El secreto del CEO
El inicio del día seguía la rutina de siempre. A las cinco y media de la mañana cuando Adrián se levantó de la cama y se dirigió al baño para darse una ducha, preparándose para otro día en la búsqueda de empleo. Adrián vivía con su abuela, Marcelina, desde que perdió a sus padres en un trágico accidente automovilístico. La salud de Marcelina estaba deteriorada, su pensión apenas alcanzaba para los gastos básicos, y para colmo, Adrián había sido despedido hace dos meses.
Después de ducharse y vestirse, Adrián fue a la cocina para desayunar con su abuela. Como la mayoría de las señoras de su edad, ella también madrugaba, y ya se podía apreciar el aroma acogedor del café recién hecho.
—Buenos días, abuela. — Adrián la saludó con un beso en la mejilla.
—Buenos días, mi niño. ¿Estás listo para otro día de búsqueda? — Marcelina preguntó con ánimo.
—No me puedo permitir rendirme ni desanimarme. Mis ahorros están acabándose y tu pensión apenas si cubre los medicamentos. Debo encontrar algo pronto. — Adrián contestó con firmeza.
—Tengo fe en que hoy las cosas mejorarán — su abuela replicó, besándole en la cabeza.
Marcelina puso un plato en la mesa para que su nieto tomara el desayuno. Este sería otro día de tediosas entrevistas laborales, pero algo dentro de ella presagiaba que la suerte de Adrián estaba a punto de cambiar.
Suerte era precisamente lo que más necesitaba Adrián. Llevaba dos meses sin empleo y las oportunidades parecían escurrírsele entre los dedos. Había aplicado incluso a puestos que no tenían que ver directamente con su formación, simplemente porque la desesperación le apremiaba.
Adrián, con 26 años y graduado en mercadotecnia, había trabajado algunos años en la firma que lo despidió. Aunque no tenía pruebas concluyentes, sospechaba que su despido estaba relacionado con que su jefe se enteró de su orientación sexual. Ya había detectado la homofobia de su gerente, pero nunca imaginó que llegaría a tal extremo. La excusa de una reestructuración empresarial impidió que pudiera insistir en el verdadero motivo de su despido.
Ese día en particular, Adrián se alistaba para otra entrevista de trabajo, con la esperanza de que todo saliera bien y pudiera ofrecer una mejor vida tanto a su abuela como a sí mismo. Además de los problemas económicos, sentía la soledad, el deseo de tener a alguien con quien compartir tanto los buenos como los malos momentos.
Mientras tanto en otra zona de la ciudad, Benicio Thompson seguía una rutina estricta. Muchos lo veían como frío y arrogante, siendo el director ejecutivo de una empresa de renombre tanto nacional como internacional que llevaba su apellido.
Esa mañana en particular, Benicio tenía más prisa de lo usual. Había una reunión clave con unos inversores y debía seleccionar a su nuevo asistente personal. Estaba tan ocupado que ni siquiera desayunó, despidió a su chofer y decidió conducir por sí mismo hacia la empresa.
Benicio conectó el teléfono al coche y comenzó a realizar algunas llamadas, tal y como era su costumbre. Era conocido por su meticulosidad y rigurosidad. No obstante, esa llamada en específico le tenía discutiendo con un subordinado sobre un informe incompleto, cometiendo el error de no prestar la debida atención al tráfico, lo cual podría resultar peligroso.
Quien tampoco estaba prestando mucha atención ese día era Adrián. Estaba mirando su móvil mientras repasaba los requisitos para la vacante laboral, asegurándose de no olvidar ningún detalle y revisando los documentos que llevaba consigo.
Al mismo tiempo, Benicio seguía enfadado en la llamada y no se percató que alguien intentaba cruzar la calle. Cuando finalmente lo advirtió, frenó el vehículo, pero igualmente, golpeó al hombre que cruzaba por un lugar indebido.
La colisión no fue muy fuerte, pero suficiente para dejar a Adrián inconsciente. El empresario salió rápidamente de su auto para comprobar el estado del hombre a quien había atropellado. Al notar que respiraba y parecía tener solo un corte en la cabeza, Benicio llamó a una ambulancia para asegurarse de que recibiera atención médica adecuada.
Benicio llamó a su oficina, pidiendo cancelar sus citas matutinas. Reconoció la importancia de prestar la debida asistencia al hombre atropellado para evitar problemas legales a futuro. Benicio no tenía idea de la integridad del hombre tendido en el piso y prefirió no arriesgarse.
La ambulancia llegó rápidamente y el herido fue atendido de inmediato. Benicio los siguió en su auto hasta el hospital. Mientras Adrián era tratado, él esperaba en la sala de espera, preocupado por la condición del hombre herido.
Algún tiempo después, el médico salió y le dijo a Benicio:
—¿Usted está con el paciente que fue atropellado?
—Sí, ¿cómo está? — preguntó Benicio.
A lo que el médico contestó:
—Afortunadamente, no tiene lesiones graves. Se desmayó por el impacto en la cabeza, pero no tiene traumatismos ni fracturas. Sin embargo, debe quedarse en observación. Si tiene dolores intensos o mareos, debe regresar inmediatamente.
Benicio reflexionó sobre el hecho de que ni siquiera conocía al hombre accidentado y, por tanto, no tenía forma de saber esas cosas.
—¿Está despierto? — preguntó Benicio al médico.
El médico respondió enseguida:
—Sí, puede verlo ahora. Su habitación es la tercera puerta a la izquierda.
Agradeciendo al médico, Benicio siguió las indicaciones. Al abrir la puerta de la habitación, vio al hombre de espaldas, poniéndose la camisa. Benicio pudo ver claramente su espalda ancha y musculosa, con algunas marcas y rasguños del incidente.
Al ingresar al cuarto, el hombre se giró. Por la tensión del momento, Benicio no había reparado demasiado en la apariencia del hombre hasta entonces. Lucía sencillo pero atractivo, con un vendaje en la frente, mirando a Benicio con una expresión confundida.
—Disculpe por entrar así. Vine a ver cómo estaba. — Dijo Benicio, intentando justificar su presencia.
El hombre detenido frente a él preguntó:
—¿Y usted quién es?
—De hecho, soy la persona que lo atropelló. — Respondió Benicio con franqueza.
Adrián observó al hombre delante de él. Por la vestimenta y la forma en que lo observaba, dedujo que podría tratarse de un empresario importante. Pero en aquel momento, la posición social del hombre era lo de menos para Adrián. Lo único en lo que podía pensar era que su oportunidad de obtener un empleo en una firma de prestigio había sido arruinada por este desafortunado accidente.
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Comments
Yoshio Ishikawa
Cual d los dos es mas pendejo?
2024-10-11
1
⊹ ᮫࣭﹆ֹ 🧸 Kir 𓂃 ✿
cuál de los dos es más pelotudo
2024-09-22
0
Marta Reinares de Perino
Muy bueno
2024-07-02
8