Después de un accidente de auto, quedé en sillas de ruedas, mi novia habia fallecido. Pasé años en depresión, hasta que un día, cuando mi hermana Antonella y yo salimos a la plaza y la vía ella, una chica sentada en una de las banquetas que estaba junto a la estatua del general.
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VIAJE A SUIZA
ADRIÁN JONES
Amaneció el día viernes. Y Yara nada que apareció.
— Hermano vámonos a la casa. Tienes que preparar la maleta.
— No voy a ir, si Yara no aparece— miré sus llaves en la mesa de la sala— Anto, Vamos afuera del edificio.
Tomé las llaves. Bajamos.
— Señor— le hablé al conserje— ¿anoche vino mi novia?
— Buenos días jóvenes. Su novia vino toda empapada. Me preguntó por la hora, eran las dos de la madrugada y subió. Pero no se dilató cuando ella se fue de regreso.
— Gracias. ¿Cuál es su nombre, señor?
— Boanerges, joven.
—Gracias Boanerges. Si ella regresa, me puede llamar— le entregué mi tarjeta de presentación de mi tienda— ese es mi número.
— Hermano, nos vio acostados en la cama y seguro pensó que era alguna de las amigas cariñosas.
— ¿Dónde estará está mujer? No tengo idea de dónde puede estar.
— Vamos a casa Adrián. Voy a poner en contexto a María, para que nos ayude a buscarla. Debemos aclarar esto antes de que te vayas.
Llegamos a casa de mis padres. Mi madre estaba en la sala con una cara de aquí al polo sur, se veía enojada.
— ¿Dos noches fuera?
— Ya te dije, que tengo novia.
— y tu Antonella, sabes de esa noviecita.
— Mamá, mi hermano es un hombre y los hombres tienen mujeres, novias. Hasta hace unas horas— miré a Adrián — supe que mi hermanito tiene novia, Pero ella es una buena chica.
No le puse mucha mente a lo que decía mi mamá y fui a mi cuarto. Anto, detrás de mí.
Al entrar al cuarto, me di cuenta de que aún no borraba los recuerdos de Mía, tenía fotos de ella por todos lados.
— Anto, ayúdame a poner todo esto en una caja.
—¿Esto? ¿Te refieres a las fotos de Mía?
— Si, y envíalas a la casa de su mamá. Creo que, Yara tenía razón. Aún no entierro mis recuerdos. Aunque amé a Mía con todo mi corazón y me dolió perderla, ella ya no está. Y mi presente es otro.
Anto, salió del cuarto a buscar una caja.
— Perdóname Mía, juré que jamás me iba a enamorar de nadie más. Que nunca te iba a olvidar y que eras el amor de mi vida. Pero te he fallado. Estoy enamorado de alguien más— mis lágrimas salieron cuando miraba una de sus fotos.
Anto puso todo en una caja y llevó la caja a casa de los padres de Mía.
— ¿Te preparas para viajar? — era la voz de mi padre, quien miró el cuarto un poco sorprendido.
— Tengo dudas si debo ir. Tuve un pequeño problema con mi novia y ahora no sé dónde está. No quiero irme así.
— Que intenso tu amor— mi padre sonrió — todas las mujeres son así. Mira tu madre siempre está molesta por todo.
— Ella no es así.
— Eso decía yo, y ve ahora. Vamos a hacer un trato. Yo te voy a ayudar a buscarla. ¿Cómo se llama la chica?
— Yara Cortéz.
— Edad, trabajo, foto.
— 23 años, trabajaba para mí y no tengo foto. Si es por eso que se molestó, creo. Vio las fotos de Mía y pensándolo yo tengo fotos con ella. Después del accidente, odio las fotos.
— Bueno, voy a ayudarte a buscarla, Pero por favor no retrases el viaje. Esta rehabilitación es importante para ti, hijo. Pon tu esfuerzo, cuando regreses impresiónala.
— Está bien. Siento que Antonella y tú son los únicos razonables en esta casa.
Mi padre me ayudó a alistar mi maleta. Estuve al pendiente de si me llamaba María o Anto, Pero nada.
Llegó el sábado. Viajé con mis padres a Suiza. Ellos querían ver la clínica y escuchar de la boca de los medicos el nuevo diagnóstico. Antonella se despidió de mi en el aeropuerto. Ella iba a buscar a Yara en mi ausencia.