En el pintoresco pueblo de Santa Lucía, Mary, una joven de veintiún años siente un profundo vacío causado por la falta de afecto de su padre, don Jaime, quien parece preferir a sus hermanos. Determinada a ganarse su amor, Mary inicia un viaje emocional donde descubre que el verdadero amor comienza por uno mismo. Con la ayuda amorosa de su madre, Mary busca entender las razones detrás del distanciamiento de su padre mientras aprende valiosas lecciones sobre aceptación y fortaleza interior. En su búsqueda, Mary encuentra que el amor verdadero puede manifestarse de formas inesperadas y en momentos cruciales de la vida familiar y personal.
NovelToon tiene autorización de María Isabel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una Noticia Inesperada
Los meses pasaron y Mary no recibía ninguna información sobre Carlos. Su vida seguía, pero una sombra de tristeza siempre la acompañaba. Aunque trataba de enfocarse en sus estudios y en sus ensayos de baile, no podía dejar de pensar en Carlos y en cómo estaría.
Una mañana, Mary comenzó a sentirse extraña. Sentía náuseas y mareos, algo que no había experimentado antes. Al principio pensó que era el estrés acumulado, pero cuando los síntomas persistieron, decidió hacerse una prueba de embarazo. Su intuición le decía que algo estaba cambiando en su vida.
Cuando vio el resultado positivo, Mary se quedó sin aliento. Recordó la noche antes del accidente de Carlos, su primer encuentro amoroso. Con todo lo ocurrido, había olvidado tomar la pastilla del día siguiente.
—¡Dios mío! —exclamó, llevándose una mano al vientre.
Mary se sentó en su cama, intentando procesar la noticia. Sabía que esto cambiaría su vida para siempre. Quería compartir esta noticia con Carlos, pero no tenía forma de contactarlo. La incertidumbre la estaba consumiendo.
Esa tarde, Mary decidió hablar con sus padres. Necesitaba su apoyo y consejo más que nunca.
—Papá, mamá, tengo algo muy importante que contarles —dijo Mary, con voz temblorosa.
Doña Clara y don Jaime intercambiaron una mirada de preocupación y se sentaron junto a su hija.
—¿Qué pasa, Mary? —preguntó doña Clara, tomando la mano de su hija.
—Estoy embarazada —confesó Mary, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.
Don Jaime se quedó en silencio por un momento, asimilando la noticia. Doña Clara la abrazó con fuerza.
—Mary, cariño, ¿estás segura? —preguntó doña Clara con voz suave.
—Sí, me hice una prueba y salió positiva. Carlos es el padre, pero no sé cómo decírselo. No sé dónde está ni cómo contactarlo —dijo Mary, sollozando.
Don Jaime respiró hondo y miró a su hija con una mezcla de preocupación y amor.
—Mary, vamos a superar esto juntos. No estás sola. Vamos a encontrar una manera de contactar a Carlos y asegurarnos de que estés bien cuidada durante este tiempo —dijo don Jaime, con determinación.
Doña Clara asintió, secando las lágrimas de su hija.
—Vamos a estar contigo en cada paso del camino, Mary. Eres fuerte y valiente. Esto es solo un nuevo capítulo en tu vida —dijo doña Clara, tratando de infundir ánimo.
Mary asintió, sintiendo un poco de alivio al saber que sus padres la apoyaban. Aunque la situación era complicada, estaba decidida a seguir adelante y hacer lo mejor para su bebé. En su corazón, mantenía la esperanza de que algún día podría compartir esta noticia con Carlos y que juntos enfrentarían este nuevo desafío.
Los meses pasaron rápidamente, y la vida de Mary cambió de manera significativa. A medida que su embarazo avanzaba, comenzó a prepararse para la llegada de su bebé. Pronto cumpliría 24 años, y con ese cumpleaños llegaría también el nacimiento de su hijo.
Mary sentía una mezcla de emociones: alegría, nerviosismo y una profunda nostalgia por Carlos. Cada día se preguntaba dónde estaría y si estaría pensando en ella. No obstante, su enfoque principal era mantenerse saludable y fuerte para su bebé.
En su casa, sus padres y hermanos se volcaron en apoyarla. Tomás, su hermano mayor, se convirtió en su mayor apoyo. Siempre estaba ahí para ella, ayudándola con las tareas diarias y asegurándose de que no le faltara nada.
—No te preocupes, Mary. Estaremos aquí para ti y para el bebé. Todo saldrá bien —le decía Tomás, sonriéndole con ternura.
A medida que se acercaba su cumpleaños, Mary comenzó a organizar una pequeña celebración. Aunque las circunstancias no eran las ideales, quería marcar ese día especial con sus seres queridos.
Una tarde, mientras Mary descansaba en el jardín, doña Clara se sentó a su lado.
—Hija, ¿cómo te sientes? —preguntó su madre, acariciando suavemente su vientre.
—Estoy bien, mamá. Un poco nerviosa, pero emocionada por conocer a mi bebé —respondió Mary, sonriendo.
—Pronto tendrás a tu hijo en brazos. Va a ser un gran regalo de cumpleaños —dijo doña Clara, con los ojos llenos de amor.
Los días pasaron, y llegó el cumpleaños de Mary. La casa se llenó de alegría y risas, con la familia y algunos amigos cercanos celebrando juntos. Mary sentía una gran gratitud por tener a su familia a su lado.
—Feliz cumpleaños, Mary —dijo don Jaime, abrazándola con fuerza—. Estoy muy orgulloso de ti.
Mary sintió una oleada de emoción. Aunque la relación con su padre había sido complicada, en los últimos meses había notado un cambio en él. Su apoyo y comprensión le habían dado la fuerza que necesitaba.
—Gracias, papá. Significa mucho para mí —respondió Mary, con lágrimas en los ojos.
Esa noche, mientras todos se despedían y la casa se sumía en el silencio, Mary se recostó en su cama, acariciando su vientre.
—Pronto estarás aquí, mi pequeño. Te prometo que te daré todo mi amor y cuidaré de ti —susurró, sintiendo una conexión profunda con su bebé.
La llegada de su hijo estaba cada vez más cerca, y Mary sabía que enfrentaría nuevos desafíos. Sin embargo, estaba lista para enfrentarlos con valentía y determinación, sabiendo que no estaba sola.