No Volveré A Ser La Villana

Mi mente dejó de trabajar. No podía pensar en nada, ¿no fue una simple coincidencia el que yo volviera a mi primera vida?

—¿Qué quieres decir...?

Como si el verme, confundida e insegura, le causara una gran diversión y satisfacción, mostró otra sonrisa.

—¿Has oído sobre la historia de este mundo? —cuestionó— no, mejor aún, ¿sobre la guerra de hace 500 años?

—Sí, pero...

—Es falsa.

Sus palabras, que desde el inicio eran difíciles de entender estando juntas, se complicaron más.

—Es increíble que Amaia reconstruyera toda la historia a su conveniencia. Cuando la realidad no es ni la mitad de lo que está escrito en esos malditos libros —dijo ensañada en la ira.

Aunque también sospechaba de aquello, no podía confiar completamente en las palabras de una extraña.

—¿Cómo es que estás tan segura?

—Porque yo estuve ahí —comentó con desinterés.

Incrédula, negué: —No, eso es imposible.

—Nada es imposible, mocosa. Fuimos cuatro personas las presentes cuando murió la reina de los elfos oscuros.

—¿No cinco? Son cinco los fundadores de este imperio, ¿cómo es que eran cuatro...?

—¡Ja! —rio con un toque de burla— ¿hablas de esos inútiles? Las personas que estuvimos ahí fuimos William, Amaia, la reina de los elfos oscuros y yo. Y los demás inútiles escaparon, uno de esos prefirió huir con una mujer en brazos que ayudarnos, y los otros dos fueron malheridos en batalla.

Iba a abrir la boca para preguntar por más detalles, pero Natalia, continuó.

—Debido a eso, te puedo decir, Amaia causó que la reina de los elfos oscuros maldijera a todo el continente, dividiéndolo. Y siendo sincera, yo no hubiese estado en semejante idiotez si William no se hubiera sacrificado a quedarse combatiendo a la reina de los elfos oscuros solo.

—¿Pero no dijiste que la primera emperatriz estaba allí, con él? —pregunté con interés.

Natalia me dirigió una mirada de compasión, claramente anunciando que creía que era tonta.

—Ella no tenía permitido atacarla ni dañarla. Por lo que William combatía él solo antes de que yo llegara —soltó, mostrando por unos segundos una expresión de tristeza.

—Pero, ¿por qué era el único que decidió estar ahí?

—Porque la amaba —fue palpable la envidia en su voz pese a que su rostro no mostraba nada.

Mis ojos se abrieron, en un intento de no abrir mis labios por la sorpresa.

¿El antepasado de mi familia tenía este pasado con la primera emperatriz?

—Mocosa, no te confundas, ella nunca lo amó a él ni tampoco a los demás duques que la amaban.

No entendía, ¿por qué seguir a una persona que no te amaba...? Dejé de pensar en ello, después de todo, yo viví lo mismo en mi primera vida.

¿Será que es hereditario el hecho de enamorarse de alguien de la familia imperial sin ser correspondido?

—Pero eso no es lo importante ahora, mocosa. Una persona, igual, o más poderosa que la reina de los elfos oscuros, maldijo esta realidad para volver 28 años en el pasado.

—¿Qué...?

¿Siquiera era posible que ocurrieran tantas cosas tras escena en mi primera vida y que yo no supiera nada?

—Y ahora yo, se supone que tengo que cumplir aquella promesa que no cumplí en tu primera vida —dijo revolviéndose el pelo.

Un largo suspiro se escapó de sus labios.

—Al menos hiciste algo, encontraste a estos dos lobos que te ayudarán a contener los elementos de luz y oscuridad que pelean en tu cuerpo.

Observé a Rhys y Llyr dormir plácidamente a los pies de mi cama.

No obstante, la sorpresa me inundó luego de reaccionar a sus palabras.

—¿Luz y oscuridad? Pero mi familia no...

—Ahora no —interrumpió secamente— pero William poseía el elemento de la naturaleza, y como su nombre lo indica, ese elemento abarca el agua, tierra, viento, luz y oscuridad.

—¿Cómo es posible? En nuestros libros familiares y linaje no se habla de ello.

—William nunca hizo uso de la luz y oscuridad, porque al igual que tú, ambos elementos peleaban dentro de él. Además de que a Amaia no le gustaba que supieran que William poseía un elemento tan completo.

Apreté las sábanas debajo de mi cuerpo, incrédula. ¿Qué clase de historia se escondía detrás de mis poderes?

Natalia acarició su barbilla, como si recordase algo, continuó: —La única vez que hizo uso de ellos, fue cinco años antes de morir.

—¿Qué?

Natalia volvió a suspirar, pero esta vez su suspiro estaba cargado de nostalgia.

—Él sabía que no podía usar ese elemento, sin embargo, lo usó. Solamente, para ver si podía evitar la destrucción de este mundo —dijo mirándome— y te vio a ti.

¡¿A mí?!

Natalia no se percató de mi estado de confusión, por lo que continuó: —La maldición que lanzó decía que 10 siglos después, ella volvería a vengarse del imperio que la derrotó, y luego unificaría el continente, provocando caos.

Me quedé en silencio. ¿Qué clase de trama era esta?

El pasado que describía Natalia, era, sin lugar a dudas, un mundo completamente distinto al que yo recordaba.

—Por eso, yo debo ayudarte a guiar el elemento que vivió dormido por años en tu alma, Kristina —culminó con seriedad.

—¿Tú sabes por qué no desperté el elemento en mi vida pasada?

El silencio se apoderó de mi dormitorio, logrando que se hiciera notar el sonido del viento, golpeando mi ventana.

—Sí —asintió, y al ver mi mirada cargada de preguntas, continuó— pero no es algo que me incumba decir a mí. Además, William me dijo que no debía interferir más de lo necesario.

Fruncí los labios, tragándome la molestia que amenazaba por salir.

—Lo que puedo decirte, mocosa, tu ceremonia con esa cosa maldita, rompió la maldición que ataba tu alma.

—¿Cosa maldita? —inquirí, un tanto confundida.

Natalia sonrió a medias mientras apuntaba mi collar.

—Esa es una maldición que atormenta a su poseedor.

—¿Cómo es posible? —cuestioné dudosa— este Ámbar nace con nosotros desde siempre.

Ella negó con la cabeza, con una expresión cansada.

—Te equivocas. Esa cosa a la que tú llamas Ámbar fue una maldición puesta por Amaia.