Me casé a la fuerza y al mismo tiempo enamorada. Hasta el día de hoy lo amó, pero mi matrimonio es un fracasó. Y no sé si es mi culpa o es de ambos.
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¿No te casarás conmigo.?
...Tyler....
Conocer a mi bebé fue lo más maravilloso que me había pasado. Sólo quería abrazarla pero al mismo tiempo tenía miedo de lastimarla.
Zuri dijo que soy un cobarde así que tomé valor y cargué a la bebé.
— Es hermosa. Se parece mucho a tí. — Le dije con el corazón, siempre había sabido que Zuri era hermosa pero al ver una versión pequeña sentí una ternura inexplicable. — Zuri cásate conmigo. — De repente quise eso. ¿Quién mejor que ella para ser mi esposa.?
— ¿Qué.?
— Quiero darle una familia a nuestra hija. Ella merece tener a su padre y madre juntos. Por favor casemonos.
Ella no respondió.
— Te daré unos días. Piénsalo bien.
Unos días después Ethan vino a conocer a mi hija. Yo no quería que el entrará a la habitación, Zuri siempre está con ella y no quería que la viera.
— No imaginó la reacción de tu abuelo cuándo sepa que tienes una hija.
— Mi abuelo ya sabe que soy padre. Está tan feliz que me dará su empresa.
— Todo te sale bien. — Había cierta envidia en sus palabras..
— Porsupuesto, Zuri y esa niña han sido mi mejor error. — Sonreí. El mejor error de mi vida. No las cambiaría por nada.
— ¿Y cuándo serás el nuevo dueño.?
— Cuándo me casé.
— ¿Quiere que te cases.?
— Si.
— No te imaginó casado. Si de novios le eras infiel.
— Sólo le era infiel cuándo no estaba con ella. — En realidad nunca le fuí infiel, salí con otras mujeres pero no me acosté con ellas. Estoy seguro de que si le digo la verdad a Ethan el no me creerá. Ni siquiera yo me lo creó.
— ¿Y creés que ella acepté.?
— Se lo propuse hace unos días. Estoy esperando su respuesta.
— ¿Se lo propusiste hace unos días.? ¿Cuándo se enteró tú abuelo.?
— Ayer.
— Pensé que te casabas por la empresa.
— No es por eso. Es por mi hija, desde que nació decidí que le daría una familia. Ella no será una bastarda.
— ¿Es la única razón.?
— ¿Qué más.?
— Tal vez no quieres perder a la mamá.
— Zuri no tiene nada que ver. Yo no la amó. Pero es la madre de mi hija. Así que merece ser mi esposa.
— ¿No la amas o no he atreves a aceptar que la amas.?
— No la amó.
Salí de despacho. Fui a ver a Zuri. Ella estaba en encerrada en la habitación. No cenó y eso me preocupó.
Al día siguiente tampoco bajó a desayunar. Pidió que una empleada le subiera la comida.
— ¿Te sientes bien.? — Le pregunté cuándo fui a verla.
— La bebé está bien..
— ¿Qué.?
— No sé si ella en verdad te importa. En mi inocencia quiero seguir creyendo que si. Ahora lárgate.
— ¿Porqué me hablas así.?
— No tengo ganas de escuchar tú estúpida voz. Lárgate.
— Zuri.
— QUÉ TE VAYAS. LÁRGATE DE UNA BUENA VEZ.
Salí de la habitación. No era momento de una discusión. Su cuarentena pasó y ella hizo maletas.
— ¿A dónde vas.?
— Me voy.
— ¿No te casarás conmigo.?
Ella se rió.
— ¿Cres que me voy a casar con un hombre que odió.?
— ¿Qué acabas de decir.? — Seguro escuché mal.
— Dije que te odió. TE ODIÓ. — Esas palabras resonaron una y otra vez en mi cabeza.
— No es cierto. Tú no me odias. — La tomé de los hombros.
— No finjas que te duele.— Ojalá estuviera fingiendo. — Se muy bien que yo no te importó. No te preocupes. La niña no sabrá la clase de basura que es su padre. Le hablaré bien de ti. Al menos lo intentaré. También puedes visitarla.
— ¿Piensas llevarte a mi hija.?
— Es más mia que tuya. Yo la cargué nueve meses, yo tuve las náuseas, los mareos, los vomitos. Yo soporté el dolor de su nacimiento. Yo tengo más derecho sobre ella.
Caminé a la cuna y tomé a la bebé en mis brazos.
— Tú no te vas a llevar a mi hija.
— Dámela.
— No.
— TE DIJE QUE ME LA DES.
— Puedes gritar todo lo que quieras. Nunca te la daré. — Salí de la habitación y la encerré. Mi hija se quedaría conmigo y Zuri también.
— Ábreme. ABRE LA PUERTA. ABRE. — Gritaba y lloraba. — DAME A MI HIJA TYLER. — La dejé encerrada hasta que se cansó de gritar. En la noche me acerque a la puerta y la abrí lentamente. Zuri estaba acostaba cerca de ella. Casi la golpeó al abrir.
La tomé en mis brazos y la llevé a la cama.
— Tú tampoco puedes dejarme.
Maldita sea. Ethan tiene razón. No es sólo por la bebé. Es porqué no quiero perderte.
— Zuri te amo.
Si pude analizar que perjuicio es cuando no se aclaran las cosas.SE TORNAN TURBIAS.