Amarte No Es Pecado

—¿Y si es así qué? No soy de hierro, pero eso no significa que le abriré las piernas. Si tan necesitado está, ¿Por qué no le pide el favorcito a una de las modelos, o quizá, se consigue alguien con quien pasar la noche? Estoy segura que podrá conseguirlo. Suerte, torito — salí del ascensor, sin permitirle responder.

¿Y este tipo qué se cree?

Fui a mi habitación y me encerré. Mis hormonas estaban descontroladas. Casi caigo en esa labia tonta que utiliza. Me tuve que bañar con agua fría para ver si se me pasaba el calor, luego me tiré a la cama a dormir.

Al día siguiente:

Me levanté temprano, ya Jasper me había escrito para avisarme que íbamos a estar saliendo temprano para la sesión hoy.

—¿Logró descansar?

—Sí, mejor que en mi cama.

—Que bueno. Ya nos vamos.

No se veía molesto, a pesar de lo que hablamos ayer. Creí que lo estaría. Lo seguí hasta llegar a su auto. Ya las modelos estaban en la guagua, junto a Keyla. Me subí a su auto y seguimos la guagua hasta nuestro destino.

Llegamos al parque Yosemite, había varias camionetas esperándonos, con todo el equipo y camarógrafos afuera. El lago se veía sumamente hermoso desde donde estábamos, al igual que el bosque y las montañas rocosas. Quisiera tirar fotos con mi teléfono, pero supongo que, lo haré después. La temperatura estaba algo fría, y olvidé el abrigo en el Hotel.

—Necesito que estés con las chicas y las mantengas hidratadas. El agua está en la guagua. Ayuda a Keyla a ponerle el bronceador a cada una de ellas. Keyla te explicará lo que tendrás que hacer luego. Yo tengo otros asuntos que atender, pero si necesitas algo, puedes buscarme.

—Está bien.

—Esta noche será la actividad, estaba supuesta a ser ayer, pero a última hora cancelaron.

—Entendido.

Me fui con Keyla, y me indicó lo que debía hacer. Las chicas se quedaron paradas mientras le poníamos el bronceador. Nos dividimos el trabajo para que fuera más rápido. Una de ellas me miró y evitó que la tocara.

—Prefiero que lo haga Keyla.

—De acuerdo, que lo haga ella— no me voy a fastidiar mucho con estas estúpidas —. La siguiente, por favor.

—¿Desde cuando estás saliendo con Jasper?— preguntó la misma mujer.

Ignoré su pregunta, y continué poniéndole el bronceador a la siguiente.

—¿Por qué te haces la sorda, gorda? ¿Desde cuándo te revuelcas con el jefe? Es la única razón que encuentro, para que te haya aceptado aquí. No puedes encajar en este lugar, ¿No te das cuenta?

—Parece que el correr el otro día no fue suficiente para aprender la lección, guapa. ¿Por qué estás tan interesada en saber? Ah, creo entenderte, quizás es cierto eso que dicen sobre «el ladrón juzga por su condición» ¿Con cuántos te acostaste para pagar las cirugías, o para llegar a donde estás?

—Deberías tener cuidado con lo que dices.

—Opino lo mismo. Tú también deberías tener cuidado, porque en el momento que me canse de tu estúpida actitud, haré que tu lindo rostro conozca el suelo, linda. Ahora permiso, estoy trabajando— continué con mi trabajo, y ella se fue.

La paciencia me la estaban colmando, pero debía calmarme.

Al terminar, algunas me pidieron agua y fui a buscarlas a la guagua. Al regresar donde ellas, la antipática también me pidió y tuve que regresar. La muy estúpida quería hacerme la vida de cuadritos, pero soporté como pude. No era el momento de demostrarle que me estaba molestando.

Toda la mañana fue ocupada.

—Necesito que me hagas un favor. Hay que llevarle está cámara al camarógrafo, es ese hombre de camisa negra que ves allí— me pidió Keyla.

—De acuerdo.

Cogí la cámara y me dirigí hacia el camarógrafo, estaba casi cerca, cuando sentí que alguien me puso el pie, y no tuve tiempo de evitar la caída. La cámara se rompió, y quise mirar para ver quién había sido, pero estaban todas las modelos ahí.

—¿Qué has hecho? — Keyla se acercó, y agarró partes de la cámara del suelo.

Yo me arrodillé tratando de recogerla. Todo el mundo se me quedó viendo y las ridículas rieron. No sé quién fue, y para mí estaba claro que había sido provocado, pero ¿Cómo podría explicar eso? Mis codos dolían, y no me había dado cuenta de que estaba sangrando un poco. Para mí eso no era importante ahora.

Jasper se acercó a nosotras y nos miró.

—¿Qué pasó aquí?

—Tu querida asistente rompió la cámara, ¿Qué se va hacer ahora? — preguntó Keyla, visiblemente molesta.

—Lo siento, Sr. Jasper. Yo me haré cargo.

—Levántate de ahí — extendió su mano para ayudarme a levantar —. Vamos a la guagua, estás sangrando.

—¿Y qué haremos con esto? — preguntó Keyla alzando la voz, y Jasper la miró molesto.

—¿Por qué tanto drama por algo que se puede reemplazar comprando otra? Encárgate de eso, en vez de armar tanto escándalo. Muévete, que para eso te pago.

Jasper me agarró la mano, y me hizo caminar con él a la guagua donde vinieron las modelos. Me hizo sentar y buscó un pequeño botiquín.

—Deberías tener más cuidado, se te pueden quedar las marcas.

—Siento mucho lo que hice. Descuente de mi sueldo el valor de la cámara.

Jasper rio.

—¿Está de acuerdo en pagar entre 10,000 a 20,000 dólares por la cámara? Estaría trabajando para mí por mucho tiempo de gratis.

—¿¡Cuánto?!

Jasper sonrió.

—Olvide lo que dije. Para mí lo importante es saber si realmente lo hizo usted, o si hubo alguien más envuelto. No creo que sea torpe como para caerse así nada más. Dígame la verdad, ¿Alguien lo hizo? — me miró fijamente, esperando mi respuesta.

¿Cómo puede confiar en mí de esa forma? Es como si pudiera ver detrás de mí.