Tatiana lleva enamorada de su amigo una década pero el se casará y ella debe ser madrina de su boda junto a su enemigo
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Capítulo 19
Me desperté súper temprano. Revisé mí móvil con la esperanza de que por alguna razón no pudiéramos hacer el dichoso viaje pero no tenía ni una triste notificación en Facebook. La historia de mí vida social, nula.
Me di una ducha con agua fría para así despertarme lo más posible, aunque salí con tanto frío que de solo ver mí cama el sueño me invadió de nuevo. Me vestí y salí de la habitación rápidamente antes de que la tentación de saltar a mí cama me ganara.
Danilo se despertó conmigo para despedirse, una semana sin estar juntos es muchísimo tiempo. ¿No es un amor? Nos abrazamos diciéndonos cuánto nos extrañariamos.
De pronto el timbre sonó avisando que la pesadilla comenzaba. Creí que encontraría el rostro sonriente de Oriana pero en su lugar solo estaba Emanuel. Me despedí de Danilo prometiendo que lo llamaría nada más lleguemos y diciéndole cuánto lo quería y me fui.
Emanuel subió mí maleta, mí pequeño bolso lo llevaba en la mano. Antes de que pusiera en marcha su vehículo le pregunté por qué no estaba la feliz pareja junto a nosotros. ¿Acaso no se suponía que saldríamos los cuatro juntos por la estúpida tradición? A lo que el respondió "Según nuestro querido amigo debemos ir a su casa primero porque Oriana aún no acababa de vestirse apropiadamente para el viaje"
-¿Vestirse apropiadamente? ¿Y eso que rayos significa?- pregunté visiblemente cabreada
-¿Y yo como voy a saberlo? Ni siquiera soy mujer- contestó encogiéndose de hombros
-Yo soy mujer y aquí me ves, vistiendo cómodamente para un viaje de no se cuántas horas a no sé dónde- le dije señalando mis jeans ajustados, mis converse blancas y mí camiseta negra.
-Siempre me gustó eso de tu forma de ser- y diciéndome esto puso su vehículo en movimiento para ir así a la casa de Ramiro
Llegamos... a la casa de Ramiro. Llevamos ya esperando que Oriana se "vista apropiadamente" y aún no sale por esa bendita puerta. Preferí quedarme en el auto porque se que si bajaba la sacaría de sus hermosos cabellos rubios. Ésta chica es exasperante.
Soy mujer, entiendo que aveces deseamos vernos hermosas pero para salir de casa y encerrarse en un auto y viajar por más que le doy vueltas al asunto no le veo sentido.
Emanuel también luego de unos minutos de espera decidió volver al auto conmigo, ya éramos dos impacientes por llegar a donde sea y que ésta semana acabe pronto.
Por si no se los dije hoy es 13 de diciembre y regresariamos el día 20. Si es que sobrevivimos con los novios, claro está. Y mí cumpleaños es el día 21 por lo que ruego que no se les ocurra hacernos permanecer más tiempo allí.
Luego de una hora de silencio en compañía de Emanuel logramos ver a una Oriana impecable con un hermoso vestido rosa hasta la rodilla, un divino bolso Chanel y unos tacones altísimos de color negro. Su cabello perfectamente peinado y un maquillaje hermoso pero demasiado cargado para mí gusto. Solo pude poner los ojos en blanco y decir "al fin, que comience la tortura" a lo que Emanuel pareció escuchar y solo se rió comenzando a seguir a la pareja.
Pasamos una hora, dos horas, tres horas y no teníamos idea de hacia donde iríamos. ¿Para que tanto misterio?
Le pregunté a Emanuel si le habían dado alguna pista pero estaba tanto o más desorientado que yo, así que ni modo.
Cuatro horas y veinte minutos nos llevó llegar a una hermosa casa ubicada a las orillas de una playa. No dudo de que para vacacionar debía ser el lugar perfecto porque ya sentir la brisa del mar y el sonido de las olas era súper relajante. Claro que venir a éste hermoso lugar con la persona que amas y su futura esposa le hacían perder encanto a nuestra estadía y carecer de relajación seguramente.
Al entrar al que sería nuestro hogar la próxima semana no pude evitar sonreír fascinada. Era un lugar pequeño pero muy acogedor. Contaba con dos plantas, en la superior estaban las habitaciones según nos dijeron.
Emanuel dejo nuestras maletas en la sala y yo no me apresuré para instalarme sino que lo primero que hice fue salir, necesitaba caminar descalza en la arena y sentir la brisa, realmente necesitaba relajarme. Sería demasiado duro lo que nos esperaba aunque no tenía idea de cuánto podría ser.
Luego de caminar un tiempo decidí sentarme en la arena y mirar el mar, era todo tan hermoso. Pero lo bueno dura poco; el viento comenzó a soplar con intensidad y debí correr haciendo mí mayor esfuerzo para regresar. La arena parecía incrustarse en mí, me picaba todo el cuerpo, mis ojos hacían un esfuerzo sobrehumano para ver el camino porque realmente no se veía a veinte metros de distancia. Vi que alguien se acercaba a mí y cuando ya estuvo lo suficientemente cerca pude ver qué era Emanuel quien solo me tomó en brazos poniéndome sobre su hombro y comenzó a correr conmigo colgada.
Estaba sorprendida y no podía pronunciar palabra, tampoco deseaba quejarme claro. Si que mí compañero era fuerte y cuando llegamos antes de que me deje en el suelo pude apreciar unas firmes nalgas que me daba ganas de pellizcar. Rápidamente deseché ese pensamiento. ¿Que hacía yo viendo a Emanuel? Seguro era que estaba enloqueciendo y Danilo no estaba para tranquilizarme.
Debimos estar toda la tarde en casa. Ya entrada la noche anunciaron Oriana y Ramiro que irían a dormir, que "estaban cansados". Asentimos en respuesta y dijimos buenas noches al unísono.
Tiempo después ya el sueño comenzaba a vencerme y le dije a Emanuel que me iría a dormir; fui a tomar mí maleta pero él tomó la mía y también la suya para irnos cada quien a su habitación. Estaba tan cansada que agradecí el detalle de no tener que hacer fuerza, a su modo era un caballero; algo bruto sí, pero un caballero a fin de cuentas.
Llegamos a la segunda planta dónde había tres puertas de color blanco. Fui instantáneamente a la última, deseaba estar lo más alejada posible de todos y rogaba que esté desocupada. Abrí rogando que sea mía y sentí un gran alivio al comprobar que estaba vacía. Cerré la puerta y me dejé caer en la cama. Siento que mis ojos van cerrandose, que el sueño se hace presente y cuando al fin estoy por dormir sin haberme cambiado siquiera, escucho golpes en la puerta. Me levanto a abrir y me encuentro con Emanuel ¿Preocupado? y con su maleta
-¿Qué pasa?- pregunto con voz adormilada
-No se cómo decir esto- rasca su nuca nervioso
-Entonces no lo digas, necesito dormir- voy a cerrar la puerta pero me lo impide