LA JOYA DEL CAPÓ
BIANCA
—Mi reina mata a tu rey. Volví a ganar.
Tomo los euros que hay en la mesa y los guardo en mi bolsillo. Mi hermano suspira cansado y se cruza de brazos cuando le he vuelto a ganar por cuarta vez.
—Debes hacer trampa. Nadie me ha ganado antes.
—Soy una chica muy lista.
Él asiente dándome la razón. La mirada de Estefan va a su reloj, abre los ojos de par en par y se levanta del pequeño sofá.
—Ya pronto llegarán. Debo irme antes que papá lance un grito al cielo.
Me acerque a él y lo ayude a arreglarse el traje. Doble perfecto el cuello de la camisa, abotone su abrigo y peine su cabello. Él al verse listo, me dio un beso en la mejilla y entro a la casa.
Parece que la reunión de hoy es más importante de lo que pensé.
Volví a guardar cada pieza del ajedrez bajo la atenta mirada de mi niñera o como papá la llama Teodora y volví hacia la casa. mientras que camine por los lados de la piscina note a Loretta acostada en la tumbona con un bikini negro muy diminuto.
—No hace mucho sol para broncearte—murmure.
—Quiero que el jefe de los Ndrangheta pueda verme. Dicen que es un italiano muy atractivo.
—Debes entrar. A papá no le gustará saber cuales son tus motivos para estar aquí.
—¿Y a quien le creerá? ¿A ti? ¿A la bastarda?
Ella suelta una risa bastante escandalosa y fea, pero logra su objetivo de hacerme sentir un poco mal al instante por sus crueles palabras. Pero bueno, al convivir con Loretta, debo convivir con una arpía de sangre fría.
—Como quieras.
Entre a la casa bajo la atenta mirada de Teodora.
Desde que papá le confeso a Loretta el motivo de su odio hacia mí, ella no dejaba de recordármelo cada día. Loretta y Estefan son hijos de la difunta esposa de Gabriele Corsi-mi padre -a la que siempre dice que amo hasta que soltó su último suspiro. Y yo solo soy el resultado de una noche de alcohol y otras sustancias en las que prefiero no pensar. Vaya mierda de historia.
Estefan y yo tenemos la misma edad, 21 años. Solo tenemos unos meses de diferencia, mientras que Loretta apenas ha cumplido los 18 y esta demasiado hormonal. Coqueteando con los guardias, siendo el centro de atención en cada fiesta y papá celebrando cada uno de sus espectáculos.
Estoy tan centrada pensando en toda mi historia que logro chocar con algo suficientemente duro como para que el ajedrez se caiga y arme un enorme bullicio en la gran sala.
—Perdón.
Me arrodille y empecé a guardar todas las piezas devuelva en el tablero.
—Disculpa Lluvia, Dante. Es muy torpe.
Dante...
Mierda. El jefe.
Alce la mirada y note ese brillo en sus ojos azules, como el océano. Mantiene su buen porte, lleno de elegancia, así como hacía tres años que fue la primera vez que lo vi.
Tiene una presencia de autoridad e intimidad que aumentaba más al estar de rodillas a sus pies. Este hombre ante mí es el líder de Ndrangheta. En mi cabeza viene el pensamiento que debe ser muy respetado, al igual que su esposa ¿Ya estará casado? Creo que no lo veo desde que falleció el abuelo Maximino. Esa vez vino solo con sus padres y se mantenía alejado de todos, aunque en más de una ocasión intente hacerle conversación, él fue muy cortante conmigo.
Claro, un hombre como él debe tener a alguien a su lado. Yo quisiera estar a su lado.
No Bianca, no pienses esas cosas. Solo eres una bastarda.
Estaba asustada o esperando algún grito que disminuyera mi autoestima, pero él solo me dedico una cálida sonrisa. Oh maldición, creo que si me recuerda. Correspondí levemente sin que nadie lo noté y sentí los brazos de Teodora tras de mi ayudándome a levantarme.
—Disculpe, señor—murmure. A papá no le gusta que le llame por lo que es frente a desconocidos—Me retiro.
Salí con Teodora y subimos las escaleras. Stefan me dio una mirada de compasión y yo apresure mis pasos porque sé que papá debe estar muy enojado.
Entre en mi habitación y deje el ajedrez sobre el buro.
—¿Viste lo mismo que yo, Teodora?
—¿Se refiere al señor Damiano?—asentí.
—Es... guapo.
—Un hombre cruel y despiadado diría yo—dirigí mi mirada hacia ella con interés —. Dicen que le encanta torturar a los traidores y encargarse de ellos, completamente solo. Tiene un lugar donde las personas que entran nunca más vuelven a salir.
No sé si es invento de Teodora o no, pero ya me estaba asustado. Le pedí que ya no me cuente más y me asegure de tener todas las piezas de ajedrez, sin embargo, al contar ambos colores, solo hay un grupo que estaba completo y otro no. Me falta un rey.
Mierda. Si salía ahora seguramente papá me azotaría en la noche. No, no quiero. La ultima vez que lo hizo fue cuando reprobé piano.
—Señorita, debe alistarse para la cena.
Asentí. Entre al armario, tome un vestido color rosa pálido y lo deje sobre la cama.
Tarde cerca de dos horas en estar lista. Me duche, acomode mi largo cabello en una cola baja y maquille un poco mi rostro. El vestido rosa pálido tiene un escote de corazón, pero es lo suficientemente reservado para no hacer enojar a papá.
Baje junto a Teodora -siempre me he preguntado por qué la tengo casi las 24 horas conmigo - cuando me voy a dormir la tengo a mi lado y al despertar igual y las primeras veces me pregunté si esta mujer es un robot o una humana.
En mi curiosidad pregunte si podía pellizcarla y acepto. Solo de esa manera comprobé que es un ser humano.
Llego a pensar que papá la contrato para que no pueda huir de casa. eso me causo alegría. Papá se preocupaba un poco por mí, aunque es mínimo, lo hace. Solo quiero que él me quiera como quiere a Loretta y a Estefan. Quiero que este tan orgulloso de mi como de ellos.
Por eso aprendí a jugar ajedrez y tocar el piano, ya que sé que le gusta las canciones clásicas. Y mantengo una buena conducta, nunca lo desobedezco.
Llego a la primera planta y veo a papá, Loretta y Estefan ya esperando en el comedor. El invitado especial ya no está por ningún lado y eso me tranquiliza.
Los empleados sirven la comida y cuando Susana deja mi plato, papá me habla.
—Bianca, quiero que tengas tus cosas listas para mañana a medio día.
—¿Viajaremos?—pregunté—Quisiera saber el pronostico del clima para saber que empacar.
—Estaremos dentro de Italia, querida. El jefe de los Ndrangheta nos ha invitado a una celebración en su casa por algunos negocios. Todo va excelente con ellos, aunque sigo creyendo que no los necesitas.
—Son una gran fuerza. Tienen muchos medios y pueden servirnos...
—Ya, calla Estefan—dice papá—.El asunto es que nos iremos mañana a Sicilia. Así que has lo que ordene. Y... también guarda algunas partituras. Quiero que impresiones a Dante con tus atributos.
—Si papá.
—¿Y yo? ¿Por qué no me mencionaste?—pregunta Loretta muy molesta.
—Cariño ¿No ibas a la playa con tus amigas? Ya esta todo pagado y el avión privado te espera en el aeropuerto en dos días.
—Oh, cierto. Trae regalos papá.
Papá asiente y pellizca la mejilla de Loretta.
Algo dentro de mí se alegró que solo iríamos los tres. Será un excelente viaje para ganar la confianza y el cariño de papá. Voltee hacia Estefan esperando que luzca tan feliz como yo, pero él solo me vio... apenado. Mierda, seguro sabe que perdí una pieza del ajedrez.
Continue comiendo y tarde más que todos en terminar y decir que ayudaría a las empleadas. Papá no se molesto ya que es algo que casi siempre hago, sin embargo, ese tiempo sola me dedique a buscar al rey cerca de las escaleras junto a Teodora.
—No esta, señorita Bianca.
—Debo encontrarlo.
—Tal vez pueda ir a acomodar sus cosas. Cuando venga de Sicilia... yo tendré su rey esperándola.
—Gracias—sonreí.
Me despedí de Teodora y subí a mi habitación.
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