Grettel es una mujer pobre, que se enamora de un hombre rico, al que conoció desde niños.
Ese amor desencadena una serie de maltratos, odio y situaciones en las que de pronto te obligan a decir, ¡ella o yo, tienes qué decidir!
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Me casé en un pueblito
Romina se quedó con Grettel los tres días de reposo que le había ordenado el doctor.
Martha no quiso quedarse con ella, decía que esos problemas no eran suyos.
"¿Por qué voy a cuidar a una muchacha tonta que se embarazó por idiota?", fueron sus palabras.
Por favor, Romina, dile a don Agustín que en cuanto esté mejor iré a trabajar.
No te preocupes por eso. Por el momento lo único que debes hacer es cuidar tu salud.
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Buen día, don Rodrigo, ¿cómo está?
Doña Martha, ¿a qué viene usted ahora?
Por favor, necesitamos comer, fíjese que Grettel está embarazada y va a tener dos niños. Apelo a su buena voluntad y a su buen corazón.
No, doña Martha a mí no me va a envolver con palabras huecas. Que venga el padre de esas criaturas y que la mantenga. Nomás eso me faltaba. Y menos por la forma que me trató la última vez que la vi. Olvídelo, doña Martha.
Vamos, don Rodrigo, usted no es así. Usted debe aprovechar ahora que Axel ha abandonado a Grettel. Si usted se presenta con despensa y le ayuda en ese problema, ella lo va a ver con otros ojos, se lo aseguro.
¿De verdad, doña Martha?
Por supuesto, póngase las pilas.
Pedro súrtele una caja de despensa a la señora, por favor.
En cuanto se fue Martha.
Uy, don Rodrigo, no cabe duda que esa señora tiene poder de convencimiento, pero yo le aseguro que ni aunque le ofrezca toda la tienda a Grettel ella se va a fijar en usted.
Ponte a hacer tu trabajo, nadie te preguntó.
Pero Martha, en lugar de llevarle las cosas a Grettel, se las arremangó ella.
"Cada vez me está costando más caro sacarle cosas a don Rodrigo", se dijo Martha.
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Esa muchachita me está saliendo más cara de lo que yo me imaginé.
Discúlpela, don Agustín, ha estado muy delicada de salud.
Pues fíjate que a mí así no me sirve para nada. Yo necesito a alguien que esté al 100 y que se ponga las pilas, no una chiquilla enclenque y enferma. Dile que está despedida.
Don Agustín dio la vuelta y se fue, pero Romina lo siguió.
Por favor, don Agustín, dele una oportunidad más.
Don Agustín dio un gran suspiro y luego le dijo: Está bien, pero si vuelve a faltar otra vez esta vez sí quedará despedida y ya no habrá poder humano que la salve.
Gracias, don Agustín, es usted un amor.
Anda, ya vete a trabajar. No seas zalamera.
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¿Cómo va lo de las pruebas, Ulises? ¿Has logrado investigar algo?
Aún no hay nada seguro, don Adrián, pero estamos tras una pista. Al parecer, la pistola con que le dispararon a ese hombre está escondida en la casa de ese señor, tenemos que buscarla.
Espero que eso se resuelva pronto, ya me anda porque el señor Lorenzo pague todas las que me hizo.
Tenga paciencia, don Adrián, lograremos nuestro objetivo.
Bueno, además, hemos investigado la empresa que que tiene don Lorenzo, al parecer hay muchas irregularidades.
Han sido obtenidas ilícitamente. Eso quiere decir que tal vez sea lo que le robó a usted.
Por supuesto que es lo que me robó, ese hombre no tiene límites. Me acusó de haber asesinado a un hombre para quitarme todo lo mío, como éramos socios, por eso se aprovechó de eso. Pero ya le llegará su hora.
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Lorenzo, ¿aún no sabes quién es ese hombre que se mudó en frente de nuestra casa?
No, pero es muy raro, tiene un abogado muy joven.
¿No será ese hombre que acusaste de asesinato? Según tengo entendido, ya salió de la cárcel.
No creo, ya me hubiera buscado para vengarse de mí.
¿Y si está buscando el momento preciso?, le dijo Josefina con un hilo de voz, a leguas se notaba que tenía mucho miedo.
Deja de preocuparte, aunque fuera él, no tiene pruebas para acusarme de nada, Lorenzo, aunque estaba nervioso, trataba de no demostrarlo.
"Ese hombre quiere matarnos de un infarto, ¿por qué no se acerca de una vez?, así sabré a qué atenerme", pensó Lorenzo.
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Grettel, debes cuidarte por tus hijos, estás muy pálida. Mejor ya no vayas a trabajar.
Tengo qué hacerlo, necesito dinero. Romina, te tengo qué decir algo muy importante.
¿Qué cosa, Grettel?
Axel y yo nos casamos.
¡¿Qué?!, ¿es verdad eso que me estás diciendo?
Sí, nos casamos en un pueblito un poco retirado.
Entonces tienes que hablarle a Axel, que se haga cargo de ti y los niños
Es que ya le he mandado varias cartas y no me contesta ninguna.
Pues inténtalo de nuevo, él tiene la obligación de cuidarte.
Mañana voy a ver a la señora Josefina, ella tiene que ayudarme, al fin y al cabo son sus nietos.
¿Crees que ella te ayudará?
No lo sé, pero tengo la esperanza de que así sea.
Pues te deseo suerte, Grettel, esa señora es más brava que un toro.
Házmela buena...
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Grettel se levantó temprano al día siguiente y se presentó en la casa de Josefina.
La criada salió al ver que tocaban la reja.
Dígame, ¿qué se le ofrece, señorita?
Necesito hablar con la señora...
¿De parte de quién?
Grettel...
Rato después, Josefina salió, no pudo evitar el disgusto que le ocasionaba ver a esa mujer frente a ella.
¿Qué vienes a hacer a mi casa?, ¿acaso no tienes vergüenza?
Señora, tengo que hablar con usted de algo muy importante.
Nada de lo que me digas es importante para mí.
Estoy embarazada de Axel.
Josefina abrió mucho los ojos... ¿Qué estás diciendo?, eso no puede ser cierto.
Pues sí que lo es, usted va a ser abuela.
Estás loca, de seguro no es de Axel.
Pues fíjese que sí, mis hijos son de Axel, aunque usted no lo crea.
"¿Tus hijos?"
Sí, voy a tener gemelos.
¿No te da vergüenza estar embarazada sin casarte?, ¿sabes lo que van a decir de ti?
No me importa lo que puedan decir de mí, pero le tengo otra noticia.
¿Qué, hay algo más?
Sí, Axel y yo estamos casados.