Amelia tiene 17 años, es huérfana y una esclava, sabe de alguna manera que fue amada mientras estuvo en el vientre de su madre, pero una mestiza es despreciada por todos: humanos y en especial por los elfos. En su cumpleaños 17 intentan tomar su pureza y ella escapa al bosque donde encuentra una cría de dragón y lo cría en secreto hasta poder escapar pero cae en manos de los elfos quienes matan a los mestizos sin hacer preguntas, ¿qué pasará con Amelia, logrará escapar nuevamente? ¿Huirá de su destino? cuando un guerrero elfo que la desea y odia al mismo tiempo, tenga su destino en sus manos deberá decidir qué es más fuerte si los prejuicios o el amor.
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Cap. 7: Amelia y Lía
Amelia llega al amanecer a su cabaña, la cría ha dormido la mayoría del trayecto, pero está tranquila en brazos de su salvadora.
Amelia entra a su cabaña rendida, está muy agotada, aún debe curar y desinfectar sus heridas, así como las del dragón bebé antes de poder echarse a la cama a dormir. Pone una tetera al fuego y mientras espera que esté el agua, limpia el pescado que atrapó el día anterior y le ofrece un trozo al dragón, quien abre los ojos perezosamente y solo pasa la lengua por la carne que le ofrece Amelia, pero se enrosca sobre sí misma y no come.
Amelia suspira y lo deja sobre la mesa, lo intentará después. Toma el agua que hierve y empieza su tarea de limpiar heridas y cambiar vendas, una vez terminado el trabajo, recoge a la cría y la lleva al cuarto, donde duermen profundamente el resto del día.
A la mañana siguiente Amelia sale asustada de la habitación, el dragón no está. Sin embargo, la escena que ve en su cocina la hace sonreír. El bebé dragón está sobre la mesa devorando el pescado.
-Tranquila pequeña- ayer mientras la curaba se dio cuenta de que era hembra. - Déjame revisarte- la dragona parecía entender sus palabras y dejó que Amelia la levantara en brazos y viera sus heridas, las cuales estaban bastante curadas.
La depositó en el suelo y la acarició feliz - vas a estar bien pequeña, cuando estés fuerte podrás irte a casa.... aunque creo que eres igual a mí, no tienes casa.
-No te preocupes pequeña puedes quedarte cuánto gustes y cuando estés lista podrás irte- la dragona solo movía su cabeza como intentando entender que decía su salvadora.
-¿Te puedo llamar Lía? Es el nombre de una dragona famosa, oí a una señora del pueblo contar una historia sobre una dragona valiente que se llamaba Lía ¿Qué te parece?, por cierto mi nombre es Amelia, mucho gusto.
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Pasaron varios meses, la dragona creció significativamente, tenía el tamaño casi de un caballo y era capaz de cazar e incluso ahora compartía sus presas con Amelia, siempre estaban juntas y solo se alejaba un poco cuando iba a cazar. Lía aún no volaba, pero pegaba saltos bastantes altos impulsándose con sus poderosas alas y patas traseras.
Ahora Lía dormía fuera y si Amelia no estaba muy agotada se dormía bajo su ala, así se sentía protegida, disfrutaba mucho del calor que le brindaba.
Amelia sentía que tenía su primera amiga y era nada más y nada menos que una dragona, ella al fin era feliz, conversaba con ella todo el tiempo y sentía que Lía la entendía.
Una mañana salieron a bañarse al río, Amelia se desnudó y se lanzó al agua junto a Lía y nadaron juntas, al salir y tumbarse en la hierba, Lía posó su trompa sobre su hombro y empujó suavemente cómo si estuviera haciendo una pregunta. Amelia sabía qué quería la dragona, así que suspiro y le dijo:
- Está bien Lía te contaré, está marca, más bien dicho está cicatriz prueba que soy una esclava -dijo tocándose el hombro, la fea cicatriz que le hicieron con un hierro al rojo vivo, cuando solo era una niña. Era un círculo con un ala cruzada y una letra debajo que indicaba el poblado al que pertenecía, todos los mestizos tenían esa cicatriz, aunque también algunos humanos que habían caído en desgracia, ya sea criminales o ladrones cuya sentencia había sido la esclavitud. No obstante, los humanos esclavos eran un poco más apreciados que los mestizos. Y costaban más, los híbridos en parte eran temidos porque algunos tenían magia y no eran tan apreciados como un humano puro.
Amelia se había quedado pensando en el día que la marcaron, y la vendieron. Lucrecia la compró y desde el primer día la abofeteó al ver cómo Amelia creaba unas esferas de luz con sus pequeñas manos. -No vuelvas a hacer eso monstruo, si te compré es porque no tenía suficiente para comprar un humano y necesito que alguien me ayude a limpiar la posada, no quiero problemas ¿Entiendes niña?- Amelia con solo 6 años asintió y fue tras Lucrecia.
Lía volvió a topar el hombro de Amelia y la despertó de sus recuerdos.
- Te decía que significa que tengo dueño, si alguien la ve, sabría a dónde devolverme y obtendría una recompensa y yo un castigo. Eso sí me encuentran los humanos, si me encuentran los elfos pues sería el fin de mi vida - Amelia derramó unas cuantas lágrimas más y se quedó pensativa.
Lía presionó su hombro suavemente y habló en la mente de Amelia directamente por primera vez - Amelia- solo dijo una palabra, pero Amelia se quedó helada.
-¿Puedes hablar? ¡Oh qué fantástico, Lía!- tomó la cabeza de dragona y apoyó su frente en ella, mientras sonreía feliz.
-Si aprendí de ti, ahora dime qué es ese collar que siempre lo tienes en tu cuello, tiene una energía extraña, no sé lo que es, pero no sé si sea bueno.
Amelia se limpió sus lágrimas y respondió -Es un recuerdo de mi madre, me dijo que nunca me lo quitara, aunque sí que me lo quité una vez y fue cuando sucedió ese incendio que te conté, yo... yo lo provoqué, así que me da temor quitármelo de nuevo.
Lía gruñó - Si recuerdo ese pasaje de tu vida, tus pesadillas y el llanto que te provoca, pero debo contarte que soy una dragona y lo mío es la magia, a pesar de que necesito entrenar, es como un conocimiento heredado. Así que te propongo que te lo quites una vez y empecemos a entrenar tus habilidades, esa vez gracias a ellas pudiste escapar y salvarte, no necesitas a nadie para cuidar de ti misma, aunque ahora siempre estaré a tu lado.
Amelia dudó, no por las palabras de Lía, pero si sobre su propia capacidad de controlar su magia, sabía que era hija de una Elfa, pero ese fuego que creó fue salvaje y destructor. Lejos quedaban las débiles esferas de luz que hacía de niña.
Alzó sus manos y después de tantos años creo nuevamente sus esferas de luz, cuando era niña hacía dos pequeñas que quedaban adheridas a sus manos, ahora salieron igual dos, pero éstas eran más grandes y se elevaron un poco, separándose de sus manos. Lía la miraba divertida.
Amelia miró a Lía, sonrió y tomó una decisión - Está bien, ambas estamos sanas, empecemos compañera, vamos a comer y en la tarde iniciamos - abrazó la cabeza de su dragona, la sentía suya, y besó su moro escamoso.
Muchas gracias por esta exitante novela, Felices fiestas autora, disfruta y goza de la compañía de tu familia y amistades, q tus fans somos pacientes y te deseamos una muy Feliz Navidad 🎄
Liryen tan solo e impotente igual que Amelia, por eso entendían el dolor y pesar del otro. /Frown/