Dulce Venganza

Daniel, ¿cómo puedes siguiera pensar en abandonar el plan? - insistía Michel, su voz cargada de desesperación y resentimiento - Te casaste con ella para recuperar la fortuna y luego nos cansaremos nosotros. No puedes dejar que esos sentimientos arruinen todo.

- Michel, las cosas han cambiado. No puedo seguir adelante con esto - respondió Daniel, con voz baja y angustiada.

- Acaso, ¿me vas a decir que la amas? - dijo Michel, con una risa amarga - Daniel, no olvides porque empezamos todo esto. Era para recuperar la fortuna Ferrer, para asegurar nuestro futuro, nuestro amor.

- No lo olvido, como no olvido que la condición es que matrimonio debe durar 3 años, y después puedo divorciarme y recuperar todo.

Luna sintió que el corazón se le hacía mil pedazos. Cada palabra que escuchaba era una puñalada. Había creído en el amor de Daniel, en la sinceridad de sus sentimientos, y ahora descubría que todo un plan cruel y calculado

- Daniel, Yo te amo, te he amado todos estos años, si no fuera por la bruja de tu mamá, los casados en estos momentos seríamos nosotros.

Luna, incapaz de soportar más, sintió como las lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas. Con el corazón roto, retrocedió lentamente, asegurándose de no hacer ruidos. Necesitaba tiempo para procesar lo que acababa de escuchar, para entender como podría enfrentar a esta traición.

Se dirigió rápidamente a su oficina, cerrando la puerta detrás de ella. Las lágrimas fluían libremente mientras se hundía en su silla, tratando de asimilar la magnitud de la traición. Sentía que el mundo entero se desmoronaba a su alrededor.

- ¿Cómo pudo hacerme esto? - susurro para sí misma, sollozando.

La traición de Daniel pesaba sobre ella como una losa, y cada sollozo que escapaba de sus labios era un recordatorio de la cruda realidad que había descubierto.

La sola idea de verlo, de escuchar sus excusas, le revolvieron el estómago. ¿Cómo había podido confirmar tanto en alguien que la había manipulado desde el principio?

El sonido de su teléfono la saco de sus pensamientos, era Daniel. El solo ver su nombre le causaba asco. Apagó su teléfono.

Tomo el teléfono de la oficina y llamo a Julieta.

- ¿Hola? - respondió Julieta.

- Juli, soy Luna.

- Luna, que alegría. Cuéntame, ¿Cómo te fue en tu Luna de miel?

Luna empezó a llorar desconsoladamente.

- Luna, ¿qué ocurre? ¿Dónde estás? - pregunto Julieta con preocupación.

Luna trató de controlar su voz, Pero el dolor era evidente.

- Estoy en mi oficina, Juli. No puedo... no puedo regresar a casa. Ven por mí por favor.

- Voy para allá - respondió Julieta sin dudar - No te muevas, estaré contigo en un momento.

Unos veinte minutos después, Julieta entró en la oficina de Luna, su rostro lleno de preocupación. Al ver el estado de su amiga, corrió hacia ella y la abrazo con fuerza.

- Luna, ¿qué pasó? - pregunto suavemente.

Luna se aferró a Julieta, las lágrimas volviendo a brotar.

- Por favor, sácame de aquí, te lo suplico.

- Está bien nena, vamos. Te llevaré a dónde me estoy quedando, pensaba regresar a casa en un par de Días. Pero no te dejaré así.