El Regreso De La Villana

El resplandeciente sol de la mañana, dio inicio a un nuevo día en la Mansión Vertron.

La joven de cabellos plateados se levantó de la cómoda cama, aún cansada. Parecía que no había dormido mucho por estar pensado en lo que había pasado el día anterior; Las preparaciones de la ridícula fiesta de té, el joven de ojos rosados y la información que le había dado la ladrona... Simplemente, era mucho de lo que pensar.

Sirvientas aparecieron rápidamente por la puerta y Anya al darles permiso; entraron para ayudarla a prepararse para el colegio. Luego de vestirse, la joven Villana suspiró pesadamente para ir a desayunar con su ahora extraña familia.

Se sentó en su asiento y las sirvientas inmediatamente le sirvieron su comida. La joven observa desde lejos y nota como empiezan a comer todos después de tener su comida.

Parecía que ella era la última en llegar y ellos la esperaban pacientemente. Pero Anya no le interesaba nada de lo que sucedía en esta casa, nada que no tenga que ver con una sentencia a muerte.

Empieza a comer su desayuno en el ambiente de silencio como el primer día en el que llegó. Se veía que la joven Villana ya se había acostumbrado a ese nuevo comportamiento de la familia Vertron y además, se sentía cómoda al no tener que pelear o enojarse con ellos.

—...Anya, falta muy poco para tu debut.— Habló el Duque observando a la joven Villana que dejó de comer por la repentina conversación.

La joven de cabellos plateados se queda en silencio mientras escucha cuidadosamente al Duque. —"Ah, lo había olvidado. Otra cosa en que pensar."— Se lamentó la joven mientras escuchaba.

—¿Estás de acuerdo en salir a comprar tu vestido el día de hoy?— Sugiere Edgar a la joven.

La Duquesa se mantiene callada y observando. En cambio, Alice, se ve como si desea decir algo; sin embargo, decide guardar silencio.

—... Hoy no puedo, Duque. Tengo planes esta mañana. Quizás otro día.— Contesta la joven Villana fríamente.

Aparentemente, la joven Villana había copiado lo que más odio y lo que más la lastimó de su padre; la frialdad y la indiferencia...

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^^^___Academia___^^^

El tiempo había pasado de prisa, casi ni se sintió para la joven Villana que caminaba junto a las dos Señoritas que desde ayer la acompañaban.

Se dirigían con su refacción en mano, hacia el mismo lugar donde acostumbra ir la joven de cabellos plateados a comer.

Tomaron asiento, y mientras Anya escribía en su libreta acerca de la fiesta de té; Rebeca y Elena comían su refacción en silencio para no molestarla.

De pronto, la joven Villana dejó de apuntar en su libreta y volteó a mirar detrás de ella, pues de reojo vio una sombra que se fue entre los arbustos grandes que decoraban la Academia y al no ver nada inusual, decidió ignorarlo y siguió escribiendo en su libreta mientras tomaba su batido.

Más atrás, un joven de cabello negro azabache golpeó fuertemente a un hombre que espiaba a las jóvenes Señoritas. El hombre cayó inconsciente y el joven lo arrastró hacia adentro del arbusto.

Los ojos rosados brillaron con intensidad, haciendo notar su enojo hacia él. Y así mismo desaparecieron entre los grandes arbustos.

Por otro lado, un poco más adelante de donde se encontraba Anya. La joven Inés y sus amigas se encontraban conversando mientras tomaban elegantemente el té.

—Parece que la Señorita Vertron no ha enviado las invitaciones. Jaja, parece que es una ignorante en esto.— Se burla la joven rubia.

Pero las otras jóvenes Señorita no la siguen extrañamente, confundiendo a Inés.

—Señorita Inés... La Señorita Vertron ya las envió esta mañana y fue personalmente a nuestras casas para entregarnos la invitación. Que por cierto, era una hermosa canasta con rosas y una carta. ¡Muy hermosa la invitación!— Habló una de las Señoritas mientras sonreía recordando la escena.

Inés con tinte de sorpresa, frunce el ceño molesta. No podía creer que Anya lo haya hecho de esa manera. No aceptaba que era mucho mejor que lo que ella hizo, enviándoles solo la invitación que seguramente podía llegar a pasar desapercibida porque posiblemente siempre habría cartas en sus escritorios.

—Agh, detesto a la Señorita Vertron.—