Diana es una mujer que llegó a la gran ciudad cuando apenas era una adolescente, tuvo que trabajar en diversos oficios, hasta que conoció a Lucas, el hombre que la llevaría a conocer el mundo de las Damas de compañía...
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Conociendo a los Montes
Diana.
Le voy a enseñar a ese idiota que nadie es más que nadie, ante Diosito todos somos iguales, eso me ha enseñado mi mami. Mañana se tragará sus palabras.
Aún no me decido por cuál de mis lindos vestidos usaré para conocer a mis suegros y a mi cuñada. Quiero que ese idiota le de una úlcera cuando me vea como una bomba sexy. Sé que piensa que soy una zorra que ando corriendo detrás de pollas.
¡Imbécil!
Llego a la dirección donde quedamos en vernos para ir a la mansión Montes, cuando bajo de mi auto, con mi sexy vestido que resalta aún más mis atributos. Lo veo abrir la boca de una manera que creo que se le va a desprender si no la cierra.
Adoro su reacción, mi cometido se ha llevado a cabo.
El cabrón 1, la sexy Diana 2.
- Hola querido - coloco mi voz, lo más chillona posible, mientras camino de manera exagerada moviendo mis caderas - deberías cerrar esa boca, se te va a meter alguna mosca.
- ¿Qué carajos es lo que traes puesto? - me pregunta perplejo.
- Mi vestido favorito, quiero sorprender a mis suegritos y a mi cuñadita - me hago la inocente.
- Vamos a ir ahora mismo a una boutique y te compraré algo menos... menos revelador.
- No, no lo creo querido, esto es lo que llevaré y punto. No soy tu maniquí ni tu proyecto de colegio.
- ¿Qué mierda intentas, mujerzuela? - sus palabras fueron realmente ofensivas. Hice un gesto de risa irónica ante lo dicho.
- ¿Sabes qué? Púdrete grandísimo hijo de perra. - le golpeo el pecho con mi dedo índice - No eres más que un arrogante imbécil, que se cree la gran cosa, pues no, no eres más que mierda social que vive del qué dirán. Yo me largo - giro sobre mis tacones y me dispongo a marcharme.
Me sujeta por el brazo antes de que me marche.
- Te... te pido una disculpa, ¿bien? Sé que me estoy comportando como un patán y no lo mereces. De verdad necesito presentarle a alguien para que me dejen en paz y no quedar en bancarrota.
- Me quedaré, pero vuelves a hacer otro comentario como el que hiciste y la próxima vez que me veas, será cuando te arroje monedas en tu vasito de café.
- Entendido - levanta su mano derecha en señal de promesa.
Subimos a su auto de lujo, no hablamos en todo el trayecto, de verdad que no tengo nada en común con este sujeto. Llegamos a una divina mansión, ni en mis más locos sueños he contemplado un lugar como este. Tiene jardines de ensueño, y eso que es de noche. Los pisos son de mármol blanco, las paredes son color beige. Al ingresar vislumbro una inmensa araña que ilumina con sus decenas de luces, dando la sensación de que es luz de sol.
- Oh mi bebé, estás aquí, - una mujer como de unos 50 y tantos se acerca al idiota - que guapo es mi hijo, por Dios. - luego me observa, con curiosidad - ¿Quién es esta preciosidad? - le pregunta.
- Ejemmm... mamá, papá, ella es Diana Batista, mi novia.
- Oh por todos los cielos, hijo que alegría. - habla la mujer muy emocionada - Eres divina, amo tu tatuaje, yo también me hice uno en mi juventud, algo pequeño, pero lo amo pues son los nombres de mis personas favoritas, y si me das nietos te prometo que también me tatuaré sus nombres - creo que la suegris me cae muy bien.
- ¿Mamá, tienes un tatuaje? - pregunta el boquiabierto.
- Sí, ella y yo nos tatuamos cuando ustedes tenían 13 y 2 años, obvio no dejamos ver esos tatuajes pues eran pequeños y queríamos ser un buen ejemplo en el sentido de que crecieran y tomaran sus propias decisiones sin recibir influencias, tu hermana se hizo uno también. Por cierto, soy Augusto Montes, y ella es mi preciosa esposa, Eleonor Cadavid de Montes.
- Es un placer conocerlos, gracias por la invitación.
- El placer es nuestro jovencita. Pero pasen, vamos a sentarnos, ya casi está la cena y dentro de poco baja la Nena - habla el papá del idiota.
Entramos a una gran sala con muebles clásicos, creo que son unos Luis XV o XVI, no recuerdo bien su modelo. De pronto, al lugar entra una chica más o menos de mi edad, con una belleza sencilla y una sonrisa preciosa.
- ¡Hermanito! - exclama y salta a sus brazos - Te extrañé mucho, hemos hablado con mis padres y estamos viendo si nos regresamos apenas termine mi universidad, ya falta poco menos de tres meses.
- Buen... bueno, eso suena maravilloso. - dice, pálido y yo quiero reír por su cara.
La ama de llaves nos informa que la cena está lista, nos dirigimos al comedor. El idiota me lleva de la mano, tiene una calidez que me produce paz y eso me incomoda de verdad. Espero que esta farsa se termine pronto y ya no tenga que estar cerca de él nunca más.