Federico Belmonte, hijo menor de Brandon y Marisol; ha vivido solamente para trabajar y ser el tío soltero que malcría a los niños.
Sin embargo, todo eso cambia cuando accidentalmente lastima a una linda mujer de ojitos tristes, logrando por primera vez, despertar su interés en alguien y decide indagar en su vida; aunque no sabe si es por curiosidad o algo más profundo.
Ella, pocos minutos atrás, fue informada de una noticia que cambiará su vida para siempre y se siente muy mal para afrontarlo frente a su familia.
¿Qué será lo que la ha dejado así?
¿Será que el accidente fue orquestado por el destino para brindarles una oportunidad?
¿El médico más prestigioso de España podrá curar ese afligido corazón, o Alma levantará un muro que los separe, cerrándose a esa posibilidad?
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Un llamado de auxilio
El idiota, infiel y agresivo hombre, no vuelve a intentar tocar a su ex, pero sigue queriendo convencerla de la más grande estupidez.
—Si puedes cuidar un hijo ajeno, podrás criar a otro.
—No quiero— se vuelve a negar— No puedes obligarme.
—Todavía no, pero ya nos casaremos.
—Dime, ¿Para qué me quieres a tu lado? Podrías quedarte con tu amiga.— cambia un poco el tema.
—La verdad es que, ella simplemente es una zorra, pero tú eres una dama de las que todos los hombres morimos por tener. Confieso que me equivoqué en confiar en ella, pero las vacaciones se han terminado por su culpa.— alza los hombros quitándole importancia.— Esa noticia no me ha caído bien.
—Es lo que siempre has querido y a lo que yo no estoy dispuesta todavía— trata de hacerlo entrar en razón, pero es casi imposible, ya que sin saberlo, ha nacido una rara obsesión de su parte para con ella.
—De nada servirán tus palabras.—Avisa— Estoy enamorado de ti y sí, sé que no estás dispuesta a embarazarte, pero mira el lado bueno, ya no tendrás que pasar por ese proceso físico. Ella se descuida y tú seguirás siendo hermosa con un bebé en brazos. Además, es mío. Lleva mi sangre y tú me amas.
—Te he hecho las maletas— vuelve a cambiar el tema porque se ha dado cuenta de lo enfermo que suena todo.
—Está bien, podremos viajar en cuanto dejemos a ese niño con los Belmonte. – pero ella niega con su cabeza.
En la mansión de Fátima, suena el celular de Amadeo y él contesta enseguida porque sabe que su secretaria solo lo llamaría por algo urgente, ya que no supone que sea por puro gusto de escuchar su voz.
📱—Olga, ¿pasa algo?— pregunta un poco preocupado.
📲— Soy Theo— empieza susurrando para que nadie lo escuche— Olga está discutiendo con un hombre y ya la ha intentado golpear— avisa poniendo en alerta a su padre, el cual corre subiendo las escaleras para llegar a su habitación y sacar un abrigo—Me he metido en el medio, pero ella me ha echado. No sé que más hacer.
📱—Está bien— lo trata de tranquilizar— Iré enseguida y llamaré a su hermano para que también asista, pero quédate donde estés y no salgas, no quiero que te haga daño.
📲—No dejaré que vuelva a agredirla verbalmente— menciona el niño, haciendo sentir orgulloso a Amadeo, que aunque no lo haya criado, sabe que tiene una buena educación.
Esa mujer no lo hizo tan mal, a pesar de todo.
📱—Lo entiendo, pero no te arriesgues. Llego en diez minutos, ya estoy saliendo— le avisa para cortar.
📲—Acá te espero, papá— acepta todavía susurrando, dejándolo en shock porque es la primera vez que lo llama así.
📱—Ya voy— fue lo único que pudo emitir por la sorpresa tan grata en medio del caos. Pero Federico llegó para sacarlo de esa nube.
—¿Qué haces congelado?— se burla.
—Tengo que irme, luego te cuento— contesta corriendo fuera de la mansión. Sin embargo, su primo lo sigue y sube al auto cuando lo ve así de alterado.
—Dime, ¿qué te tiene así?
—Me han llamado; el novio de Olga la está agrediendo— responde encendiendo el auto y arrancando a toda velocidad, sin importarle las multas de tránsito que pueda obtener. –Agarra mi celular y llama a su hermano.
—Tienes suerte de que vaya contigo, porque conociendo el amor que le tienes a esa mujer, seguramente lo matarás.— responde serio mientras hace lo que se le ha pedido.
—No estás lejos de la realidad, pero hay algo más— confiesa. Debe decirle esto a su primo antes de llegar a la casa para evitar que sorprenda con Theo o saque la conclusión de que es un hijo que tuvo con Olga, ocultándolo por tantos años, que sería demasiado loco. Aunque de cierta manera, le encantaría.
—¿Qué es? ¿Ya se han dado la oportunidad?— cuestiona pícaro para aligerar el ambiente que su propio primo ha generado.
La llamada es contestada y le avisan lo que está sucediendo con Olga, así que acuerdan encontrarse allá, pero ciertamente, Amadeo no esperará por nadie.
—No, ojalá, pero todavía no he tenido ese tipo de bendición, aunque sí otra— sigue con su cuento, aprieta los labios y hace una pausa esperado que Federico diga algo, pero no sucede, así que continúa— Tengo un hijo de doce años.— larga la bomba sin considerar ser delicado, o iniciar con el cuento de cómo pasó.
—Luego me explicas mejor, pero ¿La familia sabe?— indaga sorprendido.