María Elena Collazo trata de hacer hasta lo imposible por libararse de las garras de su suegra y de su alcohólico esposo. ¿Hasta qué punto podrá soportar ese infierno? Esta historia es totalmente ficticia. Todos los personajes y vivencias fueron creados por la mente de su servidora. Cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia.
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Hecho, mañana mismo nos vemos
Una semana después...
Elena abrió los ojos. ¿Dónde estoy?, preguntó.
Tranquila, no se mueva. Está en el hospital Santa Clara.
¿Por qué estoy aquí?, ¿qué me pasó?
Eso es lo que queremos saber. ¿Quién le hizo esto?
Elena trató de moverse, pero un dolor agudo se clavó en su cuerpo.
¡Ay!
Le duele porque todavía está débil, afortunadamente, ya despertó. ¿Se siente capaz de recibir a la policía?
Yo creo que sí.
Bueno, enseguida los hago pasar, solo no se exalte, por favor.
Elena se dio cuenta de que su doctor era un hombre muy guapo, cabello rubio y ojos azules. Alto y muy varonil. La bata blanca le sentaba muy bien.
Antes de salir el doctor la ayudó a sentarse levemente en su cama. Elena aspiró el perfume de su doctor, olía tan bien.
Recordaba el día en que conoció a Moisés, él también era muy elegante y olía muy bien. Ambos habían coincidido porque los habían dejado plantados y decidieron tomar un café juntos y desde ahí creció su amistad y después se casaron.
"Eso ya pertenece al pasado", pensó Elena con cierta tristeza.
"Moisés nunca va a volver a ser el mismo ha cambiado tanto".
Sus pensamientos fueron interrumpidos por dos oficiales de la policía que entraron en ese momento después de tocar levemente a la puerta.
Buenas tardes, señorita, necesitamos hacerle algunas preguntas ¿cree que podrá contestar?
Espero que sí.
Primero, queremos saber su nombre porque hasta ahorita no hemos avisado a sus familiares que se encuentran aquí.
Mi nombre es Elena Collazo, desgraciadamente, no tengo familiares. Soy sola en el mundo.
¿Alguna amistad que tengas por ahí?
Bueno, hace ya tanto tiempo que no la veo que no creo que se acuerde de mí, pero si le sirve de algo se llama Victoria. Si tiene con qué apuntar le pasaré el número creo que no se me ha olvidado.
El oficial apuntó el número y se lo pasó a su compañero, encárgate de hablarle, le dijo.
Ahora dígame, señorita, ¿quién le hizo eso?
No lo sé me tomaron por sorpresa nunca pude ver su rostro.
¿Sabe al menos cuántos eran?
Creo que eran dos, una señora madura y un hombre, yo le digo porque eso me pareció al escuchar la voz de ambos.
¿Le robaron algo?
Creo que me robaron todos mis documentos no tengo nada, ni dinero.
Una lágrima brotó de los ojos Elena.
Tranquila, señorita, le aseguro que cuando salga de aquí del hospital tendrá un trabajo seguro. Por lo pronto, lo único que necesita es recuperarse.
Varias horas después, Vicky llegaba al hospital donde estaba su amiga.
Llegó justo a recepción, vengo buscando a mi amiga Elena Collazo.
Un policía la escuchó y se le acercó, ¿señorita Victoria?
Sí, dígame.
Sígame, vamos al cuarto donde está su amiga.
A llegar...
Elena, amiga mía, ¿qué te había pasado?, estaba tan preocupada porque no sabía nada de ti.
Tú sabes cuando uno anda de luna de miel se olvida de todas las cosas. Elena le guiñó un ojo en señal de que le siguiera la corriente.
Y por lo visto no te trataron bien ¿verdad?
Bueno, esa es otra historia; qué bueno que estás aquí pronto me darán de alta ¿podrías acogerme en tu casa?, no tengo a dónde más ir.
Ya sabes que sí, mi casa es tu casa.
Varios días después, justo cuando iban a dar de alta a Elena la policía se presentó de nuevo en el hospital.
Lo sentimos, señorita, debido a que no nos pudo dar muchos detalles no hemos podido localizar a las personas que la golpearon.
Gracias, oficial, pero ya no se preocupe, de seguro cometerán un error yo sé que ustedes son muy eficientes y pronto los localizarán.
Está bien. Estamos para servirle, con permiso.
¿Qué te pasa, Elena? ¿Por qué no le dijiste la verdad?, porque estoy segura que fueron ellos los que te golpearon ¿verdad?, tu suegra y tu esposo.
Vamos a tu casa, amiga, allá te explicaré todo.
Una vez en la casa de Victoria.
¿Ahora sí me vas a contar qué te traes entre manos, María Elena?
Vaya, vaya, se me figura que estoy en un programa de "el Chavo del 8".
Ya, no te haga la chistosa, cuéntame todo.
No me lo tomes a mal, amiga, pero pienso tomarme la venganza en mis propias manos, porque estos no se van a quedar así tan tranquilos. Me hicieron vender mi empresa la que me costó tanto levantar. Me han despojado completamente de todo, no tengo papeles, dinero, ropa, ni nada.
Las lágrimas brotaron por fin como si hubieran abierto una llave pluvial.
Victoria la abrazó para calmar un poco su dolor del alma.
Tú tenías razón, amiga. Moisés resultó ser el peor de los maridos.
Bueno, ya no es tiempo de arrepentimientos. Ahora hay que actuar y yo estoy contigo en las buenas y en las malas. Eso sí hay que actuar con toda cautela.
Claro que sí, ellos creen que estoy muerta y ya verán, se darán cuenta de su error cuando sea demasiado tarde. Pienso cobrarles uno a uno todo lo que me han hecho.
Dos días después, llamaron a la puerta de la casa de Victoria.
Al abrir, el doctor que habia atendido a Elena estaba de pie justo al otro lado de la puerta.
Llevaba un hermoso ramo de flores y una caja de chocolates.
Buenas tardes, disculpe, vengo a ver a la señorita Elena.
Buenas tardes, pase, le hablaré a Elena mientras tome asiento.
Elena te buscan allá abajo.
¿Quién puede buscarme?, no tengo a nadie en el mundo.
Pues gracias por la parte que me toca, pero ¿por qué no bajas a ver?
Perdón, amiga, no quise decir eso.
No te preocupes, baja de una vez si no quieres que esa persona se vaya.
Elena, completamente recuperada bajó a ver quién la buscaba.
Se quedó gratamente sorprendida al ver a su doctor esperando en la sala.
Doctor, ¿y usted qué hace aquí? ¿Cómo supo mi dirección?
Bueno, ¿ya no se acuerda que yo fui el que las trajo a las 2 hasta acá?
Es verdad, discúlpeme ya no sé ni dónde ando.
Antes que nada déjame presentar, me llamo Ardan, yo te atendí todo el tiempo que estuviste en el hospital.
Sí, te vi en varias ocasiones cuando estaba lúcida.
Esto es para ti, dijo entregándole el ramo de flores y los chocolates.
Gracias, es hermoso.
No quiero que pienses que soy un abusivo, pero me gustaría conocerte más ¿aceptas salir conmigo un día de estos?
Una gran sonrisa en los labios de Elena le dio la respuesta.
¿Te parece bien mañana?, te podría llevar a cenar y después vamos a bailar, ¿qué dices?
Hecho, mañana mismo nos vemos.