Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 18
Tal y como lo había prometido, en la tarde estaba de nuevo en casa para llevarla hasta la nueva universidad, lo primero que pudo observar fue el campus un espacio grande, vibrante y acogedor, al final se podía ver el edificio principal de fachada moderna, las estructura era de varios pisos, con grandes ventanales que permiten la entrada de luz natural. Las paredes adornadas con obras de arte y murales que celebran la diversidad cultural y académica. Al ingresar, se encontró con pasillos amplios donde los estudiantes se movían entre clases. La biblioteca era de una arquitectura imponente, con un diseño contemporáneo y de ambiente acogedor. Las estanterías en su interior estaban repletas de libros de texto y materiales de investigación. Las zonas de estudio equipadas con cómodas sillas y mesas de trabajo, así como cabinas individuales para estudio silencioso. Las ventanas ofrecían vistas al jardín o al paisaje del campus. Los espacios ajardinados se encontraban llenos de flores y bancos donde los estudiantes podían relajarse, senderos que los conectan y áreas con césped para descansar al aire libre con grandes árboles frondosos que proporcionaban sombra, creando un ambiente fresco y agradable. La cafetería era enorme con un diseño de planta abierta, contaba con muchas mesas y sillas de diferentes estilos, algunas dispuestas en grupo y otras más íntimas, estaciones de comida con buffet donde podían servirse una variedad de platos, desde ensaladas frescas hasta opciones calientes como pasta y carne, un elegante mostrador de café, donde baristas estaban listos para preparar café especializado, tés y smoothies de alta calidad y un ambiente social lleno de estudiantes conversando, con música suave de fondo. También contaba con más espacios como: gimnasio, salones de recreación, residencias estudiantiles (aunque, ella no las usaría), auditorios y por ultimo las oficinas administrativas. Todo el lugar parecía un paraíso dedicado al aprendizaje, exclusivo para personas que tuvieran los medios para poder costear tantos lujos, muy diferente de la universidad donde estudiaba anteriormente.
- Este lugar, es enorme – le dice a Frederick mientras caminaba a su lado – tardare en poder adaptarme a esto.
- Lo harás rápido, si la tonta de Samanta pudo hacerlo, no creo que tú no puedas – la mira y le sonríe
- ¿Samanta estudio aquí? – le dice sorprendida, no esperaba escuchar eso, aunque era lógico pensarlo, dada su posición social.
- Si, aunque fue un dolor de cabeza total – dice recordando esa época
- Y, ¿usted también estudio aquí? – le pregunta
- ¿Quién crees que fue el designado de cuidar que no metiera su trasero en problemas? – dice recordando – fue todo un dolor de cabeza cuidar de esa mujer.
- Entonces esta es tu alma mater – sonríe, caminaban hacia la administración
- Podría decirse, aunque no lo veo de esa forma – su mirada era seria – para mí solo fue un trabajo más con el que debía cumplir – llegan a la oficina
- Oh, señor Rutterford, lo estaba esperando – le dice una mujer – ya tenemos lista toda la documentación que nos pido, además los permisos ya fueron otorgados – le entrega una carpeta de documentos
- Bien, ¿entonces cuando comenzara? – le dice recibiendo lo documento y se los entrega a Elizabeth.
- A partir de mañana mismo puede comenzar – sonríe
- Perfecto – le responde
- ¿Quiere que le muestre las instalaciones? – dice la mujer
- Ya le mostré el lugar – responde Frederick – gracias por todo – sale del lugar.
- Espera, ¿nos iremos ya? - le dice Elizabeth saliendo del lugar tras el hombre.
- Tengo cosas que hacer y tú debes comprar ropa – caminan hacia el auto.
- ¿ropa? – dice sorprendida
- Necesitas un nuevo guarda ropa, ¿no es así? – sube al auto
- No lo sé- le dice al subir
- ¿quieres venir todos los días con la misma ropa? – el chofer enciende el auto
- No- lo mira
- Entonces iras el día de hoy a comprar ropa nueva – le dice – Rebecca te ayudara con eso, ya hablé con ella – la mirada de Elizabeth cambio.
- No quiero – le responde
- ¿Qué? – voltea a verla
- Dije que no quiero ir con ella – le responde molesta – Samanta me dijo que podía ir de compras con ella cuando yo quisiera, así que le diré a ella.
- Samanta está ocupada con el club y además es una muy mala influencia para ti – le dice mirándola a los ojos, la mujer se mostraba desafiante.
- Pues no necesito que esa mujer me acompañe, puedo ir sola – le dice molesta
- Elizabeth, no tengo la energía ni el tiempo para discutir contigo – suspira – los guardias irán con ustedes, Rebecca solo te mostrara las tiendas y te ayudara un poco, no veo cuál es el problema – comenzó a molestarse, esa discusión no tenía sentido alguno.
- No voy a ir con ella – le dice de forma demandante.
- No discutiré contigo, Rebecca te acompañara y ya está dicho – se comportaba como una adolescente.
- En ese caso, regresame al departamento, no necesito ropa nueva – dice viendo hacia la ventana.
- Estas haciendo añicos mi paciencia – dice suspirando, saca su teléfono y hace una llamada – Samanta, necesito que me ayudes.
- Púdrete – le responde
- Elizabeth necesita un nuevo guarda ropas – le dice obviando el insulto de la mujer.
- Es para mí nena – dice feliz – con gusto acepto ayudarla – ríe.
- Te lo advierto Samanta, si la llevas a beber alcohol o si haces algo extraño te juro que lo pagaras – le dice molesto.
- Tranquilo, ya pareces un padre sobre protector –le dice con voz de tedio - ¿Dónde no veremos?
- En el centro – le dice
- Muy bien – cuelga
- Samanta ira contigo – le dice a Elizabeth, la mujer voltea feliz a verlo
- ¿De verdad? – sonríe
- Si, de esa forma podrás ir tranquila, mientras yo me encargo del trabajo – esta mujer me va a matar algún día.
Llegaron al centro de la ciudad, debajo de un gran edificio se encontraba Samanta esperando por ellos, Elizabeth bajo del auto y saludo a la mujer, mientras Frederick cambio al auto de los guardias para dejarles el auto con chofer a las mujeres.
- Primero recorreremos este centro comercial, luego iremos a otras tiendas – le dice sonriendo – tranquila nena, estas en excelentes manos – entran en el lugar.
- Bien – dice sonriendo, con Samanta podía pasar todo el día sin problema alguno, recorrieron muchas tiendas y compraron un montón de cosas, fueron a comer helado, disfrutaron todo el tiempo posible hasta que los pies ya les dolían de tanto caminar.
- Te escribiré en cuanto llegue a casa – le dice Samanta mientras Elizabeth subía al auto.
- Si, muchas gracias por este día – le dice sonriendo – me divertí mucho.
- A la orden nena – le dice sonriendo
Llegaron y salió del auto, los guardias detrás de ella cargaban sus compras, se sentía extraño que hicieran tanto por ella, marco al ascensor y subió, camino por el pasillo hasta llegar a la puerta, antes de entrar al departamento, la puerta se abrió, Rebecca estaba parada frente a ella.
- Hola- le sonríe - ¿Cómo estás? – la mujer se mostraba muy amigable con Elizabeth.
- ¿Quién es? – se escucha la voz de Frederick y se acerca – oh, Elizabeth, ¿Por qué no terminan de entrar? – le dice a ella y los guardias a sus espaldas
- Lo siento, creo que estoy en el medio- se voltea ver a Frederick – Bueno bombón, ahora si me marcho – le da un beso al hombre, tomándolo desprevenido
- ¡deja de hacer eso! – le dice apartándola
- No se preocupen por mí, yo ya me iba de todos modos – dice Elizabeth con una mirada de furia y una expresión poco empática, paso por al lado de Rebecca y fue directo hacia su habitación.
- Oh mi Dios, creo que estaba molesta – dice Rebecca – creo que mejor habla con ella – le dice mirando por el pasillo hacia la habitación de Elizabeth
- Termina de irte – le dice Frederick cansado, lo más seguro era que Elizabeth seguiría mal interpretando aún más esa situación.