Yo, Lyra Vance, la autora que una vez dio vida a este mundo de pesadilla, ahora soy su prisionera. Ironías del destino, ¿no? Siempre me había fascinado la idea de trascender los límites de la realidad a través de la escritura, de crear mundos donde la oscuridad y el horror se entrelazaban en una danza macabra. Pero nunca imaginé que mis propias creaciones se volverían contra mí, que me arrastrarían a las profundidades de mi propia imaginación retorcida.
Fui Lyra, la escritora que tejía historias de terror con palabras afiladas como cuchillas. Pero ahora, soy Zephyr, la última víctima de mi propia pluma, condenada a un destino cruel y despiadado. Mis ojos, antes llenos de vida y curiosidad, ahora reflejan el terror que me rodea, la certeza de un final inminente, si no cambio el rumbo de la historia que yo misma escribí
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Capitulo 19
El acuerdo de paz firmado con Aethol me exige una visita protocolaria al palacio, a un día de camino desde la ciudad ducal. Un deber que me irrita profundamente. Cada hora lejos de mi hechicera es un tormento, y estos dos días de formalidades son una afrenta a nuestro tiempo juntos, el cual es corto porque debo volver solo a mi imperio, porque mi hechicera no es aún mi esposa.
La pompa de mi bienvenida al palacio fue tan predecible como irritante. La familia real, sonrisas ensayadas y reverencias exageradas, me recibió con toda la formalidad que se espera de los miembros con más estatus en la nobleza. Todos, menos el principito, cuyas intenciones de acercarse a mi hechicera delatan que no me pasa ni con agua.
__Emperador Connan, su presencia en nuestro palacio es un honor inesperado, una grata sorpresa que nos llena de alegría, majestad__. El emperador fue el primero en darme la bienvenida, sus palabras un manto de cortesía tejidas con hilos de resentimiento. Se que aún está resentido por mi rechazo a la unión de nuestros imperios a través de un matrimonio con su hija. Una belleza de porcelana, de cabello rubio y ojos azules, es cierto, pero hueca como un tambor. Mujeres así abundan en mi imperio, meros adornos sin personalidad propia.
Brenda:
__Emperador Braulio, sus atenciones son apreciadas, aunque mi estancia en su palacio será fugaz. He cumplido con mi deber de presentar mis respetos al tratado de paz y dentro de unas horas emprenderé el viaje de regreso a la ciudad ducal Moreau, donde me espera mi prometida. Su belleza, un enigma que me ha subyugado, explica las visitas sin exito del príncipe heredero para verla. Sin embargo, príncipe heredero permítame recordarle que ella está comprometida, y mi posesividad no conoce límites__.
La tensión, se espesa como niebla, se impregna en el aire tras mis palabras. No permitiré que un pelele interprete mi cortesía por el tratado de paz como debilidad. El ducado Moreau no es un jardín para sus conquistas, y menos si su interés está puesto en mi prometida. Los accidentes ocurren, especialmente en un mundo donde las bestias acechan. Un príncipe heredero descuidado podría convertirse fácilmente en el festín de alguna criatura hambrienta.
__Emperador, no creo que mi hermano tenga malas intenciones, pero su insistencia en visitar a su prometida es imprudente. Una mujer comprometida no debería exponerse a tales rumores, a menos que desee poner en duda su compromiso__. Una carcajada resonó en el salón del palacio, un eco de mi desprecio ante la desfachatez de la princesita mimada. Su arrogancia, esa ilusión de que el mundo gira a su antojo, es simplemente ridícula.
__Princesa Brenda, me temo que su percepción no coincide con la realidad. Su hermano ha sido un visitante frecuente del ducado Moreau, siempre atendido por mi cuñada. Solo ayer, ante la ausencia de esta, mi prometida se vio obligada a recibirlo. Que no se confunda cortesía con debilidad. Si su hermano insiste en su cortejo, las consecuencias serán inevitables. Zephyr Moreau es mi prometida, y como futura emperatriz, su honor es incuestionable__.
El terror pinta el rostro de la princesita, una prueba de su debilidad ante mi mera presencia. Ella, que osaba soñar con el trono a mi lado. Un absurdo sueño. Sé que, cuando su insolencia me hartara, las fauces de las bestias se cerrarían sobre ella, un final apropiado para su vanidad. El emperador Braulio, con su fachada de cortesía, intenta ocultar el pánico. Sabe que el tratado de paz es su escudo, en contra de las bestias, y su ruptura, puede convertirse en la perdición del imperio. Pero mis ojos no se apartan de mi presa. Zephyr Moreau fue destinada a ser mía, y su protección, mi única ley. Si una familia real debe arder, que arda.
__Hija, por favor, guía al emperador a sus habitaciones en el palacio de invitados. Imagino que el viaje desde su imperio hasta el ducado, y luego hasta aquí, ha sido extenuante__. La princesita, con su sonrisa fingida, aceptó la orden de su padre. Sé que se ilusiona con la idea de guiarme a mis aposentos. Pero si persiste en sus fantasías, la haré descender de esa nube sin contemplaciones.
__Emperador Connan, aquí están sus habitaciones. Deseo que descanse plácidamente. Si requiere algo, por favor, no dude en pedírmelo. Estaré encantada de ayudarle__. Detesto a las mujeres que se ofrecen como un trozo de carne, convencidas de que su atractivo físico basta para subyugar a cualquier hombre. Su vanidad me repugna.
__Princesa, no deseo ser descortés, pero su conducta es impropia de su rango, y de una mujer decente. Ofrecerse de esa manera me resulta repulsivo. Su atractivo físico no compensa su falta de dignidad. A pesar de su posición, insiste en forzar su entrada en mi vida, ignorando mi rechazo__. Su delicado rostro se contrajo ante mis palabras, pero detesto disfrazar la verdad. Su comportamiento revela una urgencia por encontrar marido, y yo no tengo intención, ni en esta vida ni en otra, de unirme a alguien que solo se preocupa por sí misma.
__Un matrimonio conmigo, con una princesa imperial, supera con creces cualquier alianza con la hija de un duque. Mi estatus y mi belleza son incomparables__. Tal como sospechaba, su belleza es una mera fachada, vacía y superficial. Se aferra a su estatus y apariencia, ignorando la fugacidad de la juventud y el verdadero valor de la personalidad. Yo necesito a mi lado una mujer fuerte, leal y capaz de arrasar imperios por mí. La princesa Brenda no ofrece más que egoísmo.
__Ni en la más remota posibilidad la consideraría como esposa princesa. Anhelo una mujer que me inspire respeto y admiración, no una criatura indefensa. Necesito una mujer que me haga arder con su mirada y domine mi fiera interna con su sola presencia. Usted, en cambio, solo me hace quererla tener lejos, y un dolor de cabeza punzante__. La princesa, superada por mis palabras y mi aura, buscó refugio en la huida. Aunque me duele hablar con dureza a una mujer, hay quienes lo exigen. Algunas deben ser liberadas de su fantasía de omnipotencia para encontrar la felicidad. Otras, testarudas, se abocan a su propia destrucción.
maldita sea
hijos de la tostada
que paso aquí 😔