La Princesa Maxine Colette Benoit del Reino de las Brujas regresó en el tiempo justo cuando el Imperio destruyó por completo su amado reino, ahora sólo quiere dos cosas:
no repetir su tragedia y vengarse.
¿Podrá la princesa cumplir su objetivo?
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El doble ataque
—¿A eso le llamas saludo? ¡Eres patética! – Vuelve a reírse. – Arrodíllate y suplica tu perdón por hablar sin mi consentimiento.
Es desolador darme cuenta de que, en esta situación, no tengo más opción que someterme a sus caprichos y humillaciones. Bajo la mirada y comienzo a agacharme, preparada para arrodillarme y suplicar su perdón, como ella exige. Pero antes de que pueda completar el gesto, siento un fuerte pisotón en la espalda que me hace caer de rodillas, como si fuera un insecto bajo su pie. El dolor se dispara a través de mi cuerpo, pero me obligo a mantener la compostura y reprimir cualquier muestra de debilidad. No puedo permitirle el placer de verme quebrada.
— Entiende tu lugar, bruja. Ustedes son seres asquerosos que merecen ser pisoteados por nosotros los humanos. – No quita su pie de mi espalda. — ¡Eres una horrible bruja indefensa! ¡Suplica tu perdón, arrepiéntete de haber nacido como bruja y no como humana!
Sus palabras, llenas de desprecio y odio, me atraviesan como afiladas flechas. La presión de su pie sobre mi espalda me hace sentir impotente y humillada, pero no puedo permitir que su odio me consuma.
— Yo… — Mi voz se quiebra mientras intento pronunciar mis palabras. El dolor físico y emocional se entrelazan, pero sigo resistiendo, sin permitir que me derroten. — No me arrepiento de ser quién soy.
— ¡¿No te arrepientes?! – Jala mi cabello. - ¿Debería de arrancarte este asqueroso cabello plateado? ¿O hacer algo con estos ojos rojos?
— ¡Deténgase! — Grito de dolor mientras siento cómo jala violentamente mi cabello. Los ojos llenos de odio y desprecio me miran fijamente, y en ese momento, sé que está dispuesta a hacerme daño. Aun así, trato de mantener la calma y no mostrar debilidad ante ella.
Es sumamente humillante tener que suplicar perdón sin ser culpable, pero después de lo que aprendí al regresar en el tiempo, he comprendido el valor de mi vida. Ya no me importa humillarme para seguir viviendo, aunque en el fondo desearía poder desquitarme con esta mujer. La segunda esposa del Emperador se aferra a mi cabello sin ceder ante mis súplicas, mientras mi desesperación crece y el dolor se intensifica.
— ¡Su Majestad, el príncipe heredero y el gran duque están aquí! — Exclama una de las sirvientas, interrumpiendo el momento de humillación.
Al escuchar esas palabras, la segunda esposa del Emperador suelta bruscamente mi cabello y se gira hacia donde se encuentran los dos hombres. Su expresión de superioridad se desvanece, trata de recomponerse rápidamente, y justo cuando creo que se va a retirar, Vuelve a tirar de mi cabello.
— Te lo advierto, bruja insolente. Sigue cruzándote en mi camino y las consecuencias serán peores — susurra, liberando finalmente mi cabello. — Se aleja y se va hacia la dirección donde se encuentra Alessio y el duque. — ¡Alessio, por fin te veo! – Su expresión le cambia de inmediato y se vuelve amable.
- Buen día, madre. — Responde Alessio con seriedad.
¿Madre? ¡Cierto! Por un momento olvidé un detalle importante: esta cruel mujer es quien crió a Alessio después de la muerte de la Emperatriz. Es irónico cómo de tal palo viene semejante astilla. Siento mi cuero cabelludo adolorido mientras intento escabullirme lentamente, pero antes de que pueda alejarme, el príncipe me detiene, ya no quiero más problemas, he tenido suficiente en un solo día, sólo quiero descansar.
— Ví que estabas con mi madre.
— Yo... — Me quedo en silencio, evitando cualquier interacción con la mujer que me causa temor. No quiero decir algo que pueda molestarla, así que prefiero mantenerme callada.
— ¿Ahora resulta que eres una bruja muda? ¡Qué inútil eres, ni siquiera puedes hablar! — Se burla la mujer con desprecio.
— ¡Madre! Deberías tratarla con... — Alessio parece molesto, pero no estoy segura de con quién y ya no quiero perder más tiempo sintiéndome vulnerable.
— Lo siento, pero debo retirarme. — Me disculpo y me alejo de la escena, buscando escapar de ese ambiente hostil.
Mientras me alejo unos metros, puedo sentir la mirada de Alessio clavada en mi espalda. Aunque por un instante pensé que podría haber alguna intención de protegerme, rápidamente desecho esa idea, recordando su actitud arrogante y despectiva hacia mí.
De repente, algo puntiagudo se acerca velozmente hacia mí. Mis instintos se activan y sin siquiera pensarlo, mis manos reaccionan de manera automática, atrapando la flecha en pleno vuelo. La sensación es sorprendente, como si una fuerza mágica me ayudara a lograrlo, y miro la flecha en mis manos, asombrada por lo ocurrido.
Mientras examino mi entorno con cautela, una sensación de confusión se apodera de mí. No logro determinar con certeza quién atentó contra mi vida. En una dirección opuesta al origen de la flecha, puedo distinguir al atractivo duque, cuya presencia descarta su participación en el incidente.
Por otro lado, la mirada de Alessio y su madre revela claramente una combinación de expectación y malicia. No puedo evitar pensar que ellos son los responsables de ordenar este ataque contra mí. Además, el jardín está lleno de guardias, pero su falta de reacción o intervención ante la situación me desconcierta aún más.
Noto que me siguen atacando, y conforme más flechas se dirigen directamente hacia mí, mi ira aumenta exponencialmente. No puedo creer que después de un día tan desafortunado y humillante, ahora intenten arrebatarme la vida. Siento que toda la indignación y el resentimiento acumulados afloran en mí de una manera inusual. Es como si mi magia se fortaleciera de repente, y cada vez que las flechas se acercan, las aniquilo con un poderoso torrente de fuego mágico.
La situación se vuelve cada vez más intensa pues una extraña aura negra se desprende de mi ser, y, a medida que mi magia aumenta, también crece mi desconcierto y temor por lo que está sucediendo. Me preocupa perder el control y lastimar a alguien involuntariamente.
No obstante, mientras los ataques en mi contra persisten, mi risa nerviosa se convierte en una risa descontrolada y casi maníaca. Es como si una parte de mí disfrutara de esta poderosa energía y quisiera usarla contra aquellos que me atacan.
