El Imperio De Las Rosas

Ellie se encontraba en el despacho de su padre, en la entrada de este estaba el mayordomo quien a pesar de no estar sorprendido ante la ferocidad de la rubia en el campo de batalla le resultó interesante el cambio drástico que parece tener al matar.

“Me estaban vigilando durante la batalla y cuando fui a las ruinas del templo, logré matar al cuervo, pero no encontré rastros de magia, está la teoría quien sea alguien con conocimientos del clan L' blüjk”. El archiduque descartó la idea de que fueran los mismos del clan debido a la alianza que había obtenido con estoeste debidoas piedras de la mina que había obtenido Ellie y el hecho de que querían poder ir a hacer una investigación a las ruinas del templo; desconocían que ahora es maldita.

Los magos del clan L' blüjk son conocidos por su cabello plateado, como hilos de plata y sus ojos que se volvían dorados al momento en que despertaba la magia en ellos. Poseían conocimiento en la alquimia y en la magia blanca, más no en la magia negra o la maldita debido a que en el norte esto era un tabú.

Los poderes de Ellie fácilmente podrían camuflarse con poderes otorgados por los dioses debido a que la marca que poseía en su cuerpo no es visible. Su aura a pesar de verse maldita no había nada que los delatara porque se encontraba sellada, el poder de Ellie todavía no era liberado por completo.

“Entrégame el anillo”. Ellie sonrió ante la confianza que le tenía su padre, pero realmente el motivo de esta confianza no era porque "es mi hija" o algo parecido, sino porque es su creación, Dietrich la había criado para esto y estaba destinada a ganar.

Sin dudarlo la rubia le hizo entrega de este al archiduque quien se lo dio a Esteban para que realizara los cambios necesarios. Su plan iba conforme lo planeado, estaba todo casi preparado para poder usurpar el trono del emperador.

“En tu habitación hay un vestido, úsalo esta noche. Habrá una celebración en tu honor en el palacio del emperador”. Ellie asintió y se dirigió a su habitación, tirándose a la cama cuando llegó a esta. Estaba cansada físicamente, pero en lo emocional, su cabeza se encontraba en un caos; el único momento en donde todo parecía parar fue al matar.

Ellie se consideraba a sí misma un monstruo, queriendo arrancarse esa maldita marca siempre que entraba en crisis, sus muslos estaban hechos un desastre debido a las cicatrices, pero a la rubia no le interesaba mucho curarlas; lo prefiere así.

Alzó su mano e hizo como que tomara algo en el aire, deseaba poder tomar de esa manera todo lo que deseaba su padre; tan fácil. Se preguntó así misma si tenía aspiraciones o deseos como los de su padre, pero al contrario de él, ella solo deseaba hacerlo feliz mientras su padre parecía tener el deseo de hacer a su hija miserable.

Ellie hizo que las sombras inundaran su habitación de manera inconsciente mientras se iba quedando dormida, estaba siendo devorada por la oscuridad. Los dioses aparecieron en forma de siluetas moradas, cada una con un cristal en medio de la frente; es lo que quedaba de su divinidad.

«Se ve tan tranquila cuando duerme» «¿Por qué simplemente no la quedamos?» «No podemos hacer eso, va en contra del contrato» «Solo hay que entregarle más poder» «No creo que su cuerpo resista tanto...»

.........

Julieth entró a la habitación de Ellie y se cubrió la boca con sus manos, aterrorizada; el aura de Ellie se había expandido por toda la habitación. Intentó entrar, pero fue en vano, el aire es tóxico dentro de esta, salió corriendo de ahí hasta llegar al despecho del archiduque en donde solo se encontró con Esteban.

“¡La señorita está en peligro! ¡El aire de su habitación es tóxico, como si inhalaras veneno!” El mayordomo estaba extrañado así que decidió seguir a la doncella a su ritmo y al abrir la puerta de la habitación de Ellie, quedó anonado.

¿Cómo mierda es posible?, pensó. Toda el aura de Ellie era igual a Daechit, el aire que parece veneno qué podría matarte de inmediato, la oscuridad impenetrable. No tenía idea de hasta donde había avanzado el poder de la rubia o si ella era consciente de esto.

Se estaba asfixiando a sí misma buscando la muerte, quizá. “Himoya qiladi”. Recitó Esteban, haciendo que una burbuja envolviera su forma humana, porque si entraba así, podría morir de manera inmediata. Se encontró con una Ellie dormida, con un ligero ceño fruncido en su rostro.

“Despierta, señorita”. Los ojos azules de Ellie se abrieron de inmediato, mostrando la confusión que sentía al estar siendo despertada por el sirviente leal de su padre. El aura había desaparecido, como si nunca hubiera existido y solo fuera producto de la imaginación de la doncella y de Esteban quién observo el rostro de Ellie a detalle; no le había pasado nada.

A pesar de que Ellie no era consciente de esto, siempre que iba Daechit se realizaba un conjuro para que su cuerpo no fuera dañado por el aire impuro, pero parecía que en ningún momento fue necesario; la rubia sin saber se había adaptado por completo al lugar y su aura incluso había adoptado la esencia de este lugar para que formara parte de sí misma.

Esteban salió de la habitación y del archiducado. Debía informarle sobre el proceso de Ellie a su amo como fiel perro que es.

“¿Por qué me ves así? Ven y prepárame”. Le dijo Ellie a su doncella, quien aún se encontraba en estado de shock y no pudo evitar sentir el miedo circular por cada una de sus venas al sentir el poder que tenía su señorita.

La rubia no sabía que pensar, todos se estaban portando de manera extraña pero decidió que lo mejor era ignorarlo; todo debía salir bien esta noche. El emperador debía ver que ella era digna del apellido Bellefleur.