El Secreto Del CEO

Capítulo 17

Después de varios días Viridiana y Dolores regresaban a Roma, la persona que le ayudó a limpiar y cuidar la casa de Miroslava había hecho un gran trabajo. Tenía todo en orden, así que Lolita podría encargarse de otras cosas.

—Bien mi niña, iré de compras para preparar la cena.—

—Esta bien mientras termino de acomodar mi ropa para después darme un baño, fue un viaje cansado.—

—Si te creo, trabajaste en tus canciones todo el vuelo.—

—Me sentía inspirada, dice el maestro Beccu que debemos sacar el mayor provecho a nuestra inspiración.—

—¿Ya sabe Levent que llegamos?—

—No, le dije que le avisaría pero decidí que fuera una sorpresa. Así que mañana temprano antes de ir a la academia pasaré a visitarlo.—

—Cada vez que piensas o hablas de él te ves radiante.—

Viridiana sonreía, Lolita fue por los víveres mientras ella terminaba de ordenar todas sus cosas en su habitación. Sentía una emoción indescriptible al saber que volvería a ver a Levent.

Al día siguiente Levent estaba en su oficina, se había transmitido el primer capítulo de la telenovela y después de muchos años habían recuperado su rating. Estaban felices con los resultados, además la música de la telenovela se subio a una plataforma para que el público la pudiera disfrutar. Sin duda también estaban tenido números positivos.

—Felicidades señor Akyürek fue un gran acierto.—

—Todo esto es gracias a ustedes, somos un equipo.—

Celebraban tal acontecimiento, sin esperarlo Viridiana estaba en el pasillo afuera de su oficina. Levent quedó paralizado, no esperaba verla ahí se suponía que ella le avisaría cuando regresara a Roma. Sin más espera salió de su oficina para saludar.

—Viridiana, ¿cuando llegaste?—

—Ayer por la noche, sé que quedé en avisarte pero quería darte una sorpresa.—

—Créeme ha sido la mejor sorpresa que he recibido.—

No pudo evitarlo y la abrazó, no lo esperaba pero Viridiana le correspondió. Delicadamente con sus manos frotaba la espalda de Levent, y colocaba su cabeza en su pecho para escuchar su corazón. Él sentía como su piel se estremecía.

—Bien guapo debo irme ahora, tengo clase.—

—¿Solo viniste a saludarme?—

—Si, para iniciar bien mi siguiente ciclo, mi día y mi año. Felicidades por el éxito de la novela, no dejan de comentar sobre ella en redes sociales.—

—Tu eres parte de ese éxito.—

—Te espero hoy por la tarde en la academia para que me invites a comer. ¿Si?—

—Ahí estaré.—

Era la primera vez que Viridiana le sonreía y coqueteaba al mismo tiempo. Sin duda se había derrumbado el muro entre ellos sin anticiparlo, Levent no podía creerlo este era un nuevo comienzo para ambos.

—Bienvenida Viridiana, ¿cómo te fue en México?—

—Excelente maestro, pero ya quería volver. Roma se está volviendo mi hogar.—

—Me alegra escuchar eso, por cierto mi hijo llegara en algunos días para un evento que tendremos en la academia, él es violinista, pensé en ustedes dos para hacer un dúo.—

—Está bien maestro participaré.—

Viridiana aprendía y ensayaba pero por un momento no podía alejar a Levent de sus pensamientos, contaba los minutos para verlo de nuevo.

—Maestro escribí una nueva canción se llama sublime melodía.—

—Me encantaría escucharla.—

Viridiana se sentó en el piano y comenzó a cantarla, hablaba sobre el primer amor y las almas gemelas que por fin se encontraban, acabando con la soledad. Al terminar Beccu le aplaudió.

—Eso, eso es lo que te decía. La emoción que debe trasmitir cada canción, Viridiana ¿estás enamorada?—

—No lo sé, nunca me he enamorado. Pero me sentía inspirada.—

—Espero que la inspiración te llene de felicidad, no la dejes ir. El amor es parte esencial de la vida.—

Viridiana no sabía si era amor, pero Levent se había metido en su ser como cuando la lluvia te sorprende mientras caminas al aire libre. Estar cerca de él la hacía feliz, ¿sería amor? Se preguntaba ella.

Como habían acordado Levent la esperaba afuera de la academia. Ella salió con su estuche en mano y su mochila, él sujetaba un ramo de rosas de diferentes colores.

—Son hermosas.—

—No más que tú, ¿nos vamos?—

Levent le ayudó a subir al coche. Había reservado en el mejor restaurante de Roma, esta vez nada impedía que conquistara a Viridiana, era momento de llenarla de detalles y demostrarle lo mucho que le interesaba.

—Me siento feliz de estar aquí contigo, estos días lejos de ti se sintieron como si hubiera pasado un siglo.—Viridiana colocó su mano sobre la de él.

—Yo sentí lo mismo, hasta llegué a sentir miedo de esto que está naciendo dentro de mi. He estado ilusionada, pero nunca enamorada.—agregó Viridiana

—A veces creemos estar enamorados, hasta que llega la persona correcta a nuestra vida. Y eso me ha pasado contigo.—

—Sabes escribí una canción para ti, se llama sublime melodía.—sacó su cuadernillo para que Levent la leyera—La tocaría pero sería algo descortés para los músicos aquí presentes, prometo que cuando esté terminada la cantaré y tocaré para ti.—Levent estaba realmente conmovido, Viridiana era una mujer única le hacía tanto bien estar cerca de ella.

—Eres correspondida, tú me haces ser un mejor hombre. No quiero que te vayas nunca.—

—Tampoco quiero que te vayas, quiero conocerte más.—

Levent no soltaba la mano de Viridiana, era claro que era una chica sin experiencia pero era una brisa de aire limpio que necesitaba en su vida. Así que todo se haría paso a paso para que ella se sintiera cómoda, tranquila y que todo entre ellos fluyera con naturalidad, no quería arruinarlo. El sabía que ella era la mujer de su vida y la futura madre de sus hijos.