Amelia Xhu, es la joven y única sobrina del Patriarca de la familia Xhu, quien la ha criado desde su niñez. Al cumplir los 23 años, Amelia fue obligada por su tío a tener citas a ciegas con hombres que no conocía para que pudiera asentarse y tener algo de vida amorosa, y quien sabe, hasta casarse y tener hijos.
Sin embargo, cada cita a ciegas terminaba en fracaso cuando los hombres escuchaban a que se dedicaba, estos huían inmediatamente con excusas al saber su profesión. Finalmente terminó frustrada y se dio por vencida con su vida amorosa.
Pero lo que no sabía era que un pequeño descuido la llevaría a conocer al hombre con quien había soñado en incontables ocasiones.
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¿Estás dispuesto?
Matthew y Sasha caminaron uno al lado del otro mientras vigilaban al pequeño Max de cerca, ya que este parecía disfrutar y curiosear mucho por el jardín.
Daba la casualidad que Mark tenía estatuas con forma de espadas, cuchillas, lanzas y otros tipos de armas esculpidas en algunos lugares del jardín, dándole un toque elegante pero también representativo.
Matthew no les presto atención en lo más mínimo, solo sentía algo de curiosidad ¿Porqué Sasha, una persona que no quería casarse con él, lo había invitado a pasear juntos?¿Tal vez para que no estuviese aburrido o por lastima de que estuviese sentado allí sólo?
-Te pierdes mucho en tus pensamientos, aveces es bueno disfrutar el paisaje de los alrededores.- La voz tranquila de Sasha lo saco de sus pensamientos, aún así no la miró.
-No me llaman la atención este tipo de paisajes, además de las esculturas, lo demás es aburrido.- Respondió con indiferencia, sin darle importancia alguna -Prefiero admirar el cielo azul.- Continúo con cierta pereza en su tono.
-Lo sé, pero es refrescante admirar la belleza natural de las flores y sentir el delicado aroma que estas sueltan para relajar el corazón y la mente perturbada.- Dijo ella con una sonrisa relajada y fresca.
Las dos sirvientas personales de Sasha casi se fueron hacia atrás cuando vieron a su Maestra sonreír de tal manera ante esta persona. No parecía enamorada como una joven de su edad, si no más bien una niña que estaba delante de su mejor amigo y confidente.
Ella no estaba enamorada, si no más bien tranquila ante esta persona.
-Riu.- Llamó Sasha en voz alta con frialdad, al momento siguiente, la segunda guardia del Octógono mortal apareció de rodillas delante de ella, haciendo una reverencia.
-Mi Señorita ¿Necesita algo?- Preguntó Riu con seriedad, mirando de reojo al apuesto hombre al lado de su Señorita sin que esta lo evitará.
-Ve por mi arsenal privado y llévalo al campo de práctica, también pide asistencia a los guardias Cuart y Sept.- Ordenó la joven con tranquilidad. Riu asintió y desapareció en un dos por tres.
-Bien, ya que no le gustan este tipo de ambientes ¿Quiere divertirse un poco a mi manera?- Sasha sonrió y se volvió hacia Matthew con una expresión ligeramente orgullosa, haciendo que los labios del joven se crisparan.
Hasta el momento, no había visto reticencia o enojo en el rostro de la joven, no se veía como una joven que estaba siendo obligada a casarse en lo más mínimo.
En su lugar, parecía estar tratando de ¿Llevarse bien con él?
-Cómo quieras.- Respondió con indiferencia el hombre, apartando la mirada de ella y volviéndola a su sobrino, quien corría de vuelta hacia ellos y saltó a los brazos de Sasha.
-Ya que está de acuerdo, entonces vamos.- Sasha abrazo al pequeño con fuerza e impulso su cuerpo hacia adelante, saltando hasta el techo con sus dos sirvientas personales detrás de ella, también sabían artes marciales.
Matthew llevó sus manos detrás de su espalda y las siguió en silencio, muy pronto, llegaron al campo de práctica en el patio trasero de Sasha.
Los ojos de Matthew se abrieron ligeramente cuando su mirada cayó sobre los estantes repletos con armas que él desconocía, pues su diseño era extraño y llamativo, a pesar del fuerte olor a pólvora que desprendían.
De hecho, estas eran armas de fuego diseñadas a base del mundo moderno del que vino Sasha, o mejor dicho, Amelia, tan solo que con un diseño mucho más simple y menos potente.
Ya que Amelia siempre leía mucho en su vida pasada, recordó algunos de los componentes necesarios para para realizar estas armas, por lo que le dio la idea a su padre y este con mucho gusto los hizo, claro, con la condición de que se usarán únicamente en casa.
Sasha puso al niño en el suelo y camino hacia la mesa, sacando un tres protectores para oídos, así podrían amortiguar el sonido, así como algunas gafas echas de vidrio grueso que su padre también le había hecho.
Le dio uno de cada uno a Matthew y luego le coloco otro segundo juego a Max con suavidad, por último, se puso el último juego ella. Les recordó a los sirvientes hacerse más lejos, al igual que a los guardias.
-Esto se hace de esta manera...- Sasha se acercó a Matthew mientras sostenia la manita de Max, quien parecía relativamente interesado en todo lo que había sobre la mesa. Ella tomó una de las armas más pequeñas.
Varias bolitas de plomo con pólvora dentro se acomodaron cuidadosamente conforme a su tamaño dentro de una caja con almohadillas para que éstas no chocarán y explotarán.
Sasha eligió dos bolitas de pólvora de las más pequeñas y se inclino más cerca del cuerpo de Matthew, permitiendo que este sintiera el suave aroma a melocotón qué desprendía el cuerpo de la chica.
Él miró con total atención como la joven ingresaba las dos bolitas dentro del objeto largo parecido al cañón que usaban en el campamento militar para lanza explosivos y proyectiles.
Supuso que de allí venía la idea, eran cañones en miniatura para mejor movilidad y maniobra del portador.
Sasha posicionó de mejor forma sus pies y tiro del pequeño seguro hacia abajo y luego apretó el gatillo, el sonido de la explosión fue tan fuerte que incluso se escucho a través de los protectores pero sin hacer daño alguno.
En la distancia, la rama de un árbol de melocotón fue partida a la mitad cuando atravesó el muñeco de paja sin dificultad alguna.
-Bien, Comandante Liang ¿Estás dispuesto? ¿Te animás a luchar contra tu prometida?- Sasha se volvió hacia Matthew y lo miro con una expresión provocativas, manipulando entre sus dedos el arma como si fuese un juguete.
Antes tales palabras ¿Cómo podría Matthew negarse?
-¡Yo quiero intentar también!- Exclamó Max con esa tierna voz infantil, saltando de arriba hacia abajo con los brazos en alto.
Sasha se inclino delante de él y acaricio su cabello con suavidad -Esto es peligroso para ti, pero tengo otro juguete que podrías usar.- Dijo ella con gentileza, para luego ponerse de pie y sacar una ballesta en miniatura y entregársela.
En lugar de ser una peligrosa, lanzaba pequeñas bolitas de papel.