CUARTO LIBRO PRINCIPAL DE LA COLECCIÓN HURMAYA:
Majic, Lycka y Huimang aman profundamente, pero deberán decidir cuánto están dispuesto a sacrificar por proteger a quienes aman.
¿Podrán ser capaces de reconstruirse después de ser arrastradas al abismo de la desolación y la desesperanza?
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18. Una mujer solitaria
Aquella noche en que Karoly se adentró a los terrenos del condado de Korona, y se reencontró con Kobar, tenía mucho que decir, pero a la vez las palabras no brotaban, miradas que querían decir muchas cosas entre ambos y a la vez ninguna podría definir completamente los sentimientos que los embargaba.
Karoly respiró, tomó las manos del príncipe Kobar, aquel hombre que hizo que estar en tierra de los Senmorta sea un completo infierno, y junto a él tomó asiento junto a la chimenea, para poder contarle cómo pudo salir de aquel lugar.
- "Hace unos meses, el ahora rey de Belgeun, mi primo llegó a tierras Senmorta, aparentemente atrapado por uno de ellos, lo que realmente hizo el rey Chien fue tratar de conocer a ese enemigo extraño y lejano dejándose atrapar, es intrépido como su madre y un caballero como su padre; pero sin querer se puso en más peligro que cualquiera. El rey Chien es un hombre de raza demonio de fuego, sabes bien que los Senmorta a las mujeres de nuestra raza las dejan vivir para su satisfacción, a los hombres los eliminan, si él seguía investigando y se daban cuenta de su verdadero origen; podría tambalearse muchas cosas. Lo ayudé a mantenerse oculto; para tratar de convencerlo de que se vaya lejos. Yo conocí a su madre, fui la esposa del hombre que compró su libertad para que ella pudiera amar. Tal vez aparente mucho menos edad, pero yo tuve a Chien cuando era un pequeño bebé en mis brazos, y... lucía tan parecido a...; y de pronto estaba ahí hecho un hombre frente a mí. Luego, el rey de Pallango pisó tierras Senmorta, tu hijo, el rey Khwan estuvo muy cerca de su origen, sé que sabe de la existencia del príncipe Moarte, tuve que irme antes de que despertase, pero mi hermano ya lo hizo, he podido sentir su esencia corriendo por Hurmaya. El rey Khwan tiene un poder muy especial, ese que permite transformar su esencia, tiene tu poder; y lo usó para darme un poco de los poderes de Majic. Con magia dentro puedo salir de esas tierras y volver a mi antojo. Estuve en Belgeun un tiempo, descubriendo algunas cosas, y estando ahí encontré una manera de engañar a Asasen de que confíe completamente en nosotros", manifestó Karoly sujetando las manos de Kobar.
El príncipe Kobar soltó las manos de Karoly, se puso de pie. Luego, se acercó a la chimenea, tomó el atizador y movió las leñas.
- "¿Qué quieres de mí, Karoly?, ¿A qué has venido?. No debiste involucrarte con Asasen. Si tienes miedo de que no te entregue a ...", manifestó Kobar.
- "He cometido muchos errores en mi vida, y sí, uno muy grande fue tenerle miedo al poder de Majic", interrumpió Karoly con cierta angustia. "Por eso no puedo, ni debo volver hacerlo; por ese miedo perdí la familia que había formado; lastimé a muchas personas que yo realmente amaba, y tengo una deuda de vida terrible, las pesadillas no se han ido completamente, tú las has vivido conmigo. No sé si un día ellos puedan perdonarme algún día, no los culparía si no lo hacen, si yo tampoco puedo perdonarme. Tampoco sé, si merezca ser completamente feliz en algún momento de mi vida. Pero, ya no quiero hacer las cosas por mi cuenta, tú me contaste tu plan, y dijiste que si había la oportunidad la tomarías, conseguí la oportunidad, no quiero actuar sola, quiero hacerlo a tu lado", aseveró Karoly con la mirada esperanzadora con la cual le había observado tanto tiempo.
La mayoría de personas veía en Karoly una mujer fuerte, aguerrida, incapaz de rendirse, voluntariosa, caprichosa y muy terca. Él no la veía así, él observaba una mujer solitaria, incomprendida, con el corazón lleno de preguntas y respuestas llenas de dolor, una mujer que usaba la máscara de irrompible por fuera, cuando dentro estaba muy fragmentada; aquella que en su desesperación buscaba soluciones para todos, pero nunca se dejaba ayudar; alguien que provocaba abrazar fuerte, para que no se hiciera más daño.
- "No me importa la oportunidad, ni el plan, me importa que estés bien. Yo jamás me aferré a ti, porque siempre he querido que seas capaz de volar a donde quieras, de la forma que quieras, y que tu corazón ya deje de llorar, culpándote de un origen del cual no tienes responsabilidad. Mi felicidad no se basa en tenerte a mi lado, sin importar nada más. Yo lo que necesito es que tú puedas estar en paz y llena de amor, aunque eso signifique dejarte ir muy lejos. Y no voy a negar que me dolerá que te lo lleves, porque él es también parte de mi vida, pero sé perfectamente que necesitará más de ti, que de mi. Tal vez en algún momento, podemos encontrar un equilibrio cuando esta guerra absurda acabe", dijo Kobar, haciendo un acopio de serenidad.
- "Tal vez, malinterprete tus sentimientos, tal vez solo estabas siendo amable conmigo, mientras estuvimos juntos. Yo...", manifestó Karoly nerviosa, apretando con unas manos frías su vestido.
- "Te amo, no mentí cuando te lo dije. Son tus sentimientos los que me preocupaban, porque en el fondo eras prisionera en ese lugar, tal vez yo solo era la única opción que tenías ahí. Tal vez sea un Senmorta, pero a mí si me importan los sentimientos de la mujer que tengo a mi lado", expresó Kobar sin dejar de mirarla, pero incapaz de acercarse para darle la libertad que necesitaba y se le había negado tantas veces.
- "Antes de estar acá, estuve en Susumira, antes de venir a verte, estuve frente a Carpio. Y sabes qué fue lo que pasó, pude ser sincera conmigo misma al decirle que amaba a alguien más. Te amo, Kobar. Y no he venido a buscarte porque tenga miedo de que no me des a nuestro hijo, yo quiero una vida juntos, si después de toda esta guerra, aún se me permite ser feliz", manifestó Karoly, mientras una lágrima recorría su mejilla.
Kobar se acercó, limpió aquella lágrima. Aquellos ojos avellanas podían reflejar el alma frágil de la mujer que amaba. Ambos sonrieron, y se acercaron para darse un beso ansioso, que fue interrumpido por el llanto de un bebé.
- "¿Quieres verlo?", preguntó Kobar, mientras tomaba la mano de Karoly.
- "Sí", respondió emocionada Karoly.
Fue así que Kobar, la llevó de la mano a la habitación que había preparado con mucho cariño para su hijo, después de seis meses, Karoly pudo volver a tener en sus brazos a su pequeño bebé, aquel que había pedido a su padre llevárselo lejos de esas feas tierras. Lo llenó de besos y del amor que había reservado, hubiese querido correr hacia su pequeño apenas pudo escapar, pero arriesgarlo más, y ya había aprendido que pese a todos sus sentimientos y emociones, debía actuar con absoluta prudencia.