Desde que tiene memoria, Catalyn Spencer ha tenido poderes que la han llevado a ser discriminada incluso por su propia familia, pero solo su mejor amigo, Derek, la ha aceptado tal y cómo es. Sin embargo, cuando se encuentra con la bruja Victoria, su futura mentora, y la invita a unirse al aquelarre Eclipsis, descubrirá que Derek guarda más secretos de los que esperaba y podrían estar relacionados a una maldición mucho más oscura y peligrosa.
Los caminos de las personas están conectados por algo mas que el destino. Las mejores historias de amor a veces no tienen un final, a veces, ni siquiera tienen un comienzo y el hilo rojo podría romperse más de una vez.
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Capítulo 17: Pasado y Presente
El padre Nicolás fue el primero en ingresar al centro comercial, sin ni siquiera disculparse por haber empujado a Derek y a Victoria. Corrió hacia Catalyn y empezó a gritarle, culpandola y humillandola en frente de todas las personas. Muy pronto empezaron a murmurar y exclamar sobre la posible participación de Catalyn en el atentado y Derek sintió una increíble rabia hacia ese despreciable sacerdote. Catalyn no necesitaba que la gente que la conocía o incluso personas que jamás la habían visto también la acusaran de un delito del que no era culpable.
Se acercó a ellos, pero se maldijo a si mismo cuando se dio cuenta de que aún su cabeza daba vueltas y de que le costaba ver con claridad. Le dolía la cabeza y había tenido náuseas toda la mañana.
No había ido a la universidad por esa razón.
Nunca era bueno cuando se sentía así.
Pero cuando Catalyn le había dicho que saldría con Vanessa, no dudó ni un segundo en contactar a Victoria y ella se encargó de vigilar todo el centro comercial con varios de sus brujos a su cargo, pero algo había salido mal.
Catalyn había quedado en medio de la guerra de dos aquelarres, y no tenía la menor idea.
Esas confrontaciones siempre dejaban un camino de cadáveres y sangre que manchaban la historia, pero no entendía por qué habían decidido involucrar también a los humanos. No solo era Vanessa la que representaba un peligro, sino algo más grande de lo que no tenían conocimiento. Tal vez habían más aquelarres en la ciudad, tal vez estaban siendo atraídos por una fuente de poder o por otro misterio. Siempre era así.
- Quítate, no tienes nada que ver aquí - le espetó el sacerdote.
Derek estaba demasiado cansado y mareado para pelear. Así que se permitió ceder un poco...
- Y usted no tiene el derecho de hablarle así a una víctima de un atentado - le contestó y se percató de que estaba sonriendo con ironía -. Como un miembro del clero, debería ayudar y no culpar.
El sacerdote lo miró de arriba a abajo y luego se fijó en sus ojos.
- Lo siento, no me di cuenta - siguió hablando Derek, sentía la mirada de Catalyn detrás de él -. Tal vez ni siquiera tiene el sentido común para saberlo, pero usted es mucho mayor que Catalyn y debería saber que ella aún es menor de edad. No puede acusarla legalmente sin sus padres. Y no tiene pruebas, no tiene justificación. ¿No haría mejor en revisar a su... ? - Miró a Vanessa en la camilla de los paramédicos por encima del hombro del padre Nicolás - Disculpe de nuevo, ¿qué es Vanessa para usted? Dios mío, no puede ser su hija, ¿verdad?
- ¿Qué demonios está diciendo? Chico insolente, ¿cómo se atreve...?
- ¿Cómo se atreve usted a involucrarse con una bruja? - le susurró al oído y el sacerdote tragó saliva. Se aseguró de que luego lo viera a los ojos y el padre Nicolás palidecio al verlo.
Derek se alejó y cogió la mano de Catalyn. Ella estaba herida y temblando, pero se esforzó por caminar erguida y ni siquiera darle una mirada al sacerdote.
- ¡¿Esta es la clase de gente con la que te juntas, Lillian?! - le gritó el padre Nicolás cuando Victoria, la mamá de Catalyn y ellos dos salían del centro comercial.
Había cámaras, carros de bomberos, tiendas de primeros auxilios y ambulancias rodeando el lugar. Derek siguió llevando a Catalyn de la mano hasta las tiendas improvisadas. La señora Lillian no le había prestado atención al sacerdote, pero él siguió insistiendo y gritando como loco.
Un paramédico atendió a Catalyn, aunque ella estuviera callada, podía notar que estaba a punto de gritarle al sacerdote.
- No es más que una aberración de la naturaleza - dijo él y se acercó a la mamá de Catalyn, quería convencerla de que su hija era un peligro fuera como fuera.
Catalyn le agradeció a los paramédicos por vendarle el brazo y darle medicamentos para el dolor, pero antes de que Derek pudiera decirle que debía descansar, ella se puso de pie y caminó hacia el sacerdote.
- Disculpe, padre Nicolás. Entiendo su odio hacia mi o lo que soy -. Derek la observó, sorprendido -, aunque no lo justifico. Podemos hablar en otra ocasión, pero hay gente herida, incluso sin vida. ¿Este es el momento para acusarme? Me parece que es mejor intentar ayudar y luego podremos tener otro espacio para hablar si cree que tiene problemas conmigo.
El padre Nicolás abrió la boca para seguirle gritando a Catalyn, pero esta vez Victoria intervino, acompañada de un médico de primeros auxilios.
- Por favor, tenga consideración con la gente herida - le dijo ella, con el mismo tono diplomático de Catalyn.
Las mejillas del sacerdote ardieron de rabia, pero no dijo nada más. Se apresuró por subir con Vanessa a la ambulancia, murmurando insultos que probablemente no estarían bien vistos dentro del clero. Catalyn le agradeció a Victoria y regresó con su mamá, pero ella la miraba como si fuera la verdadera culpable.
- ¿Quieres ir a un hospital? - le ofreció Victoria.
Catalyn negó con su cabeza.
- Iré a casa con mi mamá - le respondió dándole un pequeño abrazo -. Gracias por cuidarme.
- Cat, ¿qué tal si vamos a casa? - le dijo Derek, cogiéndole la mano de nuevo -. Debes estar cansada.
Ella asintió y se despidió tan cordial como pudo. Parecía exhausta, como si fuera a desmayarse en cualquier momento. Había presenciado de primera mano un ataque entre aquelarres, y había tenido suerte de salir con vida y casi ilesa.
Después de hablar con Victoria sobre lo sucedido y acordar que ella se quedaría ayudando a sus brujos y a la gente afectada, Derek, Catalyn y la señora Lillian regresaron a su casa en el carro de Victoria. Pero el viaje había sido todo menos tranquilo.
- ¿Qué hacías en el centro comercial? - le preguntó Lillian a Catalyn.
- Estaba acompañando a Vanessa a comprar un regalo para Alice.
- ¿Por qué?, ¿por qué ni siquiera me avisaste?
- No pensaba que me iba a tardar...
- ¿Tú causaste la explosión? - la acusó.
- No, mamá. Solo estábamos en una tienda cuando sucedió.
- ¿No fueron tus... - la señora Lillian dudó - tus poderes?
Derek vio a Catalyn limpiarse una lágrima en el espejo retrovisor.
- No, no causé una explosión que hirió a niños y personas. No hice que el centro comercial explotara, mi magia no es capaz de hacer eso. Yo no soy capaz de hacer eso.
La señora Lillian notó que a Catalyn le temblaba la voz y dejó de hablar, pero tampoco intentó disculparse. Tal vez él debería decir algo.
- Ya casi llegamos - dijo, pero se maldijo a si mismo. ¿No podía decir algo mejor?
Al bajarse del carro, Derek se tambaleó y tuvo que sostenerse de la puerta, pero se apresuró por ayudar a Catalyn. Agradecía a lo que fuera porque Catalyn había resultado casi ilesa, pero estaba cansada y asustada.
- Gracias por el viaje, Derek - le agradeció la señora Lillian -, ¿pero podrías dejarnos a solas?
Derek miró a Catalyn. Tenía los ojos rojos y se sostenía el brazo como si le doliera, pero levantó la mirada y le sonrió.
- Estaré bien - le dijo con una pequeña sonrisa.
《No lo estará》 pensó Derek.
- Me gustaría asegurarme que ella esté bien...
- No es necesario, yo voy a cuidar de mi hija. ¿Puedes retirarte?
Derek asintió y se disculpó por la insistencia, pero realmente quería estar con ella. Sentía la necesidad de cuidarla y la preocupación de que, si la dejaba sola, algo terrible le pasaría. Sabía que podía correr más peligro con él presente, y aún así quería estar con Catalyn y seguirle enseñando sobre su magia, continuar cuidándola tanto como pudiera y hacerla... feliz. Se lo merecía.
《¿Qué demonios estoy pensando?》 Se reprendió y se apresuró por regresar con Victoria. Debía hablar con ella.
***
Victoria había tenido que viajar de emergencia por el ataque en el centro comercial y Derek se había quedado con la necesidad de hablarle, pero lo entendía.
Desde hacía siglos el aquelarre de Victoria, el aquelarre Eclipsis, y el aquelarre de La Comunidad Roja habían tenido sangrientas y violentas guerras, todas motivadas y causadas por la misma razón. El aquelarre de La Comunidad Roja no era tan antiguo y poderoso como el Eclipsis, pero siempre se empeñaba en tener violentas batallas.
Derek nunca había justificado la misión del aquelarre Eclipsis, pero entendía sus razones. Buscar esa niña de la leyenda que le había comentado a Catalyn había sido la única motivación de los brujos por años, pero nunca habían tenido éxito. La misión de La Comunidad Roja era detenerlos, y nunca le ganaban a Orianna, la mayor lider y bruja que había existido desde el origen de la magia. Era un conflicto que se extendía y se enredaba en la vida de miles de personas, incluso de humanos comunes. Derek había terminado atrapado entre sus guerras y apenas había podido salir. El ataque en el centro comercial había sido leve a comparación de las demás confrontaciones.
Dejó de darle vueltas a los aquelarres cuando llegó a su apartamento. Las notas que escribía cada noche estaban aún adheridas a su espejo y las leyó una vez más antes de hacer unas nuevas.
- Hoy es un regalo. Mañana será un incierto. Ayer fue un alivio - dijo en voz alta y se dejó caer en su cama.
Aún su cabeza dolía y los mareos lo hacían ver luces. Odiaba esos días. Y sabía que se repetirían sin importar qué cosas hiciera para detenerlo. Llamó a Catalyn, pero no le contestó y Derek sintió una punzada de ansiedad en su pecho. Vanessa estaba hospitalizada, pero... ¿y si el padre Nicolás intentaba hacerle daño?, ¿y si había sucedido algo más con su mamá?
《Tranquilo》 pensó 《ella estará bien》.
Cerró sus ojos en un intento de calmarse, pero terminó quedándose profundamente dormido.
Y empezó a soñar con Dorian.
Estaba como lo recordaba, aunque hacía tiempo que no lo veía. Estaba sentado en el pórtico de su cabaña, leyendo un libro que tenía su propio nombre en la portada. Siempre tenía esa apariencia de superioridad que le hacía justicia a cómo se llamaba y esq sonrisa de superioridad que Derek odiaba. Al ver a Derek, se puso de pie y lo saludó con la mano.
- ¿Qué haces aquí? - le preguntó, mirando hacia el interior de la cabaña. Todo parecía tranquilo.
- Que forma tan mal educada de saludar a tu hermanito - contestó Dorian sacudiendo la cabeza, como si estuviera decepcionado -, ¿y por qué estás tan enojado?
- Siempre que sueño contigo es porque sucede algo, y créeme, sé que sucede algo. ¿Todo está bien?
- Tan bien cómo puede estarlo. ¿Tú estás bien? Has estado un poco... distraído.
Derek quiso negarlo e ignorarlo, pero Dorian era más inteligente de lo que parecía.
- Tan bien como puedo estar - le dijo, sentándose con él en el porche -. Hace un tiempo que ya no estás entre nosotros.
- ¿Me extrañas? -. Dorian le dio un suave empujón.
- ¿Extrañarte? - dijo Derek riendo -. No, no extraño verte coquetear con otras mujeres y con hombres - guardó silencio durante unos segundos -. Bueno, tal vez extraño un poco cuando algunos de ellos te rechazaban.
- Es solo diversión. Tú también la buscas, ¿o estoy equivocado? "La felicidad es tan esquiva, ay que sufrimiento" - exclamó Dorian, haciendo una pésima imitación de Derek.
Él miró más allá del camino empedrado que llevaba a la cabaña y se encontró con el hermoso paisaje que la rodeaba. Había montañas lejanas cubiertas de nieve y un prado llenos de flores que se sentían como los campos Elíseos. Era tranquilo en esa época del año, siempre con una ventisca suave que refrescaba sus pensamientos. Hacía mucho tiempo que no veia la cabaña ni disfrutaba de su paz y se alegraba de que aún pudiera verla en sus sueños.
- Después de tanto tiempo es difícil buscar diversión - dijo, melancólico, sin despegar la vista de más allá del prado.
- Dios -. Dorian se puso de pie de nuevo y agitó sus manos, desesperado -, ¡siempre eres tan deprimente!, ¿qué te cuesta solo sonreír de vez en cuando?
Derek arqueó una ceja y soltó una risita.
- Gracias por la ayuda - le dijo mirándolo a los ojos. Se parecían bastante a los de él, pero eran más claros y vivaces -. Y a Daniel y a Dominic - hizo una pausa -. También a Dimitri...
Dorian alzó los hombros.
- Solo hago lo que ellos dicen.
- ¿Dónde están, por cierto?
- Adentro -. Derek hizo el amague de ponerse de pie y entrar a la cabaña, pero Dorian lo detuvo -. No, mejor en otra ocasión.
Derek lo entendió y se quedó en su sitio.
- ¿Por qué estoy soñando contigo, Dorian? - le preguntó.
Él lanzó un suspiro que parecía cansado, pero se sentó a su lado con la misma elegancia con la que había conquistado a varias chicas varios años atrás. Tenía el cabello rubio despeinado y, ahora que lo veía de cerca, tenía los ojos enmarcados por ojeras. ¿Cómo podía verse atractivo incluso estando así de cansado?
- Te he visto con Catalyn. Desde este lugar todo se hace muy claro. ¿Qué es lo que pretendes con ella?
- Ayudarla, ¿no ves lo mucho que ha sufrido?
Dorian rodó los ojos.
- No por eso tienes que jugar a la Madre Teresa de Calcuta. Ya sabes a dónde nos ha llevado eso.
- No es como que tenga muchas opciones, Dori.
- ¡No me digas así! -. Dorian le dio un golpe en el hombro -. Solo quiero advertirte... -. Dorian miró hacia la cabaña por unos momentos -. Ten cuidado, Derek.
Él asintió y miró por una última vez al prado de tulipanes.
Estaba despertando, las montañas se hacían borrosas por la neblina y el rostro de Dorian se confundía con la luz del sol. Antes de abrir sus ojos por completo, se atrevió a darle un abrazo. Para su sorpresa, Dorian lo aceptó y se lo devolvió.
Pero no se esperaba lo que le dijo después.
- No te enamores de ella, ¿está bien?
-Victoria (2024)
¿Es normal que las shippee?
*Motivational Música intensified"
De día: Call Center de portabilidad de Claro :v
para unos, una extraña
para mi, mi diosa
mi aire vital para respirar
mi corazón palpitante
mi medicina
mi uso de razón