ya lo tengo – le dice el hombre mostrándole los documentos. Richard era quien se encargaba del negocio en los días en que Samanta no se encontraba presente, llegando a ser su mano derecha en el club.
- Muy bien, ahora vamos a ir a comprar todo lo que necesitamos – le dice luego de revisar los montos.
- ¿Por qué te retiraste anoche sin decirme nada? – le pregunta levantándose del asiento – tuve que coordinar el cierre – le dice
- Lo siento, tuve una situación que se me salió de las manos – le dice disculpándose
- Si, ya lo puedo imaginar - dice riendo- aunque creo que no se te salió de las manos, más bien por todos lados – le dice señalando su cuello – aquí se ve lo que hiciste – ríe
- Ca… Calla – le dice acomodando el cuello de suéter – ya basta de mofarte, andando, tenemos muchas cosas por hacer el día de hoy – le dice saliendo del lugar con las mejillas rojas, estúpido Math, ¿Cómo pudo dejar las marcas en lugares tan visibles?
Salieron del sitio y subieron al auto.
- Primero iremos al mercado – le dice Samanta al chofer
- Si señora – le dice poniéndose en marcha
- Samanta, que envidia te tengo – le dice entre risitas- mira que tener un hombre guapo, adinerado y juzgando por esto, debe ser delicioso en la cama – risita- como quisiera que fuera mi caso – le dice ilusionado
- ¿Qué dices?, no es lo que tú crees – le dice eludiendo al hombre – esto, fue solo un mosquito – le dice mintiendo
- Pues yo quisiera tener a ese mosquito – le dice riendo
- Ya Richard, concéntrate y deja de hablar de ese tema – le dice molesta, no quería hablar con nadie lo que había sucedido con Math, eso había sido un gran error.
Mientras realizaban el viaje hacia el mercado, Richard fue tomando lista de todo lo que debían comprar y que Samanta le iba diciendo. Llegaron al mercado, Richard, Samanta y sus dos guardias estuvieron por todo el lugar comprando aquí y allá, luego de eso visitaron varias tiendas de ropa, donde compraron prendas de todas las tallas y tamaños, al igual que hicieron lo mismo en las zapaterías y varias tiendas de juguetes. Para el final del día tenían un cansancio colosal, acompañado de un gran cargamento de dos camiones del cual debían ocuparse.
- Encárgate de que la comida sea guardada en las cavas – le dice Samanta a Richard una vez llegados al estacionamiento del Club– también necesitaremos que cuiden los camiones de las demás cosas, le preguntare a Frederick si puede enviar a alguno de los muchachos para eso – sentía un gran peso en sus hombros y su cabeza parecía querer estallar.
- Muy bien jefa – le dice Richard bajando del auto.
- Por cierto, gracias por todo el apoyo Richard – le dice antes de que cierre la puerta – no sé qué me haría sin ti – sonríe.
- Por eso es que deberías pagarme esas vacaciones que tanto te he pedido – dice bromeando y luego ríe
- Tienes razón, debería hacerlo – le dice – tal vez incluso y te acompañe – ríe
- No juegues así conmigo mujer – le dice riendo – mira que puedo creérmelo – le dice parando de reír.
- Pues deberías creerlo porque estoy hablando muy en serio – le dice sonriendo – pienso que entre el gran trabajo que hiciste coordinando el evento y la ayuda que me estas brindado ahora, me sentiría como la peor jefa si no te doy tus vacaciones – le dice.
- ¡Oh, Jefa! – le dice emocionado volviendo a entrar al auto y abrazando a Samanta – le prometo que seré su más fiel empleado de por vida – le dice con emoción
- Lambiscón – le dice riendo
- Se lo juro jefa – ríe
- Bueno, ya – le dice Samanta parando los juegos – ve a terminar de ganarte ese viaje – le dice apartándolo.
- ¡Si señora! – le dice emocionado - Nos vemos mañana para comenzar a preparar todo – le dice saliendo del auto- que tenga una buena noche – sonríe
- Tu También Richard, vete a descansar luego de verificar que todo vaya bien allí – le dice señalando la planta del arriba, donde se encontraba el club con los clientes y las chicas.
- Tranquila jefa, descanse – cierra la puerta y se aparta para que el chofer pueda arrancar el auto.
Samanta llego a la Mansión de los Ruttherford hecha polvo, su mente parecía estar ubicada en la habitación mientras su cuerpo se movía por inercia hacia allí, ni siquiera escucho a la sirvienta cuando le pregunto si quería cenar, solo pensaba el poder lanzarse en la cama a dormir, su cuerpo se lo estaba pidiendo a gritos, al llegar allí, se quitó los tacones y luego callo desplomada sobre la cama, sin preocuparse si quiera en quitarse el maquillaje, en medio segundo ya estaba en un plácido sueño.
A la mañana siguiente se despertó con el cuerpo sumamente ligero, tuvo el mejor sueño reparador, parecía que habían pasado años desde que lograba dormir de forma tan tranquila y apacible, se levantó de la cama y fue a prepararse de inmediato, ese día sería igual o hasta más ajetreado que el día anterior, así que debía aprovechar cada segundo de él. Luego de ducharse, arreglarse y desayunar, salió corriendo a comenzar con todo lo que debía hacer esperando que el tiempo les alcance.
Mientras tanto, tal y como Math lo había pedido, las fotografías sobre lo que su esposa se encontraba haciendo le llegaron a su teléfono, en las cuales una tras otra, salía acompañada de un hombre de forma demasiado cercana, en mercados, luego en tiendas y la última fue la que hizo estallar la furia del hombre en plena reunión, el hombre y Samanta abrazados dentro del auto.
