Esther era la hija ilegítima de una familia acaudalada, cuya hermana decidió irse por "amor" con el hombre que ella tanto amaba. Él contra de Arthur, un vaquero muy apuesto, era su pobreza y cuando su hermana sintió en carne propia lo que era el hambre, decidió abandonarlo junto a su hija recién nacida, para irse con su amante.
Pese a que su cuñado intentó por todos los medios salir adelante, no tuvo de otra más que recurrir a ser un bandido, encontrando así su muerte y la de su hija. Por eso, usando su habilidad secreta, Esther hará un trato con el mismo diablo y si logra traer de regreso las almas de ellos, que han reencarnado en otro mundo, dentro de la historia de "La amante del embajador" este haría que por fin ellos tuvieran un final feliz.
¿Logrará darle una nueva vida a su cuñado?
¿Podrá su sobrina al fin tener una existencia tranquila?
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CAPÍTULO 17
Ya fuera por su estado de salud físico o algún momento de tensión emocional, cualquier cosa podía aumentar el impacto de los efectos de la toxina en su sangre.
Alexander asintió y ordenó a sus criados que prepararan todo lo necesario para el cuidado de Penélope. Alexander se dedicó a estar cerca de Penélope, asegurándose de que recibiera todas las atenciones necesarias.
Su pequeño hijo, por su parte, continuaba al lado de su hija, intentando, en su ternura e inocencia, ser de apoyo para la mujer. No obstante, esa misma mañana, cuando Alicia salió a desayunar, se sorprendió al ver el comedor vacío.
Es que ni siquiera le habían servido su comida, puesto que casi todos los criados se encontraban atendiendo las órdenes del embajador para que solo fueran atendidos él, su hijo y su cuñada. Helada ante la indiferencia que estaba pasando, caminó enojada hasta la habitación de su hijo.
—¡Espere, mi señora!—gritó una de las criadas.
No obstante, no pudieron evitar que la esposa del embajador entrara a la habitación. Alicia, al ver como era delicadamente atendida la hija bastarda de su padre y como hasta su propio hijo estaba a su lado, sintió su sangre arder.
—¡Mocoso!—gritó agarrando con fuerza el brazo herido de su hijo—¿quién crees que es ella como para que la estés atendiendo!
—¡Ella es una hada buena!—respondió asustado, pero también molesto—¡No es una bruja mala como tú!
Alicia, furiosa por la respuesta de su hijo, lo sacudió violentamente, agravando el dolor en su brazo herido. Alexander, al escuchar los gritos desde la habitación contigua, salió presuroso del cuarto de baño e irrumpió en el lugar con una expresión de rabia contenida.
—¡Suelta a MI hijo, Alicia! —ordenó con voz gélida.
Alicia, sorprendida por la ira en los ojos de su esposo, soltó el brazo del niño y retrocedió un paso, pero su expresión seguía siendo de desprecio.
—¿Cómo te atreves a decirme cómo tratar a mi propio hijo? —espetó Alicia—esta bastarda no tiene derecho a recibir mejores cuidados que yo, ¡Es solo una sirvienta!
Alexander respiró hondo, tratando de mantener la calma. Sabía que cualquier confrontación con Alicia debía manejarse con cuidado para no agravar más la situación de Penélope.
—Alicia, Penélope está gravemente enferma —dijo con tono firme—el médico ha dejado claro que necesita descanso y cuidados especiales. Si de verdad te importa nuestro hijo, deberías comprender que verla en este estado solo lo perjudica a él también.
Alicia miró a Penélope con desdén antes de fijar sus ojos en Alexander. No lo amaba, detestaba a su hijo; sin embargo, no iba a permitir que la maldita desgraciada de su media hermana se los robara. Ellos vivirían y morirían solo para ella.
—¿Y qué pasa con mi bienestar, Alexander? ¡Soy la bisnieta del rey!—su voz se volvió un susurro venenoso—si Penélope está acá fue porque gracias a mí le di un trabajo, ¡Aunque no es más que una hija ilegítima! Estás poniendo a esta mujer por encima de mí.
Alexander, exasperado, se acercó a Alicia y la miró directamente a los ojos. Era como un volcán a punto de explotar y aquello era lo que su esposa quería, provocarlo al punto de que hiciera cualquier cosa que pudiera usar en su contra.
—Alicia, esto no es una competencia. Estamos hablando de la vida de una persona. Si no puedes entender eso, entonces es mejor que te vayas a tu habitación y me dejes manejar esta situación —dijo con firmeza.
—¡Mentiroso!—gritó dándole una cachetada—¡Admite que ella es algo más para ti! De lo contrario, no la tendría durmiendo en tu cama. ¿Es que acaso has hecho a una bastarda tu amante?
Alexander se quedó helado ante las acusaciones de Alicia. Cada palabra que salía de su boca era como un puñal clavándose en su corazón. Aunque quería responder con calma y lógica, la rabia comenzaba a apoderarse de él.
Tenía que negarlo, aunque sabía que Alicia no era alguien a quien rendirle lealtad o moral alguna. Sin embargo, debido al estado enfermizo de Penélope y la situación crítica de su abuelo, no quería que aquello se agravara más y la perjudicara.
—¡Cómo te atreves a insinuar algo así! —exclamó Alexander, con la voz llena de furia contenida—. Penélope es mi cuñada y la trato con el respeto que se merece como miembro de esta familia. No voy a permitir que la insultes de esta manera ni que manches su nombre con tus insinuaciones maliciosas.
Alicia lo miró con desdén, como si estuviera disfrutando del espectáculo de su ira. Buscando provocarlo más, escupió en su rostro antes de darle una segunda cachetada. Si era capaz que le devolviera el golpe, podría ir con el rey y pedir su encarcelamiento por violencia doméstica en contra de un miembro con sangre real.
Sin poder contenerse más, Alexander, quien se olvidó un segundo de que su pequeño hijo seguía en la habitación, levantó su mano para devolverle el golpe a Alicia; sin embargo, antes de poder hacerlo, Penélope intervino y terminó por recibir el golpe que era para su hermana.
—¡Todo es mi culpa!—imploró besando los tacones de Alicia—¡He sido una insolente! ¡Volveré a dormir en mi catre! Por favor, su excelencia, no se exponga a tener un bajón de salud por el enojo. ¡Su vida vale más que la de esta criada!
El gesto repentino de Penélope dejó a todos atónitos en la habitación. Alexander se quedó paralizado, no podía entender como la situación se había volteado y ahora resultaba ser el uno de los verdugos de su cuñada.
Alicia observaba con satisfacción la escena, por lo que terminó por soltar una risa despectiva, disfrutando del espectáculo de la miseria ajena.
—¡Basta! —exclamó Alexander—no permitiré que te humilles de esta manera, Penélope. No tienes por qué soportar los abusos de nadie, mucho menos de tu propia hermana.
—¿Y quién eres tú para decidir quién merece ser humillado? —espetó con arrogancia—tú no eres más que un embajador sin importancia, mientras que yo soy la bisnieta del rey. Deberías recordar tu lugar y dejar de interferir en asuntos que no te conciernen.
Tomando a la fuerza a Penélope, comenzó a arrastrarla usando su cabello como correa. La mujer no tuvo de otra más que seguir a la caprichosa de su media hermana, era mejor que se desquitara con ella a que lo hiciera con su sobrino o cuñado.
i puedan ser felices cuando todo termine😮💨😮💨