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Quiero Amarte - Libro 2

Quiero Amarte - Libro 2

Status: En proceso
Genre:Romance / Venganza / Traiciones y engaños / Reencuentro / Donde hubo fuego cenizas quedan / Triángulo amoroso
Popularitas:103
Nilai: 5
nombre de autor: Corinne Palmer.

Un viejo enemigo altera la paz y tranquilidad que Bonnie construyó cuando se mudó, ella y su madre están más unidad luego de saber que su hija estuvo apunto de morir. Los amigos de Bonnie, están en constantes discusiones para saber si la buscan o no. Theo y Jia se encuentran con Bonnie e intentan sabotearla. Samantha (Samuel) esta decidida a buscar de nuevo a Bonnie y ganar de su confianza, no quiere volver a perderla.

NovelToon tiene autorización de Corinne Palmer. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El vestido.

Llegué a la calle principal, en donde la mayoría de jóvenes de mi edad pasean, fuman, bebé, y disfrutan su juventud. Las mujeres vestidas, creyéndose sexis por el simple hecho de vestirse con ropa ajustada o algo corta. Me bajo del taxi, pago y comienzo a caminar, mirando el suelo sintiendo como los ojos de las personas se pegan en mí, en mis piernas, mi vestido, mi espalda, en mi cuerpo. Me siento deseada pero no por la persona que realmente quiero.

Cuando llegue al antro, lo primero que hago es mostrar mi identificación, y me dejan entrar. Supuse que encontraría a alguna de las personas que ya conocía pero son personas nuevas, me siento en las sillas de la barra y pido algo para tomar. La música alta, y las mayoría de las persona son hombres, que solo voltean para misma mi espalda desnuda y volver su mirada a sus compañeros, pretendiendo que lograran algo conmigo.

El barman me avisa que tenga cuidado con las bebidas, porque estaba empezando a drogan a las chicas que llegaban solas. Pensé por algunos momentos que solo sería una simple broma, pero cuando me trajo una bebida que yo no ordené, comenzó a asustarme.

—El joven de camisa blanca, te invita un trago. — giro la cabeza para mirar al supuesto joven.

—Tiene que ser una maldita broma. — Me alejo de la barra, con el trago que pedí y busco asiento vacío cerca de pista.

—¡Bonnie! Por favor, Bonnie. —

—¿Qué es lo que quieres Theo? Te pedí tiempo para pensarlo. — se sienta y se cruza de piernas.

—Quiero hablar contigo Bonnie. — expreso sentándose a mi lado.

—Te pedí que te alejaras y no lo hiciste, ahora estás aquí. — hable decepcionada.

—Porque te dije que aún quiero ser tu amigo. — expreso.

—Pero yo no. Aún me cuesta superar el trauma de Jia… — se acerca a mí.

—Entonces déjame ayudarte, tú más que nadie sabe que no se puede confiar en Samuel. — frunzo la frente, de manera molesta cuando pronuncio su nombre.

—Su nombre es Samantha y no me importa. Yo confío en ella. — respondí.

—Bonnie, quiero que me des una oportunidad. —

—Ya no quiero dártelo. Theo quédate con Jia, te necesitará. — mencione tranquila, para levantarme y salir del lugar.

—Bonnie, por favor. Samuel no es bueno para ti. Él es una mujer. — al salir, la voz de Theo aún se escucha detrás de mí. — ¿Qué diría tu padre? —

Me quedo callada, pensándolo. Capas que si tenía razón, capas que todo esto comenzó con el hecho de decirle que estoy enamorada de una chica, como decirle a una persona que no puedes alejarte, que esa persona es la que te desperté tu amor de tu cuerpo, que no hace falta que la monogamia te consuma, que el amor no tiene tipos de género. Qué amor es amor. ¿Cómo puedo explicarlo?

Me detengo en la calle, sintiendo la cercanía de Theo por mi espalda, pero solo puedo mirar la calle, el suelo perdiéndome en mis pensamientos, la respiración de Theo golpea sobre mi nuca haciéndome sentir frio. Volteo para mirarlo, y en sus labios aquella sonrisa.

—Dale paz a tu padre Bonnie, demuéstrale que puede confiar de nuevo en ti, enorgullécelo, haz que vuelva a confiar en ti. — paso mi mano por mi nuca. — ¿Qué pensaría Morgan? —

—No metas a Morgan en esto. — amenace.

—Morgan te diría que luchas por las cosas que una vez, perdiste. — me suelto de su mano y le doy una bofetada.

—Ni siquiera llegaste a conocerlo y te atreves a usarlo, contra mí. — siento como en mi garganta se forma un nudo.

—Bonnie, vivir con Samuel sería como vivir en una inmensa casa, con muchas habitaciones vacías y solo usar una, como si fueras una ocupa. — me sujeta del brazo, de manera brusca.

—¿Sabes que es lo más triste? —

—No lo hagas Bonnie. —

—Que una vez confié en ti. Puede ser que Samuel no sea del todo bueno, pero él aceptó su error y no se rindió, en cambio, tú, buscaste venganza enredándote con Jia, sabiendo todo. — me alejo caminando, lo más rápido que puedo.

—Pregúntale a Samuel, si recuerda la apuesta que hicimos… — eso me dejo confundida.

—Me das pena Theo. —

—¡Bonnie! Bonnie, por favor. —

Su voz se pierde, entre todo el ruido de la calle. Mezclándome entre la gente, buscando una manera de escapar, por si llegaba a seguirme. Entro en una tienda de chocolate, sintiendo las miradas de la mayoría de las personas.

Llamo a un taxi desde la tienda pero antes de salir compro algo dulce, capas que necesite comer más tarde. El taxista me avisa que está cerca y queme vaya acercando al punto, de encuentro. En el camino al llegar, no encuentro al taxista y procedo a quedarme parada esperando a que apareciera. En cambio, ver algunas personas caminar por detrás de mí, me lleva a solo pensar que Theo está detrás de mí.

Mi celular, marco el número de Luka, capas que podría tenderme pero nada, llamo a Chris y tampoco responde. Cuando solo pensé en llamar a Mei-Mei capas que ella sí respondería, pero como era de esperarse, ella tampoco está disponible. Los minutos pasan y veo que el taxi llega y comienzo a caminar, la noche ya había llegado como el agua en sequía tarde, pero segura. Las estrellas permanecen hermosas y latentes, como si quisieran llamar la atención con su brillo débil. Y lo logran.

Caminando por la costa en Pekín, algunas parejas, se juran amor y matrimonio, otras se separan y se alejan con los sentimientos y corazón roto. Qué lamentable. El sonido del agua que golpe la costa con fuerza, hace que el viento empuje los cuerpos de las personas alejándolos de la costa. Celular que caen al agua, anillo rodando hacia el agua, y ramos de flores que se las lleva el viento.

Las palabras de Theo, vuelvan en mi cabeza como moscas en la miel me siento en una banca en el extremo superior de la Luna aparece sobre el horizonte, brillando como toda una amante, como seduciéndonos, haciendo que algunas personas le tomen fotos, y alagándola por su belleza. Es envidiable, como pocas personas le dan toda la atención que ella quiere.

Muevo un poco los pies con los zapatos y me levanto para seguir caminado, llega a una ruta en donde los autos no se detienen, caminando lento y escuchando el sonido de los grillos, la voz de alguien conocido llegaron a mis oídos.

Volteo para cerciorarme que no se trate de Samantha. La observo de pies a cabeza, con su aspecto masculino, sus labios marcados como si estuvieran maquillados, con delgadas líneas que lo hacen ver delicados, sus manos blancas con anillos que la hacen ver de manera adulta, su traje de color marrón su corbata negra, camisa de color beige, zapatos negros, y saco marrón. Y sobre todo lo que más sobresale de ella, es el maldito perfume, de un aroma suave pero que se queda impregnada en la ropa.

Amo y odio su perfume. Me miro de arriba abajo y relamió sus labios, tres chicos que pasaron mi lado se me quedaron viendo y ella, se quedó sería. Se puso celosa.

—Por lo que veo, te gusta desobedecer órdenes. — la voz de Samantha me estremece el cuerpo.

—Lo siento, no quería estar encerrada. — me disculpe, mirándola a los ojos. — ¿Terminaste de trabajar? —

—Sí. Vamos te llevo a casa. — paso su mano por mi cintura y me lleva la auto.

—Samantha, quiero preguntarte una cosa. — abre la puerta del copiloto de su auto.

—¿Qué sucede? — se queda parada enfrente de mí. — ¿Bon? —

—Cuando lleguemos a casa, te lo digo. — sonrió, subiendo al auto. — ¿Y Jay? —

—Le di la noche libre, se lo merece. — respondió con seriedad.

Sus respuestas directas, ignorando el contacto visual, caminando rápido. Samantha tenía sus días en los que estaba bien, pero como toda persona tienen sus días malos. Durante todo el camino, Samantha no dijo nada, ni siquiera me miraba cada pregunta que le hacía ella la respondía de la manera más fría y directa posible. Eso sí que molesta.

Luego de algunos minutos llegamos a la casa y bajo del auto, dejándola que lo estacione, por mi cuenta solo me adelante, abro la puerta pero no la escucho cuando se cierra. Subiendo por las escaleras, siento las manos de Samantha sujetar mi cintura, me detiene un escalón, para voltearme y cargarme sobre su hombro, sin decirme nada nalguea mi trasero.

Llegamos a la última puerta, y apaga la luz, dejándome sobre la cama, sobre la mesa de noche enciende la pequeña lámpara, dando muy poca iluminación. Siento como mis mejillas se sonrojan, al verla que comienza a desvestirse, acomodo mis piernas entre medio de las suyas, para no darle chance de nada. Me siento quedando a la altura de su vientre, levanto la cabeza mirándola a los ojos, con su mano me sujeta del mentón, pasando su pulgar por mi labio e introduciéndolo a mi boca.

Al saber que no se detendría paso mi lengua por la yema de su pulgar, haciéndola suspirar. Se quitó la camisa, pero antes que pudiera desabrocharse el pantalón, la empujo hacia atrás.

—¿Qué sucede? — pregunto, poniéndose la camisa.

—¿Ahora me lo preguntas? — me alejo de ella, parándome del otro lado de la cama. — ¿Qué te sucede a ti? —

—Odio que salgas con ese tipo de vestidos. — se sienta sobre la cama, dándome la espalda. — Odio cuando los hombres te miran, cuando murmuran cosas de ti, mientras se lamen los labios… —

Me quito los zapatos y camino a ella, poniéndome entre sus piernas. Sus manos entre medio y su cabeza baja, me hacen sonreír con ambas manos sujetando su cabeza la levanto haciendo que me vea a los ojos, y me acerco para besarla. Besarla como la primera vez, lento, suave como si estuviéramos pidiendo permiso, mi lengua y la suya, se encuentra y comienzan a tocarse entra cada movimiento de los labios. Es tan adictivo que no puedo dejar de hacerlo, nos separamos por falta de aire.

—Samantha… — ella me miró a los ojos. — Así como yo estoy confiando en ti, yo quiero que tú confíes en mí. —

—Solo no te vuelvas a poner… — la interrumpo.

—Si me pongo este tipo de ropa, no es para nadie más que para ti. Hoy salí porque sabía que te encontraría tarde o temprano. — Ella carcajea.

—Te amo, Bonnie. —

—Yo también, Samantha. —

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