Project Universe: Explorers

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Los pasillos brillaban con su habitual luz amarilla, típica del sector adaptado a soles de ese color.

Sin embargo, algo en el aire era distinto; los pasos metálicos resonaban entre la multitud que atravesaba la enorme plaza del sector trescientos dieciocho de ARMA.

Una Humex de cabello largo y plateado, Heart, ajustaba su peinado mientras sonreía confiada: había sido un buen día de trabajo.

—¡Así que aquí estabas! —Una voz conocida llamó su atención.

Heart parpadeó, sorprendida, y se giró.

—Oh, hola, señor Epsilón, ¡qué gusto verlo! —dijo, poniéndose frente al flamoide.

Él se veía más calmado y joven, casi como un adulto recién formado. Con gesto sereno, entregó una tablilla a la robot.

—Han trabajado demasiado; consideren tomar un descanso después de esta misión —mencionó.

—Ja, cuando seamos rango Estrella quizá lo hagamos… —respondió Heart, observando con orgullo el holograma de la tablilla.

Epsilón asintió y se alejó en busca de otra misión. Heart, en cambio, se quedó analizando los datos; símbolos y números se reflejaban en sus ojos brillantes.

—Investigar laboratorio en el planeta Xereos… Precauciones: presencia de agentes de OMEGA en las instalaciones —leyó sin mucho interés.

Pero sus ojos pronto se iluminaron con símbolos de dinero al ver la jugosa recompensa.

—¡Mil Soltz por persona! —exclamó, y salió corriendo hacia las viviendas como si su vida dependiera de ello.

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"Ah… en ese entonces era demasiado inmadura..." El eco de Heart resonaba con melancolía.

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—Novecientos… novecientos uno… novecientos dos… ¡ah…! —La voz masculina, con eco, retumbaba en la vivienda.

Esker, el hydronido, dejaba caer unas pesas de roca morada, jadeando por el esfuerzo.

—Hice la cuenta… superaste tu récord. Je, je. —Heart lo observaba admirada.

—Sí, y eso que no hice las de espalda —respondió Esker, estirando los brazos.

Heart le entregó la tablilla con emoción.

—¡Mil Soltz solo para nosotros! ¡Debemos hacerlo!

—¿¡Mil!? ¿Qué clase de misión es…? —Esker desplegó el holograma. —¿Una base de OMEGA? Hm, se ve más pequeña que otras que hemos asaltado.

Heart asintió, llevándose la mano a la mejilla con aire despreocupado.

—Así es… ¡por lo que debería ser pan comido!

—Mmm… de acuerdo, hagámoslo. ¡No podemos dejar pasar una paga tan buena! —Esker devolvió la tablilla y se retiró a enfriarse.

Unos pasos sigilosos se acercaron detrás de Heart.

—¿Otra misión? —Una voz femenina sonó a sus espaldas.

Heart dio un brinco.

—¡Ah…! ¡Beat, no me des esos sustos! Chispas… —resopló, relajándose después. —Sí, mira, ¡la recompensa es increíble!

Beat, otra Humex, con el cabello recogido en una cola de caballo y un flequillo que le cubría parte del rostro, tomó la tablilla.

—Un laboratorio clandestino… ¿qué harían en un planeta tan remoto? —murmuró, pensativa.

—¿Eso qué importa? Si no tienen dónde huir, será aún más fácil —contestó Heart, desinteresada.

Beat frunció el ceño al notar un contador junto a la recompensa.

—¡Espera! Heart, ¡esta misión expira en dos días! ¡No podemos aceptarla!

—¿Qué? ¡Claro que sí! ¿No ves cuánto pagarán? —replicó Heart.

—¡La paga es lo de menos, tonta! —estalló Beat—. ¡Por todos los clavos, ¿cómo esperas que explore el lugar con solo un día de preparación!?

—Pues no explores y ya. Es una base pequeña; entramos, conseguimos la información y nos vamos. —Heart, ya molesta, la sujetó del cuello de su camisa.

Beat se soltó de un tirón y alisó su uniforme negro, al que trataba con especial cuidado.

—Como quieras… ¡pero si algo sale mal será tu culpa! ¿Entendido?

—Sí, sí… solo empieza a prepararte, ¿quieres? Te tardas más que Esker. —Heart se marchó a su habitación.

Beat se quedó mirando la tablilla con frustración.

—¿Qué le pasa a esta loca…? —murmuró.

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"Maldición… cómo desearía jamás haber recibido esa tablilla…" El eco de Heart sonaba con dolor.

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Un sable sonó como un eco anunciando la llegada de la muerte. La sangre azul salpicó las paredes metálicas.

El aluvión de disparos de dardos y láseres de los enmascarados fue repelido por el muro acuático que protegía a las dos Humex.

—¡Equipo Celio, necesitamos refuerzos! Agentes de ARMA irrumpieron en… —la voz del soldado se apagó con un disparo certero de Beat.

—¡Son demasiado fuertes, retrocedan, bloqueen la puerta de acceso! —ordenó otro.

Los soldados de OMEGA se replegaron, disparando sin cesar.

—¡No tan rápido! —Heart salió de la barrera, brazos convertidos en sables.

—¡Heart, espera! —Beat gritó, la preocupación evidente.

Heart avanzó sin detenerse; su mirada era afilada, casi asesina, mientras derribaba a todos los soldados con precisión letal.

—¡Bien hecho, jefa! —Esker volvió a su forma humanoide, exhalando aliviado—. Un poco más y ya cobraría por el servicio. —intentó bromear.

—¡Debes ser más cuidadosa! ¡Pudiste haber muerto! —Beat la empujó con rabia.

Heart le devolvió el gesto.

—Pues no lo hice. Ahora deja de quejarte y busquemos esa información.

Al llegar a una puerta plateada, Esker la tocó.

—¿Quién es? —preguntó una voz áspera.

—Eh… ¿su pedido de fluchichas? —dijo el hydronido, encogiéndose de hombros.

—¿¡Fluchichas!? Nadie come eso… —la voz se interrumpió cuando un puño acuático lanzó la puerta y al científico contra la pared.

El trío apuntó sus armas a los presentes.

—Un gusto verlos —dijo Heart con una sonrisa confiada—. Entréguennos la información y consideraré no matarlos.

Un científico con forma de cangrejo corrió hacia un botón, pero Beat lo abatió. El caos estalló.

Los demás científicos buscaban armas, corrían, gritaban. Esker los atrapaba en torrentes de agua, mientras Heart y Beat disparaban. Cuando todo acabó, el silencio reinó entre cuerpos caídos.

Beat se colocó frente a una consola.

—Tal vez aquí encuentre algo… —murmuró, empezando a indagar.

Heart y Esker recorrieron la sala. Dos tubos enormes recorrían suelo y techo, rebosantes de un líquido celeste brillante.

—Nunca había visto algo así —dijo Esker, inquieto—. Y eso que yo mismo estoy hecho de líquidos.

—Sí… tiene un pulso extraño, casi vivo —Heart observó con recelo—. Puede que sea lo que investigaban aquí.

En ese momento, el científico cangrejo, aún con vida, alcanzó el botón.

Las luces se tiñeron de rojo; el suelo tembló con violencia.

—¿¡Tuercas, qué pasa!? —Heart perdió el equilibrio.

Una explosión rugió a lo lejos.

—Oh, no… —Beat palideció.

—¡Retirada, al portal, rápido! —ordenó Heart.

Corrieron de regreso, pero las explosiones los alcanzaban. El líquido celeste comenzó a desbordarse como cataratas furiosas, inundando el recinto.

—¡No se detengan! —gritó Heart.

El portal esperaba al final del pasillo.

—¡Ya casi! —Esker se deslizó a toda velocidad.

—Sabía que esto era una mala… —Beat no terminó: una explosión cercana la lanzó contra los escombros.

—¡Beat! —Heart corrió hacia ella—. ¡Esker, ayúdame!

—¡Sí! —el hydronido se unió, moviendo fragmentos de metal junto a Heart.

Beat recobró el sentido, su cuerpo con grietas azuladas.

—¿Q-qué…? ¡Chicos, sáquenme! —su voz temblaba de puro pánico.

—¡Lo intentamos! Resiste —respondió Esker, esta vez sin bromas.

La inundación rugía cada vez más cerca. Beat sollozó:

—Heart… ese archivo decía que es un virus… si llega a ARMA… ¡por favor!

Intentaron apartar un enorme bloque de techo, pero no se movía.

Esker jadeó:

—Heart, no podremos. ¡Debemos irnos!

—¡Idiota, no! ¡Es mi hermana! —Heart empujaba con manos temblorosas.

—¡No hay tiempo! ¡Lo siento! —gritó Esker, retrocediendo.

Beat extendió la mano entre lágrimas.

—No me dejes… por favor…

Heart se quedó inmóvil. Su respiración se quebró, las lágrimas inundaban sus ojos.

El rugido del líquido llenaba el pasillo.

—Beat… —la voz de Heart se rompió—. Yo... ¡Lo siento!

Se levantó y corrió hacia el portal. Beat la vio marcharse, con un grito que desgarró todo a su alrededor:

—¡Prometiste que si algo salía mal… sería tu culpa!

El líquido celeste cubrió el pasillo. Beat, temblando, alzó su rostro en un último clamor:

—¡Heart!

Heart cerró el portal entre sollozos y se dejó caer, cubriéndose el rostro. Esker la miraba, cargando el mismo peso de la culpa.

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“Ese día… perdí a mi hermana. Creí que Esker era un cobarde. Y yo… abandoné al equipo.”

El eco melancólico de Heart había vuelto.

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El recuerdo se desvaneció. La habitación permanecía en penumbras.

Heart, con manos temblorosas y lágrimas en las mejillas, estaba sentada junto a Alex, perdida en la nada.

Alzó la mirada hacia el techo; su mandíbula temblaba.

—Yo… jamás pensé que llegaríamos a enfrentar a la princesa de Monsterad… —cerró los ojos con fuerza—. Pude haber pedido que nos retiráramos tras lo del laberinto…

Alex permanecía en silencio, escuchando con absoluta atención.

—Pero no… la tonta líder de Explorers decidió luchar… aun sabiendo que ponía en peligro a sus compañeros… y a otro equipo. —Su voz se quebró.

El cuerpo de la robot temblaba; sus lágrimas se resistían a caer, pero no podían ocultar la grieta en su voz.

—Solo quería que Writz tuviera un buen cincuentenario… Pensé que podíamos con esto… pero todo se salió de control… ¡Y ya no supe qué hacer!

Se abrazó a sí misma, buscando un refugio.

—Soy la peor líder que un equipo podría tener… irresponsable, negligente… Y ahora… —miró sus manos temblorosas—. Otra vez… tengo miedo.

Alex se inclinó hacia ella. Heart lo miró como si su figura fuese demasiado grande, demasiado imposible de alcanzar. El silencio del humano la atormentaba.

"Sabe que tengo razón…" pensó.

De pronto, Alex la envolvió en un abrazo. Su mirada era cansada, pero llena de comprensión.

Heart hundió su rostro en su pecho y, sin poder resistir más, soltó un grito desgarrador. Lloró con toda la fuerza de treinta años de peso acumulado. Cada sollozo, cada lágrima azulada, arrastraba un pedazo de esa carga.

Alex temblaba, sosteniéndola, también con lágrimas en los ojos.

—Lo siento… —sollozó Heart—. No soy la líder que esperabas.

Alex frunció el ceño y, con suavidad, la apartó apenas. Heart intentó aferrarse, pero él la sostuvo de frente, mirándola directo.

—Heart… tienes razón en algo: no eres la líder que esperaba.

La robot sintió que el mundo se le derrumbaba.

—Yo… lo sé. Si quieres irte…

—Pero eres la líder que necesitamos. —interrumpió Alex, firme.

Heart lo miró confundida, limpiando sus lágrimas.

—¿Qué…?

—Si no me hubieras aceptado, no sé qué sería de mí ahora. —dijo Alex, desviando un poco la mirada—. Hemos peleado, discutido, insultado… pero también reímos, celebramos y luchamos juntos.

—Aunque siempre contra tu voluntad… —murmuró Heart.

—Bah… si trabajar fuera divertido, no te pagarían por hacerlo. —rió con un intento de alivianar.

Heart dejó escapar una pequeña sonrisa entre lágrimas.

Alex, tras dudar un instante, posó su mano en la mejilla de la robot. Ella se sobresaltó.

—No tengo grandes consejos, Heart. Todos peleamos con nuestros propios demonios. Pero sí puedo asegurarte algo: estoy aquí. No me iré. Porque sin ti, nunca me habría adaptado a este mundo… seguiría asustado.

La sorpresa se reflejó en los ojos brillantes de la robot. Alex, nervioso, pensó en apartar la mano, pero Heart la sostuvo contra su rostro.

—Solo… un rato más. —dijo con los ojos cerrados, evitando que sus pupilas en forma de corazón la delataran.

—Ja, ja… Heart… —Alex sonrió con ternura.

—Alex… ¿alguna vez me odiaste?

—Jamás. —respondió sin dudar.

—Pero en Felfai tú…

—Fue una pelea. Dijimos cosas hirientes que no sentíamos. —la interrumpió Alex.

—Oh… ya veo… —murmuró ella.

—¿O acaso tú sí pensabas que no debía estar aquí?

—¡No, claro que no! Yo solo…

Heart cerró los puños y bajó la mirada.

—Alex… lo juro. Jamás dejaré que nada malo te pase. Ni a ti, ni a Writz. No quiero perder a nadie más importante.

Inclinó la cabeza en un gesto solemne.

—Ay, Heart… —Alex levantó su barbilla suavemente—. Es una promesa. Dalo por hecho.

La abrazó de nuevo. Esta vez, Heart correspondió con una sonrisa leve en medio de su llanto.

—Ahora… ¿tú podrías prometerme algo? —preguntó ella, con un rubor en sus mejillas metálicas.

—Claro, lo que quieras. —afirmó Alex.

Una última lágrima cayó de los ojos de Heart, pero esta vez era de alivio.

—Prométeme… que vas a quedarte. Y que me cuidarás… cuando yo no pueda hacerlo.

En medio de lágrimas, risas temblorosas y promesas, ambos dejaron atrás la sombra de los errores para empezar a forjar algo nuevo.

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