En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 18
Romina me informa que Enrique está preguntando por mí. Le pido le diga que me espere.
Nos esforzamos por recuperar la compostura, no puedo salir viéndome así. Siento mi rostro arder y Antonio tiene un gran problema entre las piernas.
Nos reímos con complicidad, ahora necesito resolver como vamos a salir de aquí y evitar un enfrentamiento entre Antonio y Enrique.
Es imposible que Antonio salga de mi oficina sin qué Enrique lo vea, tomo unas hojas en blanco y las coloco dentro de una carpeta.
Le explico rápidamente a Antonio mi idea. Salimos juntos de la oficina, Enrique se ve furioso.
- Hola, Enrique. Estos son los documentos que necesita Daniela, gracias por venir a recogerlos Antonio.
- Perfecto, yo me encargo. Hasta luego, señor Torres.
- Vamos a mi oficina, Enrique.
Antonio sale de la cafetería y ahora debo enfermarme a mi ex.
- ¿Por qué les hablaste a mis padres de lo que viste hace unas semanas? ¿Y por qué cada vez que te busco ese tipo está contigo?
- Porque vinieron aquí a reclamarme sobre nuestro divorcio y a poner en tela de duda mis valores. Entre nosotros el problema fue que se acabó el amor y ambos somos responsables. Con respecto a Antonio no tengo porque darte explicaciones.
- Te equivocas, tú y yo estamos casados por la Iglesia y ante Dios vas a ser mi esposa toda la vida. Eso me da derechos sobre ti.
- ¡Estás loco! No tienes ningún derecho sobre mí, ya no soy tu esposa y ya no te amo.
- Eso lo voy a tener que comprobar.
Se abalanza sobre mí y me besa a la fuerza, forcejeo con él para liberarme sin éxito. Me empuja contra el escritorio sin dejar de besarme.
Me siento asqueada y lucho con todas mis fuerzas por liberarme. Consigo qué deje de besarme.
- ¡Suéltame, Enrique!- exijo con angustia.
De repente la puerta se abre y veo a Antonio entrar furiosos. Antes de que Enrique reaccione, lo toma por los hombros y lo lanza al otro lado de la oficina.
Enrique le lanza un puñetazo qué Antonio esquiva sin problema y contra ataca con un fuerte puñetazo directo al estómago.
Enrique se queda sin aire y se dobla del dolor.
- ¿Estás bien, bonita?- pregunta mientras se acerca a mí.
- Estoy bien, Antonio.
- Lárgate de aquí y no te atrevas a volver a tocarla- le advierte a Enrique qué trata de recuperarse del golpe.
En lugar se irse se abalanza nuevamente sobre Antonio qué lo recibe con otro puñetazo en la barbilla.
- ¡Basta, por favor! Ambos, detenganse!
- Ya no me queda duda de que estás con este tipo y seguramente fue por él que decidiste divorciarte de mí.
- Deja de buscar culpables, el divorcio fue responsabilidad tuya y mía, de nadie más. En todo caso eres tú quien ya tenía otra relación.
- Te lo advierto, infeliz, no te vas a quedar con mi mujer.
- Esa decisión le compete únicamente a Johanna.
- Pues te garantizo que volverá conmigo.
- Vete Enrique.
Por fin se marcha y yo me suelto a llorar. Nunca me había sentido tan impotente. Antonio se limita a consolarme.
- ¿Por qué decidiste volver?
- Nunca me fui, tuve un mal presentimiento y una vez que cerraron la puerta me quede cerca.
- Gracias, no sé qué habría pasado si no hubieses intervenido.
- No me agradezcas. Quiero cuidarte, ser tu apoyo, demostrarte que no estas sola y sobre todo que puedes confiar en mí.
- No me queda duda de que así es.
- Deberías tomarte el resto del día. Necesitas relajarte. ¿Dónde está Luisito?
- Con mi mamá, por lo de la Audiencia ella se ofreció a cuidarlo.
- Entonces puedes tomarte la tarde libre.
- Que pena contigo, deberías de estar en la oficina y no lidiando con mis problemas.
- No hay otro lugar ni nadie con quien quiera estar más que contigo.
- Voy a pedirle a Romina que se encargue de la cafetería el resto del día. Voy a estar bien, no te preocupes. Vuelve a la oficina.
- No tengo pendientes y Daniela va a comprender si no vuelvo por el día de hoy.
- Hoy no soy una buena compañía, no quiero arruinarte lo que resta del día.
- No lo haces. ¿Qué te gusta hacer para relajarte?
- Me gusta cocinar.
- Perfecto, puedes enseñarme. ¿Tu casa o la mía?
- Sí es en tu casa deberemos pasar a comprar los ingredientes.
- Vamos.
Fuimos a una tienda cercana, quiero algo dulce. Prepararemos brownies.
- Estás en tu casa, dime qué necesitas y en qué puedo ayudar.
- Primero, deberías cambiarte la camisa porque nos vamos a ensuciar.
- Ok, no tardo.
Vuelve usando una playera tipo polo qué le queda perfecta, hasta me olvidé de qué vamos a cocinar.
Entre los dos preparamos la mezcla y la colocamos en el refractario qué va directo al horno. Cada tanto Antonio aprovecha para besarme y a mí me encanta que lo haga.
- Ya que la mezcla está en el horno, podemos tomarnos un descanso y una merecida copa de vino.
- Me encanta la idea.
Sentados en el sofá disfrutamos de nuestro vino, estamos abrazados simplemente disfrutando de la calma qué nos rodea.
Ahora soy yo la que busca el contacto físico, giro mi rostro para mirarlo y parece adivinar mis deseos.
Su boca se mueve con destreza sobre la mía y yo me dejo llevar. De alguna manera terminé sentada a horcajadas sobre él y las sensaciones se intensifican.
Sus manos están apoyadas en mi espalda baja y las mías enredadas en su cabello.
La pasión crece entre nosotros, los besos son más intensos, desesperados, hambrientos. Es una necesidad inminente de poseer al otro.
Deseo a este hombre con todas mis fuerzas, es inútil negarlo por más tiempo. Mi cuerpo tiembla, mis manos bajan por su torso y se cuelan debajo de su playera. Necesito tocar su cuerpo, su piel.
Antonio desliza sus manos por mi trasero y esa acción me estremece. Cuando me aprieta contra su cuerpo, de mi boca se escapa un gemido de placer.
El temporizador suena y debemos sacar del horno nuestro postre. Intento levantarme y él me lo impide. Se levanta conmigo literalmente colgada de su cuerpo, sus manos sostienen con firmeza mi trasero y así llega hasta la cocina para apagar el horno.
Me deposita en la barra y se quita la playera, es la primera vez que veo su torso desnudo y es mucho mejor de lo que imagine.
Lanza la playera al piso y vuelve a besarme con desenfreno. Con habilidad me despoja de mi blusa, besa mi cuello, mi clavícula, mis hombros...
Un celular suena a la distancia, ambos lo ignoramos. Vuelve a sonar y recuerdo que mi hijo está con mi mamá y puede ser ella.
- Debo responder- susurro agitada.
Apoyo mi frente en su pecho intentando calmar mi respiración.
Me ayuda a bajar de la barra, camino hasta mi bolso y tomo mi celular. En efecto es mi mamá.
📲 Hola, mamá. ¿Todo bien?
📲 Hija, Enrique está aquí buscando a Luisito.
📲 Comunícame con él por favor.
📲 ¿En dónde estás, Johanna?
📲 Eso es algo que no te incumbe, Enrique. Aún no es viernes y Luisito se queda conmigo.
📲 Tú lo has dicho, contigo, no con tu mamá.
📲 Él también tiene derecho a pasar tiempo con su abuela.
📲 Te lo advierto, Johanna, si descubro qué eres amante de ese tipo voy a pelear por obtener la custodia de mis hijos.
📲 Haz lo que quieras, tus amenazas me tiene sin cuidado. Ahora deja de molestar a mi mamá. El viernes puedes pasar por nuestro hijo.
📲 Se te olvida con quien estás tratando.
📲 No, para nada. Comunícame con mi madre.
📲 Hija, ya Enrique se va.
📲 Disculpa por el mal rato que tuviste que pasar, voy por Luisito en media hora.
📲 Aquí nos vemos hija.
Antonio se acerca y me abraza por la espalda, besa mi hombro.
- Tu ex tiene una obsesión contigo.
- Pues es algo nuevo, hasta hace unos meses no se percataba de mi existencia.
- Eso era porque no tenía competencia.
- Nunca antes me enfrenté a él y es eso lo que le duele. Debo ir a recoger a mi hijo.
Busco mi blusa y me visto rápido, en el espejo del baño arreglo mi maquillaje y mi cabello lo mejor que puedo.
- Por favor llámame cuando estés en casa. Me gustaría acompañarte.
- Te lo agradezco, más no es prudente. No quisiera que tengas otro enfrentamiento con Enrique.
- Lo entiendo, pero ten por seguro que si es por defenderte me voy a enfrentar con él las veces que sea necesario.
Me da un delicado beso y me acompaña hasta mi auto.