Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.
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Capítulo 20
La persona indeseada se paró con una mano en el bolsillo de su pantalón y mostró una sonrisa ladina, su mirada estaba llena de burla, dejando a Dalia con un presentimiento siniestro. Se aferró a la cintura de Kei, mientras él le correspondía, haciéndola sentir segura. El hombre se acercó sin miedo mientras continuaba observándolo con malevolencia.
-No puedo creer que seas un descarado – afirmó con fingido pesar – Y que puedas continuar viéndo la cara a esta bella dama.
-No digas estupideces Luciano – contestó Kei ya molesto, no le gustaba para nada que supiera dónde vivía Dalia – Qué haces aquí.
-Solo vine a socorrer a una víctima de tus engaños e insensibilidad.
-Dalia no necesita nada de ti.
-Yo no hablo de Dalia.
Luciano sonrió divertido al ver la confusión de ambos y volvió la cabeza, estirando la mano a alguien en las sombras de la noche, de un rincón salió una mujer de ojos rasgados y cabello negro con un enorme vientre. La mujer se veía nerviosa y un poco pálida, pero Luciano no parecía ver su estado anormal.
Dalia reconoció a la mujer con la que se había topado la vez pasada, y una sospecha se instaló en su corazón, acelerándose con miedo de lo que sea que dijeran esos dos, pero no se zafó de Kei. Ella quería creer en Kei. Aunque lo sintió ponerse tenso por un segundo para luego abrazarla más fuerte.
-Aquí – tomó el papel que la mujer sacó de su bolso y lo estiró, se vio tenso por un segundo para aun mostrar una sonrisa cínica – En este papel, tiene los resultados del estudio que mandaste hacer para esta pobre mujer.
Kei apretó los dientes, y quiso llegar hasta Luciano para romperle la boca, estaba intentando sembrar discordia aunque no entendía por qué, pero lo que más le inquietaba es que estuviera al tanto de la condición de esa mujer. Algo le decía que ambos estaban confabulados pero no había pruebas.
-Felicidades – continuó Luciano – Vas a ser papá.
Kei cerró los ojos, pero no se tragaba las palabras de Luciano, así que soltó a Dalia y se acercó para arrebatar el papel. Las letras eran claras, incluso su nombre estaba plasmado junto con el resultado: había un porcentaje de 99.9% de compatibilidad con el ADN del cordón umbilical del bebé. Kei no lo aceptaba, estaba trucado, pero la firma del laboratorio lo dejaba descolocado.
Luciano sonrió con triunfo aunque en el fondo de sus ojos estaba confundido y ansioso. El truco que hiso no fue difícil y menos con el dinero de Lisa, que solo fue cambiar el nombre porque él mismo dio su ADN para hacer la prueba, y ésta había salido positiva, dejándolo perdido. Nunca le creyó a Lisa sobre el bebé, así que decidió hacerse la prueba solo para descartar problemas, pero nunca imaginó que realmente era su hijo. Tragó seco y se sacudió los sentimientos turbulentos que se gestaban en su interior.
-Bien, yo solo vine a ser testigo de tu irresponsabilidad y de que la dama Dalia no siga siendo engañada.
Dalia quería desmayarse. Viendo el rostro pálido e incrédulo de Kei, le confirmaba que ese papel decía la verdad y no sabía qué pensar. Con el cuerpo temblando dio un paso adelante.
-Kei – llamó con voz nerviosa – ¿De verdad…? – miró a la mujer que por alguna razón evitó su mirada, hiriéndola – ¿De verdad es tu hijo?
Pero Kei no podía responder, porque no recordaba mucho de ese día. Había amanecido desnudo y había fluidos en la cama, pero no podía recordar si había estado con una mujer, además del dolor de cabeza y el cansancio extremo, y que ni siquiera le tomó importancia, simplemente se fue y olvidó todo en el fondo de su cabeza. Ahora, con esta prueba estaba tan aturdido que su cerebro no podía procesar nada, ni siquiera que todo era una trampa creada y manipulada por Luciano.
Luciano hizo una señal a Lisa quien se mordió los labios, renuente de continuar con esta farsa, porque no sabía que Luciano quería destruir a Kei Smith de la forma más baja posible, y ella estaba siendo la manzana de la discordia que separaba a dos personas por puro egoísmo. A pesar de las promesas de Luciano, algo dentro de ella le gritaba que deje de ser estúpida, incluso el bebé se movía inquieto, sintiendo punzadas por el movimiento turbulento.
Abrió la boca.
No quería seguir mintiendo, ya no creía que Luciano se casaría con ella, de solo ver todo el espectáculo, se dio cuenta que había sido una estúpida. Vio la mirada de advertencia de Luciano, pero ya no le tenía miedo.
-No – negó, pero el dolor del agarre de Luciano a su mano la detuvo.
El ambiente se había vuelto tenso, cuando el chirrido de un coche se escuchó, llamando la atención de todos. Del auto salió un hombre asiático con un traje de oficina y se acercó a ellos hecho una furia. Lisa palideció al ver a su hermano, Luciano sintió la necesidad de escapar.
Pero antes de siquiera decir o hacer algo, recibió un puñetazo, tirándolo al piso. El hombre se sacudió los puños de su sacó y movió el cuello de un lado a otro, intentando calmar la rabia que hervía en su interior. En seguida miró a su hermana Lisa y se acercó a ella, dejándola nerviosa.
-¿Qué carajos estás haciendo Lisa? Creí que ya habías recapacitado pero esto – señaló a Luciano que se levantaba del piso con dificultad – ¡Estás embarazada, maldita sea!
-Hermano – murmuró Lisa, abrazando su vientre – ¿Cómo…?
-No soy imbécil – replicó el hombre molesto – Cada vez que iba a tu departamento, el lugar apestaba a tabaco, tu no fumas y luego – bufó como un toro al recordar lo que había visto – Ay, tonta. Llegué una vez sin avisar y te encontré con este bastardo entre las piernas.
Lisa retrocedió un paso avergonzada y con lágrimas en los ojos, pero se apresuró a pedir perdón.
-Lo siento hermano. Fui una tonta, pero ya aprendí… de verdad ya aprendí.
Lisa sollozó por lo alto. Realmente era una desdichada al ser usada y dejarse usar por un hombre que no la respetaba ni nunca lo haría. Joan suspiró. Le dolía ver a su querida hermana tan triste, pero tenía que entender que había hombres basura que no merecían segundas oportunidades. Abrazó a su hermana y se la llevó a su auto. Pero Lisa se zafó para hablar con la pareja delante de ellos.
-Lo siento mucho – se inclinó con dificultad por su barriga y luego los miró a los ojos – Eso lo del papel es mentira… todo es mentira. Luciano quería hacerte esta maldad pero no entiendo bien la razón. Perdónenme por ser parte de este despreciable acto – se inclinó de nuevo.
Dalia solo sintió que su corazón regresaba a su lugar y su cuerpo se volvió un poco débil, pero evitó que la embarazada siguiera inclinándose. Y miró a Kei, pidiéndole ayuda con la mirada, aunque molesto, él accedió y junto con Dalia levantaron a la mujer.
-Con todo aclarado, está bien, pero no deberías creer a cualquier bastardo.
Lisa asintió.
-Lo siento de verdad.
Con esto se fue Lisa con su hermano, y al mirar alrededor, Luciano había desaparecido, dejándolos frustrados. Pero Kei no iba a dejar que saliera impune ese hombre, mañana mismo llamaría un investigador privado y a su maestro para decirle de las fechorías de Luciano. Mientras tanto, abrazó a Dalia con fuerza, sintiendo el alivio de tenerla en sus brazos.