ATADA AL MAFIOSO

Los días en la isla empezaron con normalidad, con la única incomodidad de que debían dormir juntos, Tatiana ya estaba acostumbrada a estar cerca de Leon, lo único que si le incomodaba es que Leon no era una persona que dormía mucho, se levantaba constantemente en la noche con la excusa de tener el sueño muy ligero.

Cada uno de ellos dormía en su respectivo lado sin molestar al otro, pero Tatiana notaba cuando Leon se levantaba y salía de la habitación, era un poco difícil no notarlo a veces, en algunas ocasiones Tatiana decidió seguirlo para ver que hacía, algunas noches iba a fumar afuera hasta recuperar el sueño y las otras veces que eran menos, iba a la habitación de cualquier empleada.

Pero aunque sus noches no fueran las mejores, Leon se despertaba todos los días a las seis de la mañana o incluso más temprano, muy pocas veces dormía a más de esas horas, Tatiana también despertaba temprano, pero al no tener nada que hacer, volvía a dormirse.

Lo único diferente era que por las tardes bien podía ir a la playa mientras era supervisada por Leon, era extraño, aunque se sentía demasiado enclaustrada se sentía muy tranquila, aunque eso no evitaba que tuviera sus roces con Leon, pues, al no tener mucho que hacer era común que pelearan.

Leon estaba sentado en el comedor, bebía a gusto una taza de café mientras esperaba el desayuno, Tatiana entró a la cocina un tanto desaliñada y en pijama, se estiró un poco y se sentó frente a Leon.

—Buenos días –Dijo Leon mientras miraba a Tatiana– ¿Ya te lavaste?.

–Buenos días –Respondió Tatiana– si, pero volveré a dormir después comer.

—Duermes demasiado.

—No tengo nada más que hacer, a diferencia de ti yo no ando metiéndome a media noche en los cuartos de la servidumbre.

—¿Te molesta que lo haga? –Preguntó Leon con molestia– no deberías estar al pendiente de lo que hago.

—Puedo decirte lo mismo, no deberías estar al pendiente de lo que hago, a mí no me interesa si vas y destruyes el mundo, mucho menos si te revuelcas con todas tus empleadas, simplemente me molesta despertar por tu culpa a media noche, aunque debo admitir que a veces te despiertas y ni siquiera intentas salir de la habitación. No te estoy reclamando nada, pero como mínimo merezco tener el derecho de dormir en una habitación diferente, de todos modos aquí no hay nadie, por lo que creo que es innecesario que durmamos juntos.

—Te recuerdo que tus exigencias no serán toleradas, si no te gusta dormir a mi lado no puedo hacer nada.

—Eres una persona insoportable –Exclamó Tatiana con un tono arisco– te crees mucho solo por tener dinero, pero te dejo en claro que no me interesa nada de eso, también soy un ser humano y exijo lo básico.

—¿Exiges lo básico? Debes ganarte las cosas y hasta ahora te puedo asegurar que no has ganado nada.

—¿Ganarme las cosas? –Respondió con un tono ironico– por favor, ambos sabemos que la que más tiene para perder soy yo, eres tan egoísta que solo ves por lo que a ti más te convenga, eres una persona totalmente egoísta, superficial y en especial un arrogante.

—¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? –Exclamó Leon totalmente indignado y enojado– Estoy candado de tolerar tu estúpida actitud, te recuerdo que soy tu dueño, no tienes ningún derecho a exigir nada.

—¡Te odio! ¡Ojalá el tiempo pase rápido para alejarme de tu lado!, ¡Ya entiendo porque ninguna mujer te tolera y la razón por la que estas solo!.

Tatiana estaba tan enojada que tomó un pedazo de pan y una taza de café, salió de la casa totalmente enojada, estaba tan furiosa que estaba ignorando todo a su alrededor.

—¡Tatiana!.

El grito de Leon fue en vano, ya que Tatiana ya no estaba en su campo de vista, Leon suspiro frustrado y se levantó a seguir a Tatiana, sin embargo, esta se estaba alejando en dirección a la playa.

Leon miró a dos de sus hombres los cuales cuidaban la puerta a diario y se acercó a estos con un rostro sombrío.

—Siganla –Dijo Leon con un tono de voz serio y frío– ¡No quiero que la pierdan de vista ni un segundo!, si algo le sucede pagaran con su vida.

—Sí señor –Respondió uno de los hombres frente a Leon– no permitiremos que algo le suceda a la señorita.

Después de esas palabras el par de hombres corrieron tras Tatiana la cual iba realmente lejos, había que admitir que Tatiana tenía un buen estado físico y enojada lo explotaba mejor.

Leon volvió al comedor, miró su café con desagrado y lo aparto de su vista, puso una de sus manos en su frente, estaba estresado y Tatiana no lo ayudaba mucho, para colmo debía soportarla por más días, el infierno era poco comparado con eso.

La empleada que cocinaba sonrió al ver a Leon a solas, sujeto el plato con comida y de forma coqueta lo puso frente a Leon, sin embargo, este estaba de tan mal humor que ni siquiera le presto atención.

Aquella empleada de sintió un poco indignada, aun así acaricio la mano de Leon, ella se sintió satisfecha cuando su mirada se cruzo con la de Leon, pero no sabía que tal acción había sido un grave error.

Leon odiaba a las mujeres coquetas, aquellas que le sonreían a cualquiera por conveniencia y mucho más cuando ni siquiera sabían leer el ánimo de la persona que tenían al frente, de forma brusca apartó la mano de aquella mujer.

—¡No me toques! –Gritó furioso– ¿Quién te dio permiso de hacerlo?, ¿¡Te crees digna de hacer lo que te apetezca!?.

Aquella mujer retrocedió asustada, los ojos de Leon mostraban un grave peligro y lo era para menos, deseaba ahorcar a aquella mujer.

—Yo…

—¡Nada!, lárgate y no regreses, no creas que serás perdonada, no me respetas como jefe y tampoco te respetas como mujer.

Sin dudar siquiera medio segundo, aquella mujer salió corriendo y más al saber que Leon no jugaba.

Leon estaba más irritado todavía, sabía que no sería su última amargura, en realidad sería la más leve, ya que Tatiana había declarado su odio por él de forma abierta, dejando muy en claro que la paz no sería algo común entre ellos.