La Maldición De Los Dickens

Busqué el mejor bar de la ciudad, para deshacerme de mi estrés acumulado, y reservé la zona VIP de “The Carley”. El ambiente es bastante agradable y alegre en comparación con otros bares a los que he ido.

He visitado muchos países, pero ninguno me había llamado tanto la atención como este. Hay mucha buena vibra; las personas son bastante agradables, acogedoras y muy amables.

Cuando estaba a punto de irme, algo en mí me dijo que volteara. Cuando lo hice, vi entrar a una hermosa mujer. He visto a muchas, pero esta sin duda tenía algo que me llamaba, así que volví a mi lugar. La estuve observando sin que yo ni ella nos diéramos cuenta. Sin embargo, creo que sintió que alguien la observaba, volteo y nuestros ojos se encontraron.

Mientras observaba el ambiente del bar y disfrutaba mi bebida, escuché una conversación entre dos hombres sobre una mujer en particular, sus comentarios irrespetuosos me alarmaron, despertando mi instinto protector. Recordando las enseñanzas de mi madre sobre el respeto hacia las mujeres.

—¡Oye! ¿Ves a la mujer del vestido azul? —dijo uno de los hombres.

—Esta como quiere —respondió su compañero.

—Te apuesto $500 USD a que esta noche esa p**a va a hacer mía —declaró el otro.

—¡Trato hecho! —aceptó el otro mientras se levantaba tambaleándose.

Tuve que adelantarme para protegerla al estar cerca de ella, noté su delicioso perfume, algo inusual para mí, ya que generalmente no soporto los olores fuertes. Sin embargo, esa fragancia despertó algo en mi interior, una sensación desconocida pero agradable.

Siguiendo mi impulso, ordené una bebida revitalizante para ella, asegurándome de que los tipos no estuvieran cerca de ella.

Después de despedirme, recibí un mensaje que me enfureció.

Un video de Emma con otro hombre no despertó emociones en mí, la manera en que me restregaron la infidelidad en la cara me llenó de ira. Haciéndome recordar una experiencia pasada similar, y decidí salir a tomar aire.

“¿Hermosa, ¿no?” escuchó la voz de Liam a mis espaldas.

“¿Qué haces aquí?” pregunte, sorprendido.

“Como ayer era tu día libre, llame a tu casa, pero tu abuela me dijo que viniste aquí por negocios,” respondió él.

“Vamos por unos tragos, ¿eh?” propuso, sonriendo.

“¿Qué ves?” dijo él, al notar que no le ponía atención. A lo lejos, vi a la misma chica del bar, rodeada por los mismos tipos que habían hecho una apuesta por ella hace un momento.

“Hey, ¿a dónde vamos?” preguntó Liam, siguiéndome.

“Ahhh, ok, vamos a ayudar a la damisela en apuros,” dijo, captando mi intención.

Nos acercamos a ellos y, como siempre, Liam empezó a hablar de más.

A mi me molestó tanto que uno de los tipos hablara mal de la chica que no me contuve y le solte un golpe en la cara, tirándolo al piso. Los tipos se fueron, al igual que Liam.

La chica me dio las gracias y se apartó para contestar su teléfono. Pude notar la tristeza en los ojos de la chica y, por la forma en que colgó la llamada, supuso que se trataba de un problema amoroso.

“¿Te rompieron el corazón?” pregunté y creo que fue demasiado desalmado de mi parte decir algo que era evidente cuando colgó su llamada.

Sentí un pequeño dolor en mi pecho al ver su mirada triste. Algo en mí quería que sonriera, pero no sabía qué decir. Lo único que se me ocurrió fue invitarle una copa para que se olvidara de su decepción.

Es una chica bastante hermosa y me brinda una linda calidez, una calidez que desde hace años no había vuelto a sentir. Le pedí a la mesera unos tragos. Me pareció muy eficiente la muchacha, porque no se tardó mucho; diría que los fue a tomar a la vuelta de la esquina.

Bebí un sorbo, después otro, y empecé a sentirme muy excitado. Sin duda, la bebida tenía algún tipo de afrodisíaco. No podía creer que esta chica se atreviera a investigarme y drogarme. ¿Para qué? ¿Para después amenazarme con un hijo, como tantas otras que han usado el mismo truco sucio? Pero ella no va a obtener nada de eso.

Su sueño de casarse con un hombre rico se esfumará cuando se dé cuenta de que lo que está haciendo es en vano.

Quería evitar caer en su estúpido juego, pero por más que miraba para todos lados para evitar su mirada, me fue imposible. Esos hermosos ojos, su boca y esas piernas me llamaban cada vez más. Cuando la miré, nuestros ojos se volvieron a encontrar.

No pude contener mis ganas. Me acerqué a ella y la besé; mi lengua buscaba abrirse paso y luego jugaba con la de ella. Nos dirigimos a un cuarto VIP del bar. Dejé sus labios para pasar a recorrer su hermosa figura.

Tenerla en mis manos me hizo sentir una extraña conexión con ella. Mis actos provocaron muchas reacciones que nunca había sentido. Mis toques fueron suaves y delicados, como si quisiera que el momento fuera eterno, eterno como el infinito. Entre más la besaba, más la deseaba.

Nuestras acciones sexuales eran sin duda un éxtasis de placer. Mi cuerpo ansiaba tenerla cada vez más cerca, ahogarme cada vez más en sus dulces labios. Nunca traigo conmigo un preservativo, porque la maldición de mi abuelo es real, aunque me cueste creerlo.

Ninguna de las mujeres con las que he estado me ha salido con su "domingo siete", y esta chica no va a ser la excepción. Su entrada era apretada; sin duda, era virgen. Quería hacerlo como siempre acostumbro, pero era su primera vez, no quería que fuera una mala experiencia para ella. Así que la traté delicadamente. Cada paso que daba en ella era cuidadoso. La besaba dulcemente, deslizando mis manos entre sus bragas bordadas de encaje.

La noche se me hizo corta y el sol apareció. Mi mano la buscaba, pero ella había desaparecido. Me sentí abandonado y utilizado.

Mi teléfono no dejaba de sonar, era la décima vez que mi padre llamaba, pero como las llamadas anteriores, no pude contestar. Mis ojos se abrieron completamente cuando observaron la hora “11:00 am”. Nunca me había levantado tan tarde. Mi insomnio crónico hacía que dormir ocho horas fuera casi imposible para mí.

Me recosté de nuevo en la cama, mirando al techo, perdido en mis pensamientos y vuelvo en mi cuando mi teléfono suena de nuevo. Me levanté de un salto para cogerlo y al observar a mi lado, confirmé lo que me preguntaba ¿Es virgen?

📱"Bueno," contesté la llamada.

📱"Christopher, ¿dónde andas muchacho?" preguntó mi padre.

📱"Nuestro vuelo sale en menos de una hora. ¿Piensas quedarte en México para asegurar nuestra negoción?" dijo mi padre.

📱"Voy para allá," respondí y colgué.

"¡Qué demonios hice!" exclamé.

"Solo fue un encuentro casual. Además, estoy maldito. Ella ni siquiera saldrá embarazada de mí," pensé. Me vestí y salí.

Le pedí a la empleada que se encargara de limpiar todo y que fuera discreta. Para eso tuve que darle una buena propina.