Adrian creía que la suerte rara vez estaba de su lado, especialmente cuando perdió su trabajo debido a la homofobia. Su vida se complicó aún más cuando un accidente lo dejó atropellado, lo que le costó una entrevista de trabajo crucial. Sin embargo, lo que no podía prever era que la suerte a veces se manifiesta de maneras inesperadas. Ser atropellado por Benicio no solo cambiaría la trayectoria de su vida, sino que también desataría una serie de sentimientos intensos y lo llevaría mucho más allá de lo que jamás imaginó.
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Capítulo 19
Después de intentar calmarse en el baño, Benicio volvió a terminar aquel almuerzo. Cuando regresó a la empresa, Adrián también había vuelto, pero el hecho de saber que su asistente había almorzado con esa chica seguía molestándolo. No lograba discernir si sentía celos de su empleado; aquel tumulto interno estaba irritándolo, algo que también se reflejaba en su comportamiento exterior.
— ¿Está todo en orden? ¿Ya podemos ir a visitar el terreno? — preguntó sin mirar a Adrián.
— Sí, ya hablé con el encargado; nos esperará allí. Podemos ir cuando usted quiera.
— Entonces recoja sus cosas y vamos — dijo de manera cortante.
Adrián salió de la sala, pensativo. Le resultaba difícil comprender el humor de su jefe, y ni siquiera sabía la razón de tanta tensión y nerviosismo. No entendía si estaba haciendo algo mal, pero no quería preguntárselo.
Después de recoger sus cosas, ambos salieron de la empresa. El chofer de Benicio los llevó a su compromiso. Durante el viaje, no pudo resistirse y comenzó a preguntar sobre su almuerzo con esas dos mujeres.
— ¿Así que almorzó con Gabriela y otra persona hoy? ¿Se está integrando rápidamente? — Intentó disimular la pregunta.
— Sí, Gabriela me invitó para conocer el lugar, y resultó que Helena también iba, así que almorzamos juntos. — A Adrián le pareció extraño que Benicio supiese dónde y con quién había comido.
— ¿Helena? ¿La chica que le dio galletas y estaba flirteando con usted? — Benicio cambió su tono al preguntar.
— Sí, ella es.
— Parece que es bastante popular entre las chicas. Espero que no tenga problemas en la empresa por estos vínculos.
Adrián notó el disgusto en las palabras de Benicio. Aún no conocía bien a Benicio, pero le parecía que estaba enviando señales confusas. Era como si le molestara que se aproximara a esas mujeres. Adrián simplemente no lograba descifrar si el malestar era por él o por las empleadas.
— Por eso no tiene que preocuparse, señor. Sé separar lo personal de lo profesional. — Adrián fue claro con su jefe.
Sin embargo, a Benicio no le agradó mucho esa respuesta. Como Adrián había mencionado saber separar, daba la impresión de que podría estar sucediendo o llegar a suceder algo entre ellos. Siempre que pensaba en eso, Benicio se irritaba aún más, no solo por el posible romance de su asistente, sino porque se daba cuenta de que pensaba más en Adrián de lo que debía, incluso más que en su prometida. Esa posibilidad respecto a su empleado lo enojaba más que si hubiera sido con Carla.
— Así lo espero. — Benicio respondió de modo abrupto.
El silencio volvió a reinar en el ambiente hasta que llegaron a destino. Después de esas pocas palabras, Adrián también comenzó a reflexionar.
Recorrieron el lugar mientras Adrián tomaba nota de algunos detalles de la conversación que su jefe tenía con el representante. Benicio comenzó a comportarse de manera diferente con él; por momentos, lo trataba de manera distante. Una vez que todo estuvo resuelto y volvieron al coche, Adrián no aguantó más.
— Señor, si me permite hacer una pregunta, me gustaría saber si mi servicio no está siendo de su agrado.
Benicio lo miró después de esa pregunta, dándose cuenta de que quizás había exagerado un poco. Era normal que Adrián pensara que su enfado se debía a su trabajo. Adrián quería aclarar qué estaba yendo mal, necesitaba el empleo y deseaba desempeñarse al máximo. No obstante, si desconocía lo que estaba causando el descontento de Benicio, no podría mejorar.
— No es eso, al contrario, estoy satisfecho con su labor. Disculpe si le di una impresión equivocada sobre mi aprobación. Estoy preocupado por algunas cuestiones de la empresa y también por la fiesta anual que organizamos; se aproxima la fecha, y eso me genera estrés. — Benicio intentó justificar su tensión.
— Entiendo, pero como su asistente, estoy aquí para ayudar. No necesita llevar esa carga solo. Puede delegarme algunas responsabilidades; quiero realizar mi trabajo de la mejor manera posible y quiero que esté conforme.
Adrián dijo eso mirando a Benicio, y por unos instantes, pudo captar la mirada que lo examinaba. En ese momento, no era la indiferencia usual que su jefe trataba de mantener. Parecía una mirada tierna y de admiración.
Benicio se dio cuenta de cómo estaba contemplando esos ojos claros de Adrián y desvió la vista en otra dirección. Esta vez, intentó contestar con algo más de amabilidad.
— Usted me parece ser un buen profesional, Adrián. Estoy contento con su desempeño hasta ahora. Quizás mi cambio de humor haya dado una impresión equivocada. Trataré de controlarme un poco más.
— Como le dije, estoy aquí para ayudar. — Adrián respondió con una sonrisa.
Benicio volvió a apartar la vista. La sonrisa de Adrián era aún más cautivadora. "¿Realmente tiene que sonreír así?" pensó, ya que esa sonrisa dulce lo hacía sentirse mejor, pero a la vez agravaba su situación.
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