Perdoname.
John dijo a Mireya cuando la encontro.
No sabía cómo solucionar está horrible situación.
Miró a la mujer que más ha amado.
El peor sentimiento estaba en su corazón.
La había dañado.
La había lastimado.
No sabía qué hacer, no sabía como enfrentar no solo la crueldad de quien supuestamente la amaba, sino también de la época en donde vivía, donde se hacía difícil para las personas en condición.
¿Podrá seguir adelante o la vida le deparará más dolor?
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Te protegeré
"Bueno, es porque no podía acercarme a la pareja de mi amigo y ahora está libre así que me gustaría conocerla".
"..."
Lo miré con un rostro incrédulo.
¿No eran buenos amigos?.
"Es por eso que la invite, siempre me ha agradado la condesa".
Después de escucharlo los platos fueron servidos y solo dije.
"No tengo interés del marqués".
"No creo que seamos compatibles".
Dije con tranquilidad mientras cortaba la carne de mi plato.
"¿Por qué no?".
"Soy guapo, soy listo, tengo el físico que tiene Jonathan puedo no decir que yo tengo más de lo que te puede gustar".
"Aunque no sea duque, creo que podría darle una vida igual o mejor que el mismo Jonathan".
Lo que escuchaba fue horrible.
"Suenas asqueroso".
Dije sin dudar.
El apetito de la comida se había ido.
Él se sorprendió y vio que tome la copa de vino.
Él sonrió de nuevo.
"Eso quiere decir que no sé coquetear contigo, pero aún puedo demostrarte que voy en serio".
Dijo con una sonrisa torcida.
Tomé la bebida y fruncí el ceño.
"No creo, ¿cómo es que te casaste?".
Él me miró seriamente y dijo.
"Drogue a mi exmujer y después la obligue a casarse conmigo".
"... ¿Eh?".
"Ella para intentar salir de mí, me engaño buscando salida y al final se la di".
Lo que escuchaba sonaba peor aún de todo lo que había escuchado.
Me levanté.
Y él dijo en un tono.
"Es broma, no te preocupes".
El marqués río a carcajadas, pero no quería quedarme aquí.
"No vuelvas a enviarme..."
Me mareé.
Caí inconsciente.
"Tal vez no fue una broma".
El marqués miró a Mireya con una sonrisa torcida y la alzó.
"Tu divorciada y yo divorciado, tenemos tanto en común".
Marla que estaba aburrida pago y decidió esperar afuera a Mireya y fue cuando paso mucho tiempo.
"Se tarda tanto".
Fue cuando se dio cuenta del carruaje detrás.
Una manía que tenía era observar y ser curiosa.
Así fue como encontró a Mireya.
Fue cuando vio a ese marqués subiendo al carruaje.
"¡Oh mi..!".
Entró en pánico y empezó a alejarse.
El marqués se había llevado a Mireya.
Con ansiedad quiso ver a dónde iba, pero de repente supo que no podía hacer nada por ella.
Corrió hacia el condado.
"Han secuestrado a Mireya".
Gritó en el condado.
El duque Jonathan Adonis que iba como siempre escuchó el grito.
"¿Quién?".
Pregunto con voz autoritaria.
"El marqués Arquilegia".
Respondió Marla mirando al duque con ojos preocupados.
"Fuimos a que le dejara de enviar cartas y me quedé en la sala de los postres, ya que era una reunión entre los dos y como me aburrí espere afuera y vi al marqués que llevaba a Mireya desmayada".
"Por favor, duque".
Con eso él asintió y corrió.
Mando un llamado a sus mejores caballeros.
"Lo primordial es salvar a Mireya".
Dijo con un rostro pesado.
"Es nuestra prioridad".
Al llegar al marquesado, este estaba vacío.
"¿Dónde?".
"Mireya".
Corrió entre las habitaciones buscando a Mireya, pero no la encontraba.
"Por favor, por favor que estés a salvo".
Encontró al mayordomo que se quedó pálido.
"Dime, ¡Dime dónde está!".
"El marqués tiene una propiedad en la esquina de la capital".
"Ahí debe de estar".
El mayordomo confesó, su maestro era cruel con las mujeres.
Lo que había hecho con la antigua marquesa fue espeluznante y ella apenas tenía vida.
No quería ver a otra mujer así.
......................
Al abrir los ojos miré que estaba en otro lugar.
Una vez más me han secuestrado.
Pero cuando vio no estaba amarrada ni amordazada como la última vez.
Fue cuando el marqués entró.
Con la camisa algo desabrochada él se acercó con un vino y dos copas en sus manos.
"Tomemos un sorbo, Mireya".
Dijo con una sonrisa resplandeciente.
Negué con la cabeza.
"Estás loco".
Me levanté de nuevo, pero al parecer aún estaba con ese efecto.
"Maldición".
"Querida, hoy no te irás a ningún lado".
Dijo dejando de lado las copas.
"No te acerques a mi".
El río más divertido.
"Tranquila, te gustará".
"Seré amable contigo".
"Serás mi próxima marquesa y me cuidarás así como cuidabas a Jonathan".
Dijo el marqués acercándose más.
"No te acerques, vete".
Dije con horror.
"Bueno, no hay mucho que puedas hacer lo que te di te dejará débil unas horas más".
Me estremecí por instinto.
"¡No!".
Él se acercó mientras intentaba que lo viera frente a frente.
Fue cuando un rayo llegó a lo lejos.
El rayo hizo tronar la ventana que estaba a lado de nosotros.
John que uso todo su maná para llegar lo más rápido que pudo entró por la ventana con un conjuro que lo hacía parecer un rayo.
Encontró a Mireya llorando intentando alejar a Alonso.
"Aléjate de ella".
Dijo apartándolo de Mireya.
"John".
Dije con agonía.
"John, por favor".
"Ayúdame".
"Sálvame".
Con esas palabras miró a Alonso y empezó a golpearlo.
Alonso también se defendió aventándolo con el fuego que poseía.
Intente recomponerme y vi la gran pelea.
¿Que hago?.
Apenas y tenía magia, no era buena en combates.
La situación era desastrosa, la habían drogado y no podia ponerse de pie.
Aún aunque es poca.
Junto su limitado mana en el suelo donde estaba el marqués.
Pensando en hacer hielo el piso empezó a ponerse resbaladizo.
'Hielo, que salga hielo'.
Un piso apenas frío se hizo resbaladizo y el marqués se resbaló con la suela de sus zapatos.
John no perdió el momento cuando soltó un puñetazo directo en la cara con magia de rayo.
El marqués cayó y John siguió golpeando.
"Con ella nunca te metas".
"Si ella dice que no te metas con ella no lo hagas, ella siempre me tendra, siempre la apoyaré".
Con esas palabras el dejo de golpear al irreconocible marqués.
Se acercó jadeando.
"¿Estás bien?".
Pregunto, pero el también era un desastre.
Asentí con la cabeza.
"¿Tu estás bien?".
Pregunté y el también asintió.
"Aún estoy con lo que me dio, no puedo ponerme de pie".
Dije y el se acercó mas.
"Te protegeré".
"Yo te protegeré".
Con esas palabras me abrazo.
