En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 19
No me esperaba la visita de mis padres después de haber hablado con Johanna y menos que ella les hubiese hablado de Ana.
La llamé para pedirle una explicación y se atrevió a cortar la llamada. No me deja más opción qué ir a buscarla a la cafetería.
Una vez más me encuentro a ese tipo ahí, mis padres me dijeron que también la vieron con él y Daniela desayunando hace algunos días.
Me hace pasar a su oficina y no puedo contener mi ira, la manera en como me responde me hace enfurecer más. El hecho de que recalque qué ya no me ama, sumado a que defienda a ese tipo me vuelve loco.
Sin celos, lo sé. No puedo aceptar que mi mujer este con otro hombre, yo fui el primero y debería de ser el único en su vida.
Completamente ofuscado me abalanzó sobre ella para besarla y tocarla con el afán de que ella reaccione a mis caricias como lo hacía antes. Qué se resista me excita más y no pienso detenerme.
Lo que menos imagine fue que ese tipo ingresará de repente en la oficina para defenderla. Me tomó desprevenido y no pude darle la paliza qué se merece, ya llegará el momento en que me cobre lo que me hizo y más si descubro qué está involucrado con mi mujer.
Más tarde decido ir a buscarla a la casa para disculparme y me sorprende no encontrarla ahí ni en la cafetería, supongo que esta con su madre y allá me dirijo.
Resulta que tampoco está ahí, solo mi hijo. Mi suegra se niega a decirme donde está aludiendo qué no lo sabe. La llama y me comunica con ella, de nuevo discutimos, cada vez estoy más seguro de que ese tipo es su amante.
Le advierto que de ser así, solicitare la custodia de mis hijos y parece no importarle. No pienso dejar qué está mujer me humille de esa manera, aún no sabe de lo que soy capaz.
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Mi nombre es Ana Fernández, soy abogada. Tengo 30 años y he sido amante de Enrique desde hace tiempo. Él jamás me ocultó su estado civil y en un principio tampoco le di importancia.
Hace poco decidió terminar con nuestra relación sin darme mayores explicaciones, eso me molestó porque no soy la clase de mujer a la que un hombre quiera dejar.
Poco después nos volvimos a encontrar y para mi buena suerte su mujer nos vio basándonos. Así me enteré que estaba a punto de divorciarse.
He conseguido mudarme a la ciudad de Guanajuato, mi único objetivo es darle una lección a Enrique y que sepa de una vez por todas qué conmigo no se juega.
En su oficina me conocen muy bien, su secretaria sabe perfectamente el tipo de relación tenemos. Cuando me presento está mañana, ella me hace pasar de inmediato.
- Hola, amor- saludo al entrar.
- ¿Qué haces aquí, Ana?
- Vaya manera de recibirme, mejor explícame qué diablos te pasó en la cara- es evidente que tuvo una pelea.
- Nada de importancia, ¿a qué has venido?
- Vengo a informarte qué he me he mudado aquí.
- No pienso formalizar nada contigo, si esa fue tu intención al mudarte déjame decirte que fue en vano.
- No te entiendo, Enrique. Ya estás divorciado, no hay nada ni nadie qué se interponga entre nosotros.
- Sí lo hay, mis aspiraciones políticas.
- Eso es mentira, yo te daría una mejor imagen ante los miembros del partido; soy una mujer joven y con una preparación académica qué tu ex no tiene. Juntos podemos llegar muy lejos- me acerco a él con actitud seductora.
- Aquí son demasiado conservadores, jamás serías bien vista.
- Nosotros podamos cambiar eso. Además hacemos una linda pareja y en la habitación somos muy compatibles- masajeo sus hombros y deslizo mis manos por su pecho hasta llegar al borde de su pantalón.
- En eso último estoy totalmente de acuerdo.
Le pide a su secretaria qué nadie nos moleste y hacemos lo que mejor sabemos hacer.
Ahora debo asegurarme de sacar a su ex del camino. Enrique no sabe que lo que más me gusta de él son los beneficios que puedo obtener.
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Es la mañana del viernes, Daniela y Antonio llegan. Ya los chicos saben lo que van a ordenar y lo preparan de inmediato.
- Hiciste bien en contratar más personal, amiga.me hacíaduda, ya me hacia falta delegar algunas responsabilidades.
- Y eso le deja más tiempo para nosotros- agrega Antonio.
- Shhh, debemos de ser discretos.
- Ya eres una mujer libre, amiga. Deja de pensar en los demás y por una vez en tu vida piensa en ti.
Me distraigo al ver a la mujer que recién ingresa en el local. Daniela lo nota y dirige su mirada a la puerta.
- Daniela, esa es la mujer que estaba con Enrique el día de tu cumpleaños- murmuro para que nadie me escuche.
- ¡No puede ser!- dice sorprendida.
- ¿Tú la conoces?
- Hay algo que debo contarte.
- Vamos a mi oficina.
- Yo las dejo solas, me adelanto a la oficina Dani.
- Gracias, Antonio.
Mi mente divaga entre las posibilidades de lo que mi amiga tiene que contarme. Nos sentamos y comienza su relato.
- Daniela, eso sucedió hace años. ¿Por qué no me lo dijiste?
- Te repito que no era una foto comprometedora, solo eran ellos dos cenando en un restaurante. Tú ya pasabas por momentos difíciles y no quise empeorar la situación con una suposición.
- ¿Estás segura de que se trata de la misma mujer?
- No me queda duda, es ella.
- Enrique es un cínico, se ha atrevido a señalarme y hasta a amenazarme con pelear la custodia de nuestros hijos cuando él tiene una amante desde hace años.
- De verdad lamento no haberte contado.
- Lo entiendo, no te preocupes.
- Ahora por favor, mantente alerta. Esa mujer sabe perfectamente quien eres y vino aquí por una razón.
- ¿Crees que haya venido a espiarme?
- Es posible, no sabemos que le ha contado Enrique.
- No puedo creer que ahora que ya estamos divorciados tengamos más problemas que cuando estuvimos casados. En los más de tres años que duramos separados no tuvimos conflictos.
- Porque Enrique te sentía segura, pensaba que siempre ibas a estar enamorada de él y ahora que Antonio apareció en escena los celos lo carcomen.
- Eso es ilógico, Enrique no me ama.
- ¿Y quién te dijo que los celos son sinónimo de amor? Él te ve como un objeto de su posesión y obviamente no quiere compartirte con nadie.
- Ay amiga, ya no sé qué pensar. Esto me tiene muy agobiada.
- No necesitas pensar nada, simplemente actuar. Haz lo que sea mejor para ti, lo que te haga feliz y que ruede el mundo.
- Se te olvida que tengo dos hijos.
- No, pero tus hijos van a tener que comprender que su madre necesita ser feliz y que algún día ellos harán su propia vida y no pueden ser egoístas contigo. Con Luisito no vas a tener problemas y Mariela es mujer, si bien es muy apegada a su papá, algún día va a comprender tus razones.
- Espero que tengas razón.
- Habitualmente, siempre la tengo.
- Jajaja, volvamos a la cafetería. Debo seguir trabajando.
- Yo también necesito llegar a la oficina.
Cuando llego al mostrador la amante de Enrique ya se ha marchado. Daniela tiene razón, debo cuidarme de esa mujer.