De la novela " Los hijos que me dió la vida", tuvimos la oportunidad de conocer la historia de David Montes, en "Amor a diez mil metros de altura"el hermano mayor de tres hermanos, ellos tuvieron que vivir una terrible perdida, pero gracias al amor incondicional de Alejandra, su segunda madre y Fernando, quienes cumplieron el rol de padres, ellos salieron adelante, ahora es el turno de Duvan y Dominic.
Se verán enfrentados a dos hermosas chicas, con personalidades totalmente opuestas, pero que poco a poco, van a demostrar, que la teoría de que los polos opuestos se atraen, es cierta, acompáñame en esta increíble historia.
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CAPITULO 16
Conduje hasta el centro comercial, mi madre me llamó y me dijo que estaría en su oficina para tener un poco más de privacidad, dejé el auto en el parqueadero y fui hasta allá, su secretaria me dejó pasar sin problema.
- Hola mamá, ¿te hice esperar mucho tiempo?-- le pregunté.
- no hijo, llegaste justo a tiempo, igual ya le avisé a tu padre que iba a llegar un poco más tarde de lo normal, mi hijo me necesita y siempre estoy para él-- yo sonreí por sus palabras -- además, tú eres el que menos me busca para recibir mis consejos--
- Lo sé, y no es que no los necesitara, es que sabía que mi vida la estaba encaminando de manera desordenada y nunca tuve miedo ni dudas, pero ahora todo está cambiando, y esto que estoy experimentado, tengo miedo de arruinarlo-- mi madre juntó sus manos con las mías.
- Cuéntame hijo, ¿conociste a alguien especial?-- fue directa.
- Si mamá, y no es la típica chica con las que acostumbro a salir, ella es diferente, incluso, su personalidad es muy parecida a la de Dominic, pero es más tierna y delicada, y eso me asusta, temo que mi historial, o la vida que llevo, le haga daño y yo también termine sufriendo, nunca me he enamorado y tú lo sabes-- ella asintió.
- Hijo, lo único que yo te puedo decir, es que el miedo no es buen consejero, deja que tú corazón te guíe, vas a ver qué puedes lograr muchas cosas, ¿recuerdas el día que te conté que ví a tu hermano en su oficina con una chica? Creo que se llama, Sofia o Sara, no recuerdo bien--
- Sara, se llama Sara-- dije.
- si, Sara, bueno, ella es todo lo contrario a tu hermano, es arrebatada, intrépida, casi como tú, eso lo pude percibir, y he visto que tú hermano ha cambiado un poco, lo he visto más activo, menos encerrado, más enérgico, quizás pensarás que estoy pensando demasiado, pero creo que eso es lo que ustedes necesitan, personalidades diferentes a las suyas para que los haga sentir algo especial-- no lo había pensado de esa manera.
-¿tu crees?-- ella asintió.
- Incluso tú, mírate, nunca me habías buscado para ésto, y hoy lo hiciste, y por alguien que temes lastimar por ser diferente a ti, por eso te digo, que no le temas a intentarlo, gracias a los errores y a los fracasos, llegan los aprendizajes y eso te ayuda a crecer como persona, pero si no te arriesgas, te vas a hacer muchas preguntas ¿que hubiese pasado si?, ¿estaría con esa persona?, ¿cómo habría sido nuestra relación? Muchas preguntas, ¿y sabes que es lo peor de quedarte con todas esas dudas? Que no vas a tener una respuesta, solo suposiciones, inténtalo, siempre tendrás a tu madre, mis brazos estarán extendidos para amortiguar tu tristeza, y hay muchas chicas allí afuera que morirán por estar contigo, como también está la opción, de que esa chica sea el amor de tu vida-- sus palabras fueron muy ciertas.
- Comenzaré a trabajar en mi, en alinear un poco mi vida, antes de si quiera atreverme a ofrecerle un lugar a mi lado, quiero que sea la única, hacerla mi prioridad-- mi mamá sonrió.
- ¿y que hay de esta otra chica?-- hizo una breve pausa mientras pensaba-- ¿Lilieth?-- yo abrí mis ojos.
- ¿Cómo sabes de ella?--
- En alguna ocasión me la crucé saliendo del apartamento donde viven, me dijo que era tu novia, nunca dije nada, por qué respeto su privacidad, y si no me habías contado nada, es porque no lo consideraste necesario, y por mi está bien, cuando ustedes estén listos, siempre estaré para escucharlos -- yo negué.
- No mamá, ella y yo no somos nada, aunque con ella he estado más de una vez, siempre fui claro, ella no debió decirte eso, de todas formas, no te preocupes, todo eso va a acabar, intentaré encaminar mi vida, nunca había sentido el peso de mi edad, hasta que conocí a Mercy, ya no soy un jovencito-- dije.
- ¿Se llama Mercy?, lindo nombre, diferente, pero lindo, ya muero por conocerla, pero esperaré a que tú me la presentes--
- si mamá, espero hacerlo pronto-- miré mi reloj y ya era hora de buscar algo que cenar-- ¿te parece si vamos a comer algo? Yo te invito, tu me dices que quieres -- mi mamá me pellizco la mejilla con suavidad.
- Vamos por Sushi-- yo asentí, me levanté y le ofrecí mi brazo, ella tomó su cartera y salimos de su oficina.
Decidimos salir caminando, cerca había muchos restaurantes, caminamos un rato, hasta que llegamos a nuestro lugar favorito para comer Sushi, entramos y realizamos nuestro pedido, había olvidado lo agradable que es salir a comer con mi madre, hace mucho no lo hacía, Dominic sale con ella frecuentemente, me doy cuenta de que le he dado prioridad a muchos asuntos banales, que no estaban alimentando en nada mi vida, solo placer y desenfreno.
Terminamos de comer, pagué la cuenta y salimos de regreso al centro comercial, íbamos tomados de la mano, como normalmente lo hago, no sé si se ve raro, pero no me importa, cuando estoy con mi mamá, me siento como un niño, y quiero tomar su mano y no soltarla, me siento apoyado y protegió, a pesar de no llevar su sangre, me ha dado el amor y la seguridad que mi madre biológica me hubiese dado si aún estuviera con vida, de repente frente en seco, quedamos frente a frente con Mercy, ella tenía una mirada triste, en ese momento no sabía que pasaba por su mente, pero luego su mirada se enfocó en nuestras manos y supe lo que por esa pequeña cabecita, estaba pasando, y si, a pesar de la edad que ya tiene mi mamá, sigue siendo una mujer hermosa, se ha conservado muy bien, es justificable que quizás piense que es mi nueva conquista.
- Hola señor David, que sorpresa encontrarlo-- dijo en un hilo de voz.
-Mercy-- atiné a decir y mi madre soltó mi mano.
- Hijo, te dejo para que hables cómodamente, tu papá ya debe estar preocupado -- Mercy escuchó sus palabras y sus mejillas se pusieron rosadas por la vergüenza-- cuida a mi hijo, ahora debo irme, adiós -- dijo mi madre y se fue a buscar su auto al parqueadero.
Yo me acerqué a Mercy y la saludé de un beso en la mejilla, luego le dije al oído -- ¿celosa?-- ella pegó un brinco en el lugar donde estaba.