Aziel, apodado el tigre dorado, hombre hábil en los negocios y con un gran poder, tenía como pasatiempo leer historias omegaverse.
En su duodécima novela omegaverse, de este libro en especial, Aziel sentía desagrado por el personaje cliché que se entrometia en la relación de la pareja protagonista, llegando a sentir alivio con el trágico final del personaje extra.
Pero, en un raro acontecimiento, Aziel despertó en el cuerpo del personaje del libro que tanto aborrecia.
Siendo un personaje extra con un final marcado como trágico fuera del estilo de Aziel, el apodado tigre dorado hará todo lo necesario para salir de ese destino y personaje cliché.
En su lucha por sobresalir, Aziel encontrará en su camino al personaje principal de la historia, el Alfa protagonista que aborrecia más que nadie a Aziel.
"Solías decir que me amabas"
"Cariño, ese no era yo"
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Capítulo 7
Después de tomar una ducha, Aziel se quedó dormido apenas su cabeza tocó la almohada sobre la cama, debido a que no descansó la noche anterior, Aziel durmió hasta casi el medio día del día siguiente.
Lo primero que hizo al despertar, fue empacar todo aquello que encontró innecesario en la habitación.
En el tocador, una gran cantidad de perfumes, cremas, productos para el cabello, se hacían a la vista.
"Vaya, es demasiado fuerte"
Al rociar uno de los perfumes, el fuerte olor hizo doler la cabeza de Aziel, este no era el tipo de aroma que acostumbraba, prefería un perfume con un aroma fresco, un aroma que genere la sensación de recién haber tomado una fresca ducha por la mañana.
En cuanto a la ropa en el armario, Aziel decidió donar toda la ropa, pues no planeaba lucir como un pavo real, tenía que decir que Aziel en el libro era bastante peculiar.
A partir de esta mañana sería un nuevo comienzo, Aziel tenía muchas cosas con las que lidiar; se dice que no puedes saber lo que una persona está viviendo amenos que te pongas en sus zapatos, ese sentimiento es llamado empatía.
Al tratarse de un libro con personajes y escenarios ficticios, Aziel no sentía pena por el personaje extra que acabó con un tráfico final, sin embargo, ahora se trataba de él, y un tráfico final no era algo que tenía planeado para sí mismo.
Lo que Aziel sabía por el momento tras leer la mitad de la historia del libro, era lo siguiente:
Tanto esta casa como los servicios, despensas, sueldo de Sophia y manutención de los niños, era cubierto en parte por los padres de Aziel.
El dinero con que los gastos eran cubiertos por parte de los padres de Aziel, era el dinero heredado por el abuelo del omega, parte de esta herencia estaba destinada para Aziel, pero al ser inestable, eran los padres del omega quienes se hacían cargo de todo.
Al ser Heidrun y Harlan nietos de la familia Roosevelt, esta familia destinaba un monto de dinero cada mes para los gastos de los niños, dinero que por supuesto era administrado por los padres del omega.
Aziel no escatimaba en gastos cuando se trataba de ropa extravagante para él y Heidrun, llegando a gastar grandes montos cuando recibía dinero ocasionalmente para mantenerlo tranquilo.
En pocas palabras, sin tratar de ser ofensivo, Aziel en el libro era completamente incompetente.
Aziel tenía una gran obsesión por Hadrian Roosevelt, llegando a usar trucos sucios con los que se pudo embarazar del alfa en dos ocasiones, perdiendo el omega la razón al no dar a luz a un heredero alfa dominante.
Para llamar la atención de Hadrian, Aziel era capaz de hacer cualquier cosa, como coquetear con otros alfas cuando tenía la oportunidad, exponerse en público gritando ser parte de la familia Roosevelt, vociferar haber dado a luz a dos niños para el alfa, llenándose de burlas por su precaria personalidad.
Aziel era odiado, repudiado por Hadrian, la familia Roosevelt, su propia familia, y el omega protagonista de la historia.
En pocas palabras, Aziel tenía una mala reputación ante las personas, llamado muchas veces un omega promiscuo, el infame Aziel.
Si bien había muchas cosas de las que Aziel debía hacerse cargo, lo primero era arreglar su problema monetario, acostumbrado a dirigir una empresa, tener recursos, Aziel no podía mantenerse quieto por más tiempo, era momento de trabajar y resaltar como siempre lo había hecho.
"Sophia, ¿hay algún lugar al que pueda donar esta ropa?", salió Aziel de su habitación sosteniendo una gran caja.
"... Yo me hago cargo", pidió Sophia la caja.
"No te molestes, es una caja muy pesada, me culparía si llegas a lastimarte, puedo dejar la caja cerca de la entrada por el momento", sonrió Aziel cortésmente yendo a dejar la pesada caja.
El cambio repentino en Aziel ya era de por sí extraño, pero en esta ocasión, Sophia no pudo evitar sonrojarse por la sonrisa de Aziel.
Esta mañana, la radiante Heidrun apareció con un nuevo vestido floreado y usando un collar de diamantes en forma de un pequeño oso.
"Mamá, ¿qué debo decirle a papá?", se acercó la pequeña a Aziel con el teléfono en su mano.
"... ¿A tu papá?"
"Sí, ¿debo llorar otra vez?", preguntó Heidrun ladeando su cabeza en busca de indicaciones por parte de Aziel.
Recordando la historia en el libro, Aziel soltó un suspiro pasando su mano por su cabello.
En el libro, Aziel solía pedirle a su pequeña hija que llamara a su padre alfa todas las mañanas para pedirle que venga a casa, llorando muchas veces para causar lástima y poder convencer al alfa.
Esta actuación había funcionado al principio, pero después de repetirse tantas veces, este plan no llegó a funcionar de la misma manera los últimos meses, por lo que Aziel solía exigirle a su hija una mejor actuación, poniendo de condición comprarle lindos vestidos y joyas.
Mirando a Aziel, la pequeña Heidrun esperaba sus indicaciones mientras sostenía el teléfono móvil.
"No tienes por qué hacerlo, ya no", habló Aziel inclinándose para ver a la pequeña.
"... ¿Mis vestidos?", preguntó la pequeña elevando su ceja izquierda confundida por la actitud de su papá.
Tomando el teléfono de la mano de la pequeña, Aziel pensó en como podía dirigirse a la niña.
"... ¿Te gusta hacer algo así?", señaló Aziel el teléfono en su mano.
"No, no me gusta llorar"
"Entonces no voy a obligarte a llamar si no quieres, nadie puede obligarte a hacer algo con condiciones, ¿de acuerdo?"
Pareciendo entender las palabras de Aziel, la pequeña Heidrun asintió varias veces.
"Bien, en cuanto a tus amados vestidos, compraremos más cuando sea necesario, ya que esta pequeña dama está creciendo, habrá vestidos más bonitos que puedas usar"
Esta vez con una sonrisa al ser llamada dama, la pequeña Heidrun asintió contenta.
"Pero, mamá, ¿no extrañas a papá?, ¿no lloras todas los días?"
"No, ya no, ya no lloraré", sonrió Aziel a la pequeña.
Este asunto ridículo con el alfa Hadrian, ya había terminado, Aziel tenía cosas más importantes de las que ocuparse.