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“La Reina Del Mar Y La Guerra”

“La Reina Del Mar Y La Guerra”

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Capitán de Barco/Flota / Maldición / Completas
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Nani

En Halicarnaso, una ciudad de muros antiguos y mares embravecidos, Artemisia I gobierna con fuerza, astucia y secretos que solo ella conoce. Hija del mar y la guerra, su legado no se hereda: se defiende con hierro, sombra y espejo.

Junto a sus aliadas, Selene e Irina, Artemisia enfrenta traiciones internas, enemigos que acechan desde las sombras y misterios que el mar guarda celosamente. Cada batalla, cada estrategia y cada decisión consolidan su poder y el de la ciudad, demostrando que el verdadero liderazgo combina fuerza, inteligencia y vigilancia.

“Artemisia: Hierro, Sombra y Espejo” es una epopeya de historia y fantasía que narra la lucha de una reina por proteger su legado, convertir a su ciudad en leyenda y demostrar que el destino se forja con valor y astucia.

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Capítulo 19 La Voz del Espejo Roto

Capítulo 19 La Voz del Espejo Roto

El descenso hacia la cripta estaba marcado por un silencio que parecía pesar más que la piedra misma. Cassia sostenía una antorcha, y la llama vacilante proyectaba sombras deformes sobre los muros húmedos. Bajo el palacio derruido, más allá de cámaras selladas durante siglos, yacía el artefacto que las leyendas llamaban el Espejo de Oricalco. No intacto ya, sino quebrado en tres fragmentos, enterrado entre polvo y sal.

Los pasos de la heredera resonaban con un eco hueco, como si los corredores esperaran hacía mil años por el regreso de aquella que debía mirarse en el reflejo roto.

Cuando llegó al final, encontró la cámara circular. No había guardianes, ni inscripciones que dieran aviso de lo que contenía; solo un altar de mármol cubierto de grietas, y sobre él, los tres pedazos de un espejo cuyo marco de bronce parecía latir débilmente, como un corazón herido.

Cassia se inclinó, sin atreverse aún a tocarlo.

Entonces, la voz surgió.

No era una voz humana. Era un eco quebrado, como si múltiples bocas hablasen al mismo tiempo desde diferentes tiempos. Palabras que se interrumpían, se repetían y se distorsionaban, como agua goteando sobre metal.

—Hierro… sombra… espejo… rota la corona, rota la sangre… el mar devora…

Cassia retrocedió un paso, con la respiración contenida. Sintió que el aire se espesaba, como si el reflejo la atrapara en un manto invisible.

—¿Quién… habla? —murmuró, más para sí misma que para obtener respuesta.

El Espejo brilló. La superficie quebrada mostró un destello de agua infinita y, en medio de ella, un rostro: el de Artemisia. Pero estaba distorsionado. Un ojo brillaba como vidrio, el otro como sombra; la boca parecía moverse sin sonido, y lo que emergía no era voz, sino acertijo.

—Tu hierro… no basta… la serpiente… ya despierta… el mar no distingue reina de cadáver.

Cassia sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había oído las historias de la reina Artemisia, pero nunca imaginó que su reflejo roto seguiría hablando, siglos después.

De repente, la visión cambió. El espejo mostró a Irina guardando un manto negro, a Selene sangrando bajo la luna, y a Artemisia desapareciendo en las olas. Todo superpuesto, todo roto, como si los recuerdos estuvieran mezclados con profecías que aún no habían ocurrido.

—El juramento… hierro para resistir, sombra para proteger, espejo para vencer… ¿pero quién sostiene… cuando el reflejo se rompe? —susurró la voz en fragmentos.

Cassia, temblando, se inclinó más cerca.

—¿Soy yo la heredera? ¿Soy yo quien debe continuar el juramento?

Por un instante, el reflejo mostró su propio rostro. Pero envejecido, coronado por una serpiente de fuego. Después, el vidrio se resquebrajó aún más y todo se desvaneció.

El silencio volvió.

Al día siguiente, la noticia se propagó entre las casas del juramento: el Espejo había hablado. La cripta fue abierta a los Custodios del Hierro y a las Veladas de la Sombra. El aire en la cámara se volvió sofocante cuando todos se reunieron alrededor del altar.

La primera en hablar fue Cassia, aún perturbada.

—El Espejo mostró a Artemisia. Nos advirtió de la serpiente. Dijo que mi hierro no bastaría.

Un murmullo recorrió el grupo.

La más anciana de las Veladas, cubierta con un velo negro que ocultaba su rostro, avanzó.

—Mentiras… o verdades torcidas. El Espejo no habla igual a todos. Que lo prueben.

El Custodio del Hierro, un hombre de barba gris y hombros anchos, tocó el fragmento con la punta de sus dedos. De inmediato, la superficie vibró y otra visión emergió. Esta vez, no había rostro de Artemisia. Había un mar enrojecido por sangre, y un ejército de estandartes con serpientes negras avanzando.

La voz del espejo murmuró:

—El hierro resiste… hasta que se oxida… y entonces se hunde en la carne de los suyos.

El Custodio se apartó de golpe, como si hubiera recibido una descarga.

—Miente. Nos enfrenta entre nosotros —gruñó.

La Velada entonces se inclinó y acercó el velo al reflejo. El fragmento brilló y mostró otra imagen: una ciudad cubierta por sombra, sin fuego ni luz. Allí, en medio de la oscuridad, una figura femenina alzaba el espejo entero, reconstruido.

—La sombra no muere. La sombra cubre… pero también consume… —susurró la voz.

Los presentes retrocedieron. Algunos veían en aquello un augurio de poder eterno; otros, el fin del mundo.

Fue entonces cuando la disputa comenzó.

—El Espejo confirma que el Hierro caerá. La Sombra debe guiar el juramento —dijo la Velada, con voz firme.

—¡No! —interrumpió Cassia, golpeando con la mano el altar—. El Hierro sostiene el peso del juramento. Si caemos, todos caen.

—El Espejo no miente, pero tampoco dice la verdad. Refleja lo que tememos —dijo el Custodio, con gesto grave.

Pero la tensión crecía. Cada palabra fragmentada del espejo se volvía excusa para reclamar supremacía. Las casas, unidas en nombre de Artemisia, comenzaron a desconfiar unas de otras.

Esa noche, Cassia volvió sola a la cámara. La antorcha chisporroteaba, iluminando los trozos de cristal.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó en voz baja, casi suplicante.

El espejo vibró y respondió con un murmullo quebrado, apenas audible:

—No yo… sino tú misma… no Artemisia… sino tu miedo… el reflejo no inventa, sólo devuelve…

Cassia sintió que el suelo se abría bajo sus pies. El espejo no hablaba con intención, no era un ser ni un espíritu. Era un eco del miedo, del deseo, del pasado y del futuro mezclados. El juramento lo había convertido en un receptáculo de memorias y advertencias.

Y, sin embargo, algo dentro de ella supo que si lo destruía, perderían también la única guía que les quedaba.

—Entonces… ¿soy yo quien debe elegir qué reflejo creer? —susurró.

El espejo mostró por última vez su rostro, partido en tres: una guerrera de hierro, una sombra sin ojos, y un cristal quebrado que reflejaba nada.

Y la voz fragmentada, como un último eco, murmuró:

—El mar… traerá… a la reina… pero no a la que recuerdas.

Cassia salió de la cripta con el corazón helado. Ahora sabía lo que nadie se atrevía a decir en voz alta: el espejo no mostraba la voluntad de Artemisia, ni de los dioses, ni siquiera de los Serpente. Mostraba un futuro en ruinas, múltiple, incierto.

Y en todos, el juramento estaba destinado a romperse.

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Vianey Hernandez Ortiz
Excelente Novela 💯💯💯
Vianey Hernandez Ortiz
Excelente Novela 💯💯💯
Liliana Rivero
excelente historia felicitaciones escritora éxito en todas las demás que escribas gracias por compartirla con nosotras bendiciones 👏🥰/Rose/
Liliana Rivero
excelente capitulo me gustó mucho sigue así
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