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Dueños Del Juego

Dueños Del Juego

Status: En proceso
Popularitas:685
Nilai: 5
nombre de autor: Joe Paz

En el despiadado mundo del fútbol y los negocios, Luca Moretti, el menor de una poderosa dinastía italiana, decide tomar el control de su destino comprando un club en decadencia: el Vittoria, un equipo de la Serie B que lucha por volver a la élite. Pero salvar al Vittoria no será solo una cuestión de táctica y goles. Luca deberá enfrentarse a rivales dentro y fuera del campo, negociar con inversionistas, hacer fichajes estratégicos y lidiar con los secretos de su propia familia, donde el poder y la lealtad se ponen a prueba constantemente. Mientras el club avanza en su camino hacia la gloria, Luca también se verá atrapado entre su pasado y su futuro: una relación que no puede ignorar, un legado que lo persigue y la sombra de su padre, Enzo Moretti, cuyos negocios siempre tienen un precio. Con traiciones, alianzas y una intensa lucha por la grandeza, Dueños del Juego es una historia de ambición, honor y la eterna batalla entre lo que dicta la razón y lo que exige el corazón. ⚽🔥 Cuando todo está en juego, solo los más fuertes pueden ganar.

NovelToon tiene autorización de Joe Paz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 2: El Juego Fuera del Campo

Una semana después de haber asumido el control del A.S. Vittoria, Luca comprendió algo con absoluta claridad: el fútbol no se ganaba solo en la cancha.

Desde el primer día, las reuniones con su equipo técnico, las conversaciones con jugadores y las largas noches revisando contratos le demostraron que la verdadera batalla no era únicamente deportiva. Era financiera, política y estratégica.

Un club sin dinero no podía competir.

Un club sin influencia no podía sobrevivir.

Y aunque Luca Moretti no tenía experiencia en la gestión de un equipo, sabía perfectamente cómo moverse en el mundo de los negocios.

Más de dos décadas como parte de la familia Moretti le habían enseñado que el poder se construía con relaciones. Y si Vittoria quería resurgir, necesitaba más que buenos fichajes y entrenamientos duros. Necesitaba aliados.

Por eso, una semana después de su llegada al club, decidió empezar su propio juego.

Era hora de mover sus influencias.

Reunión con Valeria D’Alessio – La Hija del consejero

El primer encuentro fue con Valeria D’Alessio, hija de Marco D’Alessio, uno de los consejeros financieros más influyentes de Milán.

Valeria era una mujer astuta, acostumbrada a moverse en los círculos de poder gracias a la influencia de su padre. Se desempeñaba como abogada corporativa en un bufete de renombre y tenía acceso a empresarios que podrían estar interesados en invertir en Vittoria.

La cita fue en un exclusivo café en el centro de la ciudad.

Luca llegó temprano, vestido con un traje oscuro y sin corbata, proyectando la imagen de un hombre serio, pero accesible.

Cuando Valeria entró, lo hizo con la seguridad de alguien que sabía exactamente cuánto valía su tiempo.

—¿Desde cuándo te interesa el fútbol, Moretti? —preguntó con una sonrisa intrigada mientras se sentaba frente a él.

Luca le devolvió la sonrisa.

—Desde que entendí que el fútbol no es solo un deporte, sino un negocio.

—Sabía que ibas a decir eso.

Ella tomó un sorbo de su café y cruzó las piernas.

—¿Qué quieres de mí?

Luca fue directo.

—Conexiones. Quiero que me ayudes a conseguir reuniones con empresarios que puedan ver a Vittoria como una inversión a futuro.

Valeria arqueó una ceja.

—Mi padre siempre dijo que los Moretti no hacen negocios sin garantía. ¿Qué les ofreces a estos inversores?

—Ser parte del resurgimiento de un club con historia. Una oportunidad de inversión en un proyecto serio, con una estrategia clara para regresar a la élite del fútbol italiano.

Valeria apoyó un codo en la mesa y lo miró con interés.

—Necesitarás más que palabras bonitas para convencerlos.

Luca sonrió de lado.

—Por eso estoy aquí. Dame nombres y yo haré el resto.

Ella lo observó en silencio por un momento. Finalmente, sacó su teléfono y comenzó a escribir.

—Te conseguiré dos reuniones la próxima semana. No prometo nada más.

—Eso es suficiente por ahora.

Ella guardó el teléfono y sonrió.

—Siempre supe que harías algo grande, Luca. Solo no esperaba que fuera con un equipo de fútbol.

—La vida da giros inesperados.

Valeria tomó su bolso y se puso de pie.

—Haz que valga la pena.

—Lo haré.

Y con eso, la primera pieza del tablero quedó en su lugar.

Encuentro con Andrea Ferri – El Fiscal de la Universidad

La siguiente persona en su lista era Andrea Ferri, un viejo amigo de la universidad que, a diferencia de Luca, sí había seguido el camino tradicional de la familia.

Andrea era ahora fiscal adjunto, con un nombre en ascenso en la política y la justicia.

La reunión fue en un bar discreto en el distrito financiero.

Cuando Luca llegó, Andrea ya estaba esperándolo con una copa de whisky en la mano.

—Dime que esto no es una reunión para convencerme de comprar un palco en Vittoria.

Luca rió y se sentó frente a él.

—No, pero si quieres uno, te lo vendo barato.

Andrea negó con la cabeza con diversión.

—Hablando en serio, ¿qué necesitas?

Luca apoyó las manos en la mesa.

—Información.

—Eso suena peligroso.

—Tranquilo, nada ilegal. Quiero saber qué empresas están moviendo dinero en el deporte en este momento. Quién está invirtiendo, quién está lavando dinero en clubes, quién tiene interés en meterse en el fútbol.

Andrea lo miró fijamente.

—¿Quieres atraer inversionistas o evitarlos?

—Las dos cosas.

Andrea tomó un sorbo de su whisky y asintió.

—Dame unos días. Puedo conseguirte algunos nombres.

—Te lo agradecería.

Andrea apoyó la copa sobre la mesa y sonrió con ironía.

—Sabes, cuando éramos estudiantes, todos apostaban a que ibas a terminar en Moretti Enterprises.

Luca sonrió de lado.

—Nunca me gustó que apostaran por mí.

Andrea rió.

—Eso sí lo creo.

Otra pieza en el tablero.

Reunión con Isabella Marchetti – La Exnovia y Empresaria

La última reunión del día era la más inesperada.

Isabella Marchetti, su exnovia, ahora dirigía una de las compañías de negocios virtuales más exitosas de Italia.

No se habían visto en años. Su relación terminó cuando ella decidió enfocarse en su carrera y él, en… bueno, en no hacer lo que su familia esperaba.

Cuando la vio entrar al restaurante, tuvo que admitir que no había cambiado mucho. Seguía teniendo esa presencia fuerte, ese aire de quien no necesita la aprobación de nadie.

Ella se sentó sin rodeos.

—Si me hubieras dicho hace cinco años que algún día me llamarías para hablar de fútbol, me habría reído en tu cara.

Luca sonrió.

—Supongo que las cosas cambian.

—Algunas cosas sí. Otras no tanto.

Se hizo un silencio breve antes de que ella cruzara los brazos.

—¿Entonces? ¿Para qué me citaste?

—Quiero llevar a Vittoria a la élite, y para eso necesito inversión.

Isabella levantó una ceja.

—¿Me estás pidiendo dinero?

—No. Estoy pidiendo tu visión. Tu empresa maneja datos y estrategias de mercado. Quiero que analices a Vittoria como una marca y me digas cómo podemos hacerlo atractivo para inversores.

Ella lo miró con interés.

—Tienes mi atención.

Luca deslizó una carpeta sobre la mesa.

—Aquí tienes todo lo que necesitas.

Isabella la tomó y la hojeó.

—Si esto me convence, te daré un informe en una semana.

Luca asintió.

—Eso es suficiente.

Ella sonrió.

—Siempre fuiste bueno convenciendo a la gente.

—Intento no perder la costumbre.

Se despidieron con un apretón de manos y, cuando Isabella se fue, Luca supo que había sido una buena jugada.

Reunión con los Patrocinadores

Ahora que tenía información, apoyo estratégico y posibles nuevos inversionistas, llegó el momento de la verdadera prueba: enfrentarse a los patrocinadores actuales de Vittoria.

La reunión sería al día siguiente en un salón privado en el estadio.

Sería la primera vez que Luca Moretti demostraría que su visión no era solo un sueño.

Era un plan.

Y estaba dispuesto a ganar.

El día de la reunión con los inversionistas había llegado.

Luca se encontraba en la sala de conferencias del estadio de Vittoria, con una vista panorámica al campo vacío. Era una imagen simbólica. Ese estadio, que algún día había vibrado con los cánticos de los aficionados en la Serie A, ahora esperaba su resurgimiento.

Y todo dependía de lo que ocurriera hoy.

Adriano estaba a su lado, revisando algunos documentos sin demasiada emoción.

—Dime que no planeas hacer una presentación aburrida de PowerPoint.

—No, solo una aburrida presentación verbal.

—Eso suena peor.

Luca sonrió. Estaba nervioso, pero no podía permitirse mostrarlo.

Los primeros en llegar fueron los inversionistas que Valeria había conseguido. Federico Arzani, CEO de una empresa de tecnología en ascenso, y Giorgio Mancini, un empresario con negocios en la industria del entretenimiento y los medios deportivos.

Ambos entraron con la actitud de hombres que estaban allí por simple curiosidad, no porque creyeran en el proyecto.

Minutos después, Isabella Marchetti apareció.

Vestida con un traje elegante, con la misma seguridad que siempre había tenido. Se sentó sin pedir permiso, cruzó las piernas y miró a Luca con una ligera sonrisa.

—No me habías dicho que este sería un evento social.

—Quería que fuera una sorpresa.

—Bien. Entonces sorpréndeme.

Luca tomó aire y comenzó.

—Vittoria no es solo un club de fútbol. Es una marca que está esperando ser reconstruida. Tiene historia, tiene identidad y tiene una afición que está hambrienta de algo real.

Hizo una pausa, observando sus reacciones.

—Lo que les propongo es simple: invertir en el renacimiento de un club que tiene potencial para regresar a la élite. Con la estrategia correcta, podemos convertir a Vittoria en un equipo sostenible, competitivo y rentable.

Federico Arzani fue el primero en hablar.

—Suena bien en papel, pero ¿cuál es el plan realista para hacer esto rentable?

Luca asintió.

—Primero, reconstrucción deportiva. Estamos analizando fichajes estratégicos para fortalecer el equipo sin comprometer las finanzas. Segundo, modernización del club. Queremos atraer patrocinadores nuevos y mejorar nuestras instalaciones. Tercero, expansión de marca. Queremos llevar a Vittoria al mercado digital y maximizar ingresos fuera del campo.

Giorgio Mancini entrelazó los dedos.

—El problema con invertir en fútbol es que dependes de los resultados en la cancha. ¿Y si Vittoria no sube?

Antes de que Luca pudiera responder, Isabella habló.

—Si inviertes en un club pensando solo en los resultados inmediatos, nunca vas a ganar dinero.

Todos la miraron.

Ella sonrió levemente y apoyó un codo en la mesa.

—Los clubes que funcionan bien no dependen solo de la clasificación. Se enfocan en explotar su marca. Merchandising, contenido digital, alianzas comerciales, academias juveniles. No necesitas estar en la Serie A para generar ingresos.

Federico la observó con más interés.

—Tienes razón. Pero eso requiere una gestión impecable.

Isabella giró la cabeza hacia Luca.

—Por eso, si invierto en Vittoria, quiero ser parte del consejo directivo.

Luca la miró con sorpresa.

—¿Quieres un puesto en la directiva?

—Sí. Quiero tomar decisiones, no solo poner dinero.

Hubo un breve silencio.

Adriano, que hasta ese momento había observado en silencio, finalmente habló.

—Si eso significa que vas a pelear por el club como nosotros, a mí me parece justo.

Luca respiró hondo y miró a Isabella.

—Bien. Entonces estás dentro.

Ella sonrió, satisfecha.

Federico y Giorgio intercambiaron miradas antes de asentir.

—Si ella apuesta por esto, yo también lo haré —dijo Federico.

—Y yo —añadió Giorgio—. Pero quiero ver progresos antes de comprometer más capital.

Luca asintió.

—Van a verlos.

La reunión terminó con apretones de mano y acuerdos preliminares.

Cuando todos se marcharon, Luca se quedó en la sala junto a Adriano.

Su hermano lo miró con una expresión que mezclaba aprobación y diversión.

—¿Te das cuenta de que acabas de meter a tu ex en la directiva?

Luca suspiró.

—Sí. Y no sé si fue la mejor o la peor idea que tuve.

Adriano sonrió.

—Supongo que lo descubriremos pronto.

Y con eso, el primer gran paso para cambiar el futuro de Vittoria estaba dado.

El eco de los últimos pasos de los inversionistas que acababan de salir aún resonaba en la sala cuando Silvia se asomó por la puerta.

—Los patrocinadores están listos, Luca.

Luca no se levantó de inmediato. Permaneció sentado, observando el campo vacío a través del ventanal. Desde allí, podía imaginar las gradas repletas, los cánticos resonando como un rugido ensordecedor. Vittoria había sido grande una vez. Y lo sería de nuevo.

Pero no gracias a esos hombres que esperaban en la otra sala.

No gracias a sus dudas ni a sus cálculos fríos sobre pérdidas y ganancias.

Luca entrecerró los ojos. Hoy no iba a pedirles nada.

Se puso de pie con calma, acomodó su chaqueta y caminó hacia la sala de conferencias con una expresión imperturbable. Silvia lo siguió de cerca, notando el cambio en su actitud.

—¿Vas a intentar convencerlos?

Luca sonrió de lado, con una seguridad afilada.

—No. Voy a hacer que se convenzan solos.

Silvia entendió en ese instante. Psicología inversa.

No los iba a persuadir con promesas, sino con algo más poderoso: el miedo a perder una oportunidad.

Cuando Luca entró en la sala, sintió la tensión en el ambiente.

Los patrocinadores estaban sentados en una mesa larga, vestidos con sus trajes caros, cada uno con una carpeta frente a ellos. Nombres conocidos en el mundo empresarial, hombres que durante años habían visto a Vittoria como un simple activo, algo de lo que podían aprovecharse sin preocuparse demasiado por su destino.

Franco Belmonte

, dueño de una de las mayores marcas de ropa deportiva de Italia.

Sandro Vieri, presidente de una cadena de supermercados que había tenido su logo en la camiseta del equipo por más de cinco años.

Luigi Corazza,

inversor en bienes raíces con participaciones en clubes de segunda división.

Matteo Ruggeri, representante de una aerolínea que había patrocinado a Vittoria en su última temporada en Serie A.

Todos ellos creían que Luca estaba allí para convencerlos de quedarse.

Se equivocaban.

Luca caminó lentamente hacia su asiento en la cabecera de la mesa. No los saludó de inmediato. No les agradeció por venir, ni les ofreció café.

Se sentó. Guardó silencio.

Los observó.

Uno a uno.

Los dejó esperar.

Los dejó sentirse incómodos.

La confianza que traían al llegar empezó a resquebrajarse.

Finalmente, Franco Belmonte carraspeó y habló primero.

—Bien, Luca, supongo que estamos aquí para discutir el futuro del patrocinio con Vittoria.

Luca inclinó levemente la cabeza.

—No.

Un murmullo recorrió la mesa.

Sandro Vieri frunció el ceño.

—¿Perdón?

Luca entrelazó los dedos sobre la mesa con una calma absoluta.

—No los llamé aquí para discutir sus contratos.

Dejó que sus palabras flotaran en el aire unos segundos antes de continuar.

—En realidad, no los llamé en absoluto. Fueron ustedes quienes pidieron esta reunión.

Los inversionistas intercambiaron miradas incómodas. Esperaban que él viniera a rogarles.

Pero Luca Moretti no rogaba.

No era el niño desesperado que su familia siempre había visto.

No.

Era un Moretti.

Y en los negocios, los Moretti no pedían. Decidían.

—Hablemos con honestidad —prosiguió Luca, con un tono que parecía casi aburrido

Todos ustedes han patrocinado a Vittoria durante años. No porque crean en este club, sino porque les ha convenido. Mientras Vittoria les ofreciera visibilidad, ustedes seguían aquí. Cuando dejó de ser rentable, comenzaron a dudar.

Matteo Ruggeri frunció los labios.

—Luca, el fútbol es un negocio. No podemos invertir en algo que no tiene garantías.

Luca apoyó un codo en la mesa y lo miró directamente a los ojos.

—Exactamente.

Matteo parpadeó.

—¿Perdón?

—Que el fútbol es un negocio. Y por eso mismo, ustedes no pueden darse el lujo de quedarse fuera de algo grande.

Ahora tenía su atención.

Luca se reclinó en su asiento, proyectando una confianza impenetrable.

—Sé que muchos de ustedes ya están pensando en reducir su inversión o en retirarse por completo. Lo que no han considerado es lo que perderán si lo hacen.

—¿Y qué perderemos? —preguntó Luigi Corazza con escepticismo.

Luca sonrió con la frialdad de un jugador que estaba a punto de hacer su mejor movimiento.

—Influencia.

Dejó que la palabra se asentara.

—Vittoria ya no es el club sin rumbo que conocían. Estamos reconstruyéndonos. Vamos a traer nuevos inversores, nuevos jugadores, nuevos proyectos. Y cuando Vittoria vuelva a estar en la Serie A, los patrocinadores que se quedaron con nosotros desde el inicio serán los que cosechen los beneficios.

Luca se inclinó hacia adelante.

—Pero aquellos que duden, aquellos que esperen a ver qué pasa antes de comprometerse, serán reemplazados.

Sus palabras fueron un golpe seco.

Era exactamente lo opuesto a lo que esperaban escuchar. Esperaban súplicas, promesas vacías.

Pero lo que recibieron fue un ultimátum.

—En otras palabras —continuó Luca, con una expresión imperturbable—, no necesito convencerlos de quedarse. Ustedes necesitan convencerme de que todavía tienen un lugar en este proyecto.

El impacto fue inmediato.

Franco Belmonte ajustó su corbata, incómodo.

Sandro Vieri tamborileó los dedos sobre la mesa, pensativo.

Luigi Corazza, el más escéptico, lo miró con el ceño fruncido.

—¿Y qué nos garantiza que realmente vas a lograrlo?

Luca no parpadeó.

—Que soy un Moretti.

El peso de su apellido cayó sobre la mesa como un martillo.

Todos sabían lo que significaba. Los Moretti no apostaban para perder.

El primero en reaccionar fue Franco Belmonte.

Se inclinó hacia adelante, con los ojos afilados.

—Si Vittoria de verdad regresa a la Serie A… quiero mi logo en su camiseta.

Luca sonrió.

—Si te quedas, lo tendrás.

Los demás comenzaron a murmurar entre ellos. El miedo a perder lo que podría ser una gran oportunidad comenzó a trabajar en sus mentes.

Y así, Luca los tenía exactamente donde quería.

Silvia, que había observado todo en silencio desde un rincón de la sala, apenas pudo ocultar su sonrisa.

Cuando salieron de la reunión, Adriano lo esperaba afuera.

—¿Cómo salió?

Luca se pasó una mano por la chaqueta con tranquilidad.

—Van a quedarse.

Adriano arqueó una ceja.

—¿Cómo lo sabes?

Luca sonrió.

—Porque los hice creer que ya los había reemplazado.

Adriano rió entre dientes.

—Eres más hijo de nuestro padre de lo que crees.

Luca miró hacia el estadio vacío.

No.

No era como su padre.

Era mejor.

Los días previos a la pretemporada estuvieron cargados de trabajo. Luca había pasado las últimas jornadas asegurando las inversiones, reorganizando la estructura del club y preparando el terreno para la llegada de nuevos fichajes. Pero había algo que aún pesaba sobre Vittoria como una sombra imposible de ignorar: la deuda del club.

Era momento de enfrentarse a ello.

Por eso, aquella mañana convocó a una reunión con la directiva ejecutiva en la sala de conferencias del estadio. Allí se decidiría el futuro financiero del club.

Adriano lo acompañó, aunque Luca ya sabía que su hermano no tenía paciencia para los “burócratas del fútbol”. Y, honestamente, tampoco esperaba que la tuviera.

Silvia ya había preparado la sala cuando entraron. Alrededor de la mesa estaban sentados los hombres y mujeres que manejaban el club en el papel.

Giancarlo Riva

, el presidente ejecutivo, de sesenta y cinco años, con su porte serio y gesto controlado. Un hombre que había visto demasiados presidentes de club venir e irse.

Paolo De Santis, el director financiero, con sus gafas y su actitud siempre analítica. Para él, todo se reducía a números.

Lorenzo Bianchi, el director de operaciones, más relajado en su postura, aunque con el ceño fruncido. Sabía que los cambios venían y que no podía hacer nada para detenerlos.

Angela Ferraro, la directora de comunicación, con su elegante traje negro y su mirada calculadora. Era la única que parecía realmente interesada en escuchar lo que Luca tenía que decir.

Y, junto a Luca, Isabella Marchetti.

—Gracias por venir —dijo Luca, tomando asiento en la cabecera de la mesa. Su tono era neutro, pero su expresión hablaba de negocios serios.

Los ejecutivos le devolvieron miradas atentas, aunque algunos con evidente escepticismo.

—Antes de empezar —continuó, mirando a Isabella—, quiero presentarles a alguien. Isabella Marchetti se unirá a la directiva como parte de nuestra reestructuración financiera.

Isabella cruzó las piernas y sonrió con la confianza de quien no necesita aprobación.

—Un placer conocerlos.

Paolo De Santis la miró con ligera desconfianza.

—¿Parte de la reestructuración?

Adriano resopló y se inclinó sobre la mesa.

—Sí, porque, claramente, ustedes han hecho un trabajo brillante manejando el dinero del club.

Hubo un breve silencio tenso.

Luca ignoró la frialdad de la sala y tomó los documentos que Silvia había dejado preparados.

—Vamos directo al punto. La deuda de Vittoria es de 24 millones de euros.

—Sí, ya lo sabemos —intervino Lorenzo Bianchi—. Pero estamos trabajando en estrategias para refinanciarla.

—No me interesa refinanciarla —cortó Luca—. Me interesa eliminarla.

Paolo De Santis dejó sus papeles sobre la mesa y lo miró con seriedad.

—Con todo respeto, Moretti, la deuda del club no es algo que pueda desaparecer de la noche a la mañana.

Adriano se echó hacia atrás en su silla con una risa sarcástica.

—No desaparece porque ustedes han estado chupándole la sangre al club por años.

Todos se giraron hacia él, incómodos.

—A ver, explíquenme algo —continuó Adriano, señalando la carpeta de Paolo—. ¿Cómo es posible que Vittoria tenga una deuda de 24 millones si no han invertido un carajo en fichajes, en infraestructura o en marketing en los últimos años?

Giancarlo Riva se aclaró la garganta, intentando mantener el control de la conversación.

—La situación financiera del club ha sido complicada desde el descenso. Tuvimos que mantener los costos de operación y…

—Y en lugar de buscar soluciones, se quedaron sentados viendo cómo el equipo se hundía —interrumpió Adriano, golpeando la mesa con la palma de la mano—. Lo único que hicieron fue asegurar sus propios sueldos mientras Vittoria se desmoronaba.

Paolo entrecerró los ojos.

—Si insinúas que…

—No estoy insinuando nada —lo interrumpió Adriano con dureza—. Estoy diciendo la verdad.

El silencio era denso.

Luca tomó la palabra antes de que las cosas se descontrolaran más.

—No vine aquí para buscar culpables —dijo con calma—. Vine para arreglar esto.

Abrió la carpeta y deslizó algunos documentos sobre la mesa.

—Tenemos tres opciones:

Cortamos gastos innecesarios. Y eso significa eliminación de sueldos inflados y contratos sin sentido.Reestructuramos el club desde adentro. Eso incluye revisión de patrocinios, optimización de recursos y una gestión más eficiente de la plantilla.Vendemos activos y buscamos capital externo.Paolo frunció el ceño.

—¿Capital externo?

Isabella intervino con su tono tranquilo pero afilado.

—Eso significa atraer inversión privada y modernizar la manera en que Vittoria genera ingresos.

Angela Ferraro, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló.

—Si vamos a hacer esto, necesitamos asegurarnos de que la afición entienda el proyecto. Ellos no quieren solo números, quieren esperanza.

Luca la miró y asintió.

—Por eso la comunicación será clave. Vittoria no puede seguir siendo un club que sobrevive, tiene que ser un club que construye.

Riva suspiró y se recostó en su silla.

—Son decisiones radicales.

Adriano soltó una carcajada.

—¿Y qué esperaban? ¿Qué siguiéramos haciendo lo mismo que ustedes?

Paolo respiró hondo, claramente irritado.

—Muy bien. Si quieren cambios, entonces qué proponen exactamente.

Luca deslizó otro documento sobre la mesa.

—Para empezar, cortes de sueldos en la directiva y eliminación de contratos administrativos innecesarios.

Riva frunció el ceño.

—¿Estás pidiendo que recortemos personal?

Adriano sonrió con ironía.

—No. Estamos pidiendo que dejen de pagarle a gente que no hace nada.

Lorenzo Bianchi intervino con una nota de preocupación.

—Si reducimos personal en las áreas administrativas, el club podría verse afectado en su organización interna.

Luca sostuvo su mirada.

—Por eso vamos a reemplazar a los ineficientes con gente que de verdad quiera que Vittoria crezca.

Angela Ferraro se cruzó de brazos, evaluando la situación.

—Si vamos a hacer esto, debemos manejarlo con cuidado. La prensa no debe verlo como un colapso, sino como una reestructuración necesaria.

Isabella sonrió con satisfacción.

—Exactamente.

Luca exhaló y miró a cada uno de los presentes.

—Esta es la única manera en que Vittoria volverá a ser grande.

Se hizo un silencio.

Finalmente, Riva asintió con resignación.

—Está bien. Hagámoslo.

Paolo De Santis miró los documentos con gesto tenso.

—Espero que sepas lo que estás haciendo, Moretti.

Luca se inclinó levemente hacia adelante.

—Lo sé. Y si ustedes no pueden adaptarse a lo que viene, mejor que se hagan a un lado.

Y con eso, el primer golpe al viejo Vittoria había sido dado.

Los días siguientes fueron un torbellino de cambios.

Tal como lo habían planeado, uno por uno, los miembros de la vieja directiva dimitieron. Giancarlo Riva fue el primero en irse, alegando problemas personales, aunque todos sabían que simplemente quería evitar un escándalo. Paolo De Santis intentó resistirse, pero cuando los rumores de una auditoría interna comenzaron a circular en la prensa, renunció sin más explicaciones. Lorenzo Bianchi y Angela Ferraro lo siguieron poco después, sin hacer demasiado ruido.

Era el final de una era de corrupción y mediocridad para Vittoria.

Y el inicio de algo mucho más grande.

Con los antiguos directivos fuera, era hora de formar un nuevo equipo. Isabella tomó uno de los puestos clave en la directiva, lo que significaba que no solo manejaría la parte estratégica del club, sino que también tendría una voz en las decisiones importantes.

Por otro lado, Adriano no perdió tiempo.

Llamó a varios contactos, exfutbolistas, empresarios y figuras de la élite, ofreciéndoles la oportunidad de ser parte del resurgimiento de Vittoria. No solo como consejeros, sino como inversores.

Matteo Bernardi, un exjugador con experiencia en la Serie A, aceptó formar parte del consejo y aportó capital para mejorar las instalaciones deportivas.

Enrico Lombardi, un magnate del sector hotelero, invirtió en el club a cambio de futuras alianzas comerciales.

Fabrizio Conti, empresario de la industria automotriz, compró activos del club y aseguró un patrocinio para los próximos tres años.

Cada nuevo miembro traía no solo dinero, sino también influencia y estabilidad.

Con la estructura financiera asegurada, Luca convocó a una rueda de prensa para hacer oficial la transformación del club.

El evento se realizó en una sala del estadio, con decenas de periodistas y cámaras listas para captar el mensaje.

Luca tomó asiento en la mesa principal, con Isabella y Adriano a su lado.

—Durante años, el A.S. Vittoria ha sido un club con historia, pero sin rumbo. Eso cambia hoy.

Los flashes de las cámaras iluminaron la sala.

—Hemos reestructurado la directiva, asegurado nuevas inversiones y comenzado un proyecto serio para devolverle a Vittoria su lugar en el fútbol italiano. Ya no somos un equipo que sobrevive. Somos un equipo que crece.

Las preguntas no tardaron en llegar.

"¿Qué cambios veremos en el equipo?"

"¿Se vienen nuevos fichajes?"

"¿Qué pasa con los jugadores que no han rendido?"

Luca miró a los periodistas con calma.

—Las decisiones deportivas serán tomadas por nuestro cuerpo técnico y nuestra nueva directiva. Pero puedo decirles algo: nadie que no esté comprometido con este proyecto seguirá en Vittoria.

La frase retumbó en los titulares al día siguiente.

Reunión con la Nueva Directiva

Días después de la conferencia, Luca convocó a los nuevos directivos para establecer los lineamientos de su trabajo.

La reunión se llevó a cabo en una de las oficinas remodeladas del estadio.

—Bienvenidos —dijo Luca, observando a los presentes—. No estamos aquí solo para ocupar cargos. Estamos aquí para construir algo real.

Adriano tomó la palabra.

—La primera fase es simple: asegurar que Vittoria sea un club económicamente estable y competitivo. Eso significa control financiero, gestión eficiente y un equipo que refleje nuestros valores.

Isabella revisó algunos documentos y miró a Luca.

—Por eso debemos ser claros en lo que se espera de cada uno. No queremos una directiva decorativa. Todos aquí tienen un rol clave.

Uno a uno, se fueron estableciendo las responsabilidades.

Isabella Marchetti: Manejo de inversiones y estrategias comerciales. Matteo Bernardi: Desarrollo deportivo y apoyo al equipo técnico.

Enrico Lombardi: Relaciones públicas y expansión de la marca Vittoria. Fabrizio Conti: Infraestructura y patrocinadores estratégicos.

Cuando la reunión terminó, Luca se quedó en la oficina con Adriano e Isabella.

Isabella cerró su carpeta y se apoyó en la mesa.

—Ahora que tenemos el club bajo control, tenemos que hablar de la plantilla.

Adriano cruzó los brazos.

—¿Qué pasa con la plantilla?

—Rafa de Souza —respondió Isabella sin rodeos—. No confío en su rendimiento.

Luca se pasó una mano por la barbilla.

—Pensé que habíamos decidido darle una oportunidad.

—Le dimos —respondió Isabella—. Y no ha demostrado nada.

Adriano resopló.

—Lo sabía. Siempre ha sido un problema.

—Exacto. Y no podemos darnos el lujo de tener jugadores con actitudes problemáticas. Si queremos crecer, necesitamos gente comprometida.

Luca asintió lentamente.

—Entonces lo vendemos.

Adriano sonrió.

—Ya tengo un par de clubes interesados en él. No sacaremos una fortuna, pero nos libramos de un problema.

Isabella inclinó la cabeza.

—Bien. Además, el entrenador me envió una lista de jugadores que quiere fuera. Y en paralelo, Adriano tiene fichajes en la mira.

Adriano sacó su teléfono y deslizó una lista en la mesa.

—Tengo tres jugadores que pueden marcar la diferencia en la Serie B. Jóvenes, talentosos y con hambre de crecer.

Luca tomó la lista y la estudió.

—Hagámoslo. Pero antes, quiero que Bellucci nos dé su aprobación final.

Adriano rodó los ojos.

—No nos va a hacer la vida fácil.

—No espero que lo haga —dijo Luca con una leve sonrisa—. Pero no nos importa lo que le guste o no. Nosotros mandamos aquí.

Isabella se cruzó de brazos y sonrió.

—Me gusta cómo suena eso.

Y así, el futuro de Vittoria comenzó a tomar forma.

El club ya no estaba en manos de corruptos. Ahora, estaba en manos de visionarios.

Después de la limpieza en la directiva, era evidente que Vittoria necesitaba una estructura de mando clara. No podía seguir operando como un club desordenado, donde cada área trabajaba de manera independiente.

Luca, Adriano e Isabella sabían que debían establecer un modelo de liderazgo sólido, uno que no solo permitiera la toma de decisiones, sino que también asegurara estabilidad a largo plazo.

Por eso, en la siguiente reunión, Luca planteó el tema abiertamente.

—Hemos eliminado a la antigua directiva, pero no podemos dejar un vacío de poder. Vittoria necesita una jerarquía clara.

Adriano, que revisaba algunos documentos, asintió.

—Estamos de acuerdo. Pero la pregunta es: ¿cómo distribuimos el control?

Isabella entrelazó los dedos y miró a Luca con interés.

—Yo sé lo que estás pensando. Un presidente ejecutivo.

Luca apoyó los codos en la mesa.

—Exacto. No puedo estar metido en cada detalle del club. Necesitamos a alguien que maneje la operativa del día a día, que supervise la gestión administrativa y represente a Vittoria en la liga.

Matteo Bernardi, el exjugador que ahora formaba parte del consejo, habló por primera vez en la reunión.

—¿Ese alguien serás tú?

Luca negó con la cabeza.

—No. Mi rol es como dueño y cabeza del proyecto. No quiero un puesto administrativo. Quiero enfocarme en la visión del club, en las grandes decisiones y en los acuerdos estratégicos.

Adriano se apoyó en su asiento y sonrió con burla.

—Lo que Luca quiere decir es que necesitamos un tipo que haga el trabajo sucio por él.

Isabella rodó los ojos.

—Es lo lógico. Un presidente ejecutivo manejaría la estructura interna del club, y nosotros como consejo tomaríamos las decisiones de alto nivel.

Fabrizio Conti, otro de los inversionistas en el consejo, intervino.

—¿Y quién tiene en mente para ese puesto?

Luca se recargó en la mesa y dejó salir un leve suspiro.

—Marco Moretti.

El silencio se hizo en la sala.

Adriano levantó una ceja.

—¿Marco?

—Es el más calificado —respondió Luca—. Maneja las finanzas de la familia, tiene contactos en todos los sectores, y lo más importante: entiende cómo funciona un negocio.

Isabella cruzó los brazos.

—Pero, ¿Marco querría un puesto así?

Adriano soltó una carcajada.

—Marco no mueve un dedo sin un buen incentivo.

Luca sonrió.

—Por eso voy a ofrecérselo como un proyecto financiero. Marco no es un hombre del fútbol, pero si le demuestro que esto es un negocio rentable, lo considerará.

Matteo Bernardi asintió.

—Si Marco acepta, nos daría estabilidad económica y credibilidad. Nadie cuestionaría nuestras finanzas con él al mando.

Luca miró a su hermano mayor y le dio una sonrisa confiada.

—Voy a llamarlo.

Luego de varios días de conversaciones, Marco Moretti aceptó el puesto de presidente ejecutivo de Vittoria, con la condición de que tuviera autonomía en la gestión financiera y operativa.

Así, la nueva estructura del club quedó definida:

Luca Moretti– Dueño y Presidente del Consejo

Encargado de la visión del club, estrategia a largo plazo y acuerdos comerciales.

Marco Moretti– Presidente Ejecutivo

Encargado de la gestión administrativa, operativa y financiera del club.

Adriano Moretti– Director Deportivo

Encargado de la planificación deportiva, fichajes y estructura del equipo.

Isabella Marchetti– Directora de Estrategia y Negocios

Maneja la expansión comercial del club, la relación con inversionistas y la marca Vittoria.

Matteo Bernardi– Consejero Deportivo

Exjugador que asesora en la parte futbolística y trabaja con el cuerpo técnico.

Enrico Lombardi– Consejero de Relaciones Públicas

Encargado de la imagen del club y su posicionamiento mediático.

Fabrizio Conti– Consejero de Infraestructura y Patrocinios

Supervisa las inversiones en el estadio, instalaciones y acuerdos comerciales.

Con este modelo, Vittoria ya no era un club dirigido por gente sin experiencia.

Era un club con estructura, con poder y con una visión clara.

Y con eso, el resurgimiento de Vittoria estaba oficialmente en marcha.

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Joe
Animo, no olviden leer mis nuevas obras!!
☯THAILY YANIRETH✿
Tu forma de escribir me ha cautivado, tu historia es muy intrigante, ¡sigue adelante! 💪
Joe: Muchas gracias!!
total 1 replies
Leon
Quiero saber más, ¡actualiza pronto! ❤️
Joe: Por supuesto
total 1 replies
Texhnolyze
😂 ¡Me hizo reír tanto! Tus personajes son tan divertidos y realistas.
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