Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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La ceremonia de los nombres
La preparación para la ceremonia de los nombres debía de organizarse lo antes posible, pues en su tradición, los bebés debían tener su bienvenida y nombre para esta vida antes de que concluyera el tercer día. Pero debido a que es más común que la madre le otorgue el nombre al nuevo miembro del clan en el mismo momento de su nacimiento, y a toda la coordinación que se requirió durante el ritual y la posterior conmoción que provocaron los resultados; ya que las terribles condiciones en las que encontraron a Lugus terminaron por romper el corazón colectivo del clan, y aunado al hecho de que Libelle permaneció inconsciente cerca de dieciséis horas, en las cuales Ejder estuvo al borde de perder el control; ningún miembro del clan había tenido si quiera la oportunidad de recordar la necesidad de organizar nada. Sin embargo, la crisis ya había pasado, y aunque podía decirse que se encontraban en la calma antes de la tormenta, todos ellos eran Lanira y siempre habían agradecido por las bendiciones, porque de estas sacaban la fuerza para lidiar con los terribles golpes que el despiadado destino podía llegar a lanzarles.
El reto de la organización una vez más recayó en los talentos de los abuelos Dracul y Nidhogg, que siguiendo en la sintonía de que cada recuerdo debía ser hermoso y único para Libelle, comenzaron a invadir lo que antaño era su recamara y ahora, siguiendo sus instintos, era el nido que Ejder había construido para su mujer y sus pequeños, hasta que Edjer perdió el control y los hecho en un arranque sobreprotector, algo que a nadie sorprendió, y por lo que no podrían culparlo, ya que el joven dragón había mantenido un excelente nivel de autocontrol, pues incluso aquellos que no eran dragones sometidos a seguir sus más fuertes instintos, hubieran estado dispuestos a echarlos mucho antes de lo que lo hizo él. Aún así, ese par anunció que todo estaría listo para celebrar la ceremonia, en la mañana del tercer día.
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Al llegar a la propiedad Lanira, Fafner logró ver la mano de su padre en la hermosa decoración del jardín, era como volver a su infancia, cuando su mama aún estaba con ellos, en cada aniversario y cada cumpleaños, su padre se desvivía para que todo fuera memorable y hermoso, empeñado en mantener siempre cálido el helado corazón de su madre, entonces, sin ningún motivo aparente recordó a ese demonio excéntrico, que durante su proceso de recuperación se empeñó en mostrarle cosas que él había considerado hermosas, mientras se esforzaba en mantenerlo cálido, afirmando que eso disminuiría los síntomas de abstinencia, y fue como de alguna manera entendió porque su padre y esos demonios podían ser amigos, todos entregados a mantener cálidos los corazones de todo aquel que les rodeaba.
Entonces, sin darse cuenta, su mirada ya vagaba por todo el lugar, buscando la inquieta presencia de Lugus, que detestaba perderse de cualquier cosa que implicara a su familia, pero no sólo no fue capaz de encontrarlo, sino que al poner mayor atención, se dio cuanta que a pesar de que todo parecía perfecto, faltaba ese toque que aquel demonio solía imprimir en todo, lo que le pareció extraño, ya que de todos sus sobrinos, Libelle siempre había sido su favorita, por lo que él siempre estaba presente en más de una forma, en todo lo que tenía que ver con ella, por lo que Fafner suponía que en un momento tan importante... De repente sin que Fafner pudiera evitarlo o contenerse, el miedo atenazó su corazón, su instinto de dragón le gritaba que algo estaba terriblemente mal, no sólo con la ausencia de Lugus, sino también con esa sensación de una felicidad incompleta que impregnaba el aire, por lo que en ese momento la necesidad de volver a ver lo antes posible a Lugus lo golpeo igual que el síndrome de abstinencia lo golpeó alguna vez, confundiendo todos los sentidos.
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La ceremonia dio inicio en medio del Jardín Lanira, frente a un hermoso altar, con Damara presidiendo como la Matriarca del Clan y Dracul a su lado como su compañero, se presentaron Ejder y Libelle, irradiando amor y felicidad, cada uno con un pequeño, ambos bebés, a simple vista, eran exactamente iguales, a excepción de los ojos, un rasgo que Ejder considero era muy propio de la sangre Lanira, sin embargo los rasgos de los pequeños eran tan semejantes a él que podían pasar como pequeñas calcas de su padre, algo que fascinaba a Libelle, en cambio Ejder podía ver la calidez de su esposa en sus ojos y las diminutas pecas que adornaban el puente de la nariz de sus pequeños.
—El Clan Lanira se ha reunido aquí para compartir y atestiguar la dicha, que la llegada de nuevos miembros al clan, nos ha traído— inició la presentación Damara con voz solemne —Sin importar la raza a la que pertenezcan, ellos siempre serán considerados parte de este aquelarre y familia.
—Yo, Libelle Lanira, pareja vinculada de Ejder Nithe Ragnar, te doy la bienvenida a esta vida, en la que llevaras el nombre de Regin Nithe Ragnar— dijo con voz solemne, para después besar la frente de sus bebé.
—Yo, Ejder Nithe Ragnar pareja vinculada de Libelle Lanira, te doy la bienvenida a esta vida, en la que llevaras el nombre de Nidhug Nithe Ragnar— y al igual que su esposa el también besó la frente de su pequeño.
—Regin y Nidhug Nithe Ragnar, yo Damara en nombre del Clan Lanira, como hijos de una Bruja Lanira, les abro las puestas de nuestro circulo, como parte de nuestra familia, en este aquelarre siempre podrán encontrar refugio, guía y consuelo; en los mejores momentos de sus vidas, pero sobretodo, en los momentos más difíciles que los puedan poner a prueba— en ese momento Libelle y Ejder acercaron a sus pequeños a la matriarca quien les dio un beso en la frente de cada uno, el cual brillo con un tono dorado —A partir de ahora ya nunca estarán solos.
La declaración de Damara, como Matriarca del Clan, fue un recordatorio para todos los miembros presentes del aquelarre, ya fueran de la línea principal, como de alguna de las ramas familiares, que entre todos, siempre se apoyarían y protegerían, sin importar nada, porque eso significaba ser un Lanira.
gracias autora, un buen capitulo vamos x /Plusone/