-Esto no puede continuar así María Camila, eres la mayor, no puede ser que esta sea la quinta niñera que renuncia en menos de un año-
-No queremos una extraña en casa papá, yo puedo cuidar a mis hermanos-
-Eso no está en discusión, sabes que tengo que trabajar, habla con tus hermanos de inmediato-
-Desde que se murió mamá has cambiado mucho, sabes te necesitamos en casa, mamá ya no esta y nos duele comprende esto no te duele solo a ti-
-María Camila no te vayas así, hija, escúchame-
Laura no entiendo porque tenias dejarnos solos justo en el momento en que mas te necesitamos.
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Capítulo 18: Una conversación pendiente
Luciana
No sé si lo que estoy viviendo es un sueño, pero me siento feliz. Nunca imaginé que un hombre como el señor Emiliano se fijara en mí.
Sin embargo, la felicidad se mezcla con miedo: mañana vence el plazo que me dio el dueño del bar para regresar… y no quiero hacerlo. No quiero perder todo lo que he construido, no ahora que por fin encontré un lugar al que llamar hogar.
Me levanté temprano y fui a la cocina para ayudar a Elena con el desayuno. No podía ocultar la sonrisa ni el brillo en mis ojos. Recordar lo que casi ocurrió la noche anterior me llenaba de nervios, pero también de una calidez que nunca había sentido. Él es el hombre con el que siempre soñé.
—Hoy tus ojos brillan diferente —dijo Elena mientras cortaba frutas.
—¿Por qué lo dices? —pregunté, fingiendo distraerme con el café.
—Porque estás enamorada del señor, ¿verdad?
No respondí. El silencio fue suficiente.
Elena sonrió con ternura.
—No te preocupes, Luciana. El señor es un buen hombre, y es evidente lo que siente por ti. Vive este amor, puede ser tu oportunidad para formar tu familia. Pero prométele una cosa: dile la verdad. No porque hayas hecho algo malo, sino porque él odia las mentiras.
Sus palabras me atravesaron.
—Lo sé… y ese es mi mayor miedo —respondí con voz baja.
Unos minutos después, los niños bajaron corriendo. Me abrazaron antes de sentarse a la mesa. Preparé los platos y serví el jugo que los gemelos odiaban pero igual se tomaron entre risas.
Entonces apareció él. Emiliano.
Entró a la cocina con esa sonrisa que me desarma.
Yo bajé la mirada, intentando ocultar mis nervios.
Después de lo que casi sucedió entre nosotros, me cuesta mirarlo a los ojos sin sonrojarme.
Durante el desayuno él no dejó de mirarme, y yo apenas podía respirar. Cuando los niños salieron a jugar al jardín, me pidió que lo acompañara al despacho.
Cerró la puerta y me tomó suavemente de la cintura.
—Buenos días, Luciana —susurró antes de besarme.
El beso me hizo temblar. Lo deseaba, pero aún me asustaba lo que venía después.
Los gritos de Sol irrumpieron de repente:
—¡Papá y Luciana se están besando! —gritó mientras corría por el pasillo.
Mi corazón se detuvo.
Intenté explicarle que había visto mal, pero era inútil. Para mi sorpresa, ninguno de los niños reaccionó mal.
Todos, incluso Camila y Emiliano, nos dijeron que estaban felices por su padre.
Por un instante sentí que todo estaría bien…
Pero mi secreto seguía pesando sobre mí.
—Luciana, ¿podemos hablar un momento? —escuché decir a María Camila.
—Claro, vamos a tu habitación. Tenemos una conversación pendiente —le respondí.
Subimos juntas. Desde hace días sentía la necesidad de hablar con ella.
—Luciana —comenzó Camila—, sé que al principio no me porté bien contigo y quiero pedirte disculpas.
—No tienes que disculparte, Camila. Entiendo lo que sentías. Pero quiero que sepas que no pretendo ocupar el lugar de tu madre, ese lugar es sagrado. Solo quiero ganarme el mío, con respeto y cariño —le respondí.
Camila asintió.
—Lo sé… y lo entiendo. Pero hay algo que me preocupa. Lo que te dijo ese hombre la vez pasada, ¿quién es? ¿Por qué te amenazó?
Tragué saliva. Ya no podía seguir callando.
—Te contaré la verdad —le dije, respirando hondo—. Cuando nació mi hermana Clara, yo tenía dieciséis años. Nuestro padre desapareció y mi madre enfermó. Murió poco después, y tuve que hacerme cargo de mi hermana. Dejé la escuela y busqué trabajo en un bar. Ese hombre… era mi jefe.
Camila me escuchaba atenta, sin interrumpir.
—Clara nació con una enfermedad en el corazón. Los medicamentos son costosos y muchas veces no me alcanzaba el dinero. Empecé a endeudarme con él. Un día, me ofreció ganar más dinero si “trabajaba” para algunos de sus clientes. Nunca acepté. Pero cuando Clara tuvo una crisis y terminó en el hospital, tuve que pedirle más dinero. Fue entonces cuando me hizo firmar un contrato… sin decirme que me obligaba a seguir trabajando para él por un tiempo determinado.
Camila abrió los ojos con asombro.
—Luciana… ese hombre es peligroso. Me da miedo que te haga daño. ¿Cuándo debes regresar?
—Mañana —dije casi en un susurro—. No sé qué hacer. Le juro que nunca he hecho nada malo, y que lo que siento por tu padre es sincero. Pero tengo miedo de perderlo si sabe la verdad.
Camila se acercó y me tomó las manos.
—Mi papá no soporta las mentiras, pero si le dices la verdad ahora puede que lo entienda. Aun así, esperemos un poco, hasta tener un plan. Podemos buscar una forma de pagarle ese dinero para que no tengas que volver al bar.
—Eso es justo lo que pensaba hacer. Mañana, después de llevar a los niños al colegio, iré a verlo. Le pagaré una parte con mi salario de este mes y le pediré más tiempo.
Camila sonrió con determinación.
—Cuenta conmigo. Intentaré conseguir dinero también, aunque papá notaría si uso sus tarjetas. Pero no estás sola, Lucí, te lo prometo.
Sus palabras me hicieron llorar.
Nunca imaginé que Camila se convertiría en mi mayor apoyo.
Ojalá mañana ese hombre acepte el dinero y me deje en paz.
Solo quiero seguir viviendo esta felicidad sin que mi pasado la destruya.
***Gracias por la paciencia esperando cada actualización\, estoy pendiente a sus comentarias\, no olviden dar like al capítulo. ***
Quién será ese hombre misterioso ??? 🤔