Lucia es una escritora en ascenso que debe presentarse a la boda de su ex amor platónico que se casara nada más y nada menos que con su hermana Amanda.
viviendo separada de su familia y los caprichos de su madre es obligada a asistir a la reunión familiar para la organización y reencuentro familiar.
el destino le mando un impresionante ejemplar masculino que no solo enciende su creatividad como escritora, sino que otras partes que creía dormidas.
Naguel un motero alto con fuertes músculos que hace suspirar a muchas mujeres se obsesiona con su momentánea pasajera. su cabello rojo como el fuego no solo despierta en deseo en él, sino que también su instinto protector.
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siempre
La cena fue bien, hasta que salió el tema del baile. No es que sea una bailarina esplendida, pero no mío no son los
valses y esas cosas.
Es ahí cuando mi cuerpo se pierde y mis pies creen que son una buena oportunidad para dar pisotones y en mi
cabeza en vez de sonar el 1, 2, 3, 1, 2, 3 resuena cualquier cosa. Algo así como la canción de la farolera o las tablas del 3.
ꟷEso es porque no has tenido un buen acompañante que te guie ꟷdice mi vikingo y mi padre
estalla en carcajadas.
ꟷYa quisieras haberla visto en su baile de graduación dando pisotones, ni el mejor bailarín de la
preparatoria pudo con ella y sus pies izquierdos ꟷenfatizo, haciendo que mis mejillas ardan.
ꟷBueno tampoco es para tanto ꟷme defiendo acomodando la servilleta que tengo entre los dedos de
forma nerviosa.
ꟷNada que unas clases de danza no solucione ꟷaporta Ivana madre de Javier.
ꟷEso es, de paso lo podemos aprovechar todos ꟷdice Mirtaꟷ. No recuerdo cuando fue la
ultima vez que baile siquiera un vals ꟷmurmura con tristeza. Naguel toma su madre y ella le sonríe con pesar.
ꟷRecuerda que la vida es un baile constante ꟷdice él y ella asiente.
ꟷMi hermano era un gran bailarín ꟷrecuerda Ivana y mira a su marido Joaquín.
ꟷSi, recuerdo que le gustaba bailar haciendo los asados los fines de semana, era como si no pudiera quedarse
quieto ꟷrelata y Mirta sonríe al parecer recordando a su marido.
Miro a mi vikingo que no suelta la mano de su madre mientras recuerdan a su padre y poco a poco el tema lleva
una cosa a la otra y a la hora del postre ya teníamos una idea de lo que vendría mañana y no se si verlo como una tortura o un desafío.
Clases de bailes.
Genial.
Terminada la cena y sin ningún comentario fuera de lugar de parte de mi madre nos dispusimos a volver al hotel.
ꟷEspero que seas una buena niña y no compartas habitación con este muchacho ꟷdice mi madre
como si tuviera quince años y no veinticinco.
ꟷMama, hace tiempo que deje de ser una niña, ¿No te parece? ꟷironizo y ella se sonroja.
ꟷEn mis tiempos eso no estaba bien ꟷdice avergonzada.
ꟷEn nuestros tiempos todo era más sencillo, pero la juventud de ahora vive el día a día como si fuera el
ultimo ꟷdice Mirta aferrada al brazo de su hijo.
ꟷAntes de que agregue más, necesito descansar ꟷmurmuro esquivando una nueva cruzada de palabras y
saco mi celular para llamar un taxi.
ꟷ¿Qué haces? ꟷpregunta Naguel. Mi madre y la suya hablan de sus recuerdos de antaño.
ꟷPido un taxi, nos vemos en el hotel ꟷdigo en susurro para que no nos escuche nuestras madresꟷ.
Nos vemos allí.
ꟷSabes que te puedo llevar ꟷdice el acercándose a mí, con sus manos en los bolsillos de su pantalón
de vestir.
Su cercanía me desequilibra y casi no puedo dar bien la dirección de mi casa al operador. Me recobro y hablo
firme mecánicamente y luego lo miro sin decir nada es como si hubiera una transmisión de pensamientos sin comunicación. Mi mirada le dice que lleve a su madre y la consuele, mientras que la suya me dice que me quiere a su lado, sin perderme de vista.
Tiene un lado protector que me enciende y solo quiero llegar antes para esperarlo con algo que me haga ver
mujer y no una niña.
Aunque la idea de que me llame pequeña o princesa mientras le gimo en su oído “papi” me llena de ideas.
Sin más palabras de por medio y dejando a mi madre tranquila, por el solo hecho de volver en un taxi al hotel, me
acomodo en el asiento trasero del taxi y antes de llegar al hotel hacemos una parada en un kiosco, necesito unas cositas.
Compro rápido lo que tengo en mente y nuevamente me encamina al hotel. Llego, me meto a la ducha para
despojarme del calor del día y tomo mi maleta rebuscando en ella.
Deshago mis trenzas y las vuelvo a armar, pero esta vez le sumo un lazo rojo a cada una que combinan con
mi ropa interior y busco esa pequeña faldita que inconscientemente coloque en mi maleta.
Es una de esas faldas que parecen de colegiala, una colegiala muy cachonda. Junto con unas medias y
portaligas que se dejan ver por lo bajo de mi faldita me pongo mis zapatos todo terreno y busco lo que compre en el kiosco.
Una enorme paleta de colores, le saco el envoltorio y luego de perfumarme y maquillarme ligeramente corro a
la sala de estar para esperar a mi “papi”.
Justo en el momento en el que escucho el ascensor privado ser activado mi corazón se acelera de anticipación,
esperando ver la reacción de mi vikingo.
Las puertas se abren y el sale aflojando la corbata de su traje, mirando su celular en el proceso. Se detiene
cuando levanta la mirada y me ve. Recorre mi cuerpo y se conecta con mis ojos.
ꟷHola papi ꟷdije mientras tiro de una de mis trenzas y lamo la paleta de forma sugerente.
ꟷHola princesa ꟷmurmura con deseo y se acerca mí.
Se me corta la respiración cuando como un depredador me ataca tomándome en brazos, la paleta deja de ser
importante terminando en el suelo del departamento rota en miles de pedazos mientras mi vikingo me carga y me lleva a la habitación.
Caigo sobre la cama para mirarlo expectante a lo que viene, el enseguida se deshace de su ropa sin dejar
de verme. No sé qué hacer, estoy a la deriva esperando a que el me diga que hacer.
Se queda solo con su bóxer y mientras estoy sentada sobre mis rodillas lo veo rebuscar entre sus ropas. Toma
la corbata anteriormente despojada y me mira con un interés morboso en la mirada.
ꟷ¿Confías en mí? ꟷpregunta. Miro lo que tiene en las manos y asiento esperando ver que hará con elloꟷ.
Dame tus manos.
Hago le que me pide y con la corbata me las ata luego me pide que me recueste en la cama y con las manos
atadas me cuesta un poco moverme, pero el me ayuda. Me acomoda como si fuera una muñeca y me pide que tienda mis manos sobre mi cabeza.
Luego, estando sobre mí, levanta su cuerpo y me observa para alabar mi belleza y baja para dejar besos
en mi cuello y dirigirse a mis pechos.
Mis manos buscan su contacto, pero el detiene lo que hace para tomarlas y volver a colocarlas donde las dejo
con anterioridad.
ꟷQuieta ꟷadvierte y muerdo mis labios. Vuelve al ataque siguiendo su camino de besos mientras baja
entre mis piernasꟷ Esa faldita te traerá problemas ꟷdice levantándose, mirando mis piernas. Toma una de las ligas y la levanta para dejarla caer sobre mi piel.
El castigo del elástico me arranca un gemido. Su mirada de musgo me atrapa y sus dedos acarician mi piel,
vuelve a tirar de la liga y mi espalda se curva por la sensación.
ꟷNaguel… ꟷsale de mis labios su nombre en un gemido prolongado.
Eso parece encenderlo porque me toma de las caderas para voltearme y poniendo mi trasero en pompas su mano
recae sobre el en una palmada que me hace delirar.
Una, dos, tres palmadas y siento que mi piel esta rosada, arde, pero el cosquilleo que me atraviesa me
corta la respiración.
Mis manos sobre mi cabeza no me dejan moverme, consciente de que las quiere ahí. Mi cabeza apoyada sobre el colchón espera su nuevo toque.
Sus manos recaen en mis nalgas que las aprieta y siento la humedad de su boca al acompañar el movimiento de
sus dedos con el de sus dientes.
ꟷ¿Eres una niña buena o una niña mala? ꟷpregunta. Toma mi cadera y presiona su miembro en mi
centro haciéndome gemirꟷ. ¡Dime! ꟷexige.
ꟷSoy tu niña buena ꟷgimo y siento su palmada en mi trasero nuevamente.
ꟷTe falto algo ꟷadvierte apretando nuevamente mis nalgas.
ꟷ¿Papi? ꟷpregunto perdida en las sensaciones de sentir su cuerpo junto al mío.
ꟷSiempre, tu papi ꟷmurmura.