Después de encontrar a su hermanastra junto a su prometido en la cama. Lina Connor huye despavorida y mete a una habitación prohibida que le cambiará la vida al ser devorada por un extraño ardiendo en deseo.
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Rous del Solar.
Al otro lado del país, Rous del Solar estaba al borde de enloquecer al enterarse que Said, Torner se había casado. Ella volvió de regreso a California tras su intento fallido por drogar a Said. Tenía que huir hasta que el enojo de él se apaciguara.
—¡Nooo! Maldita zorra—gritó furiosa, sin dejar de ver la foto de Lina en la portada.
—¿Qué sucede amor? —preguntó su madre al otro extremo de la sala, mientras bebía té de loto con elegancia.
—Said se casó.
—¿Qué? —Dejó el té al instante y puso cara de espanto.
—¡No lo soporto!
Llena de rabia Rous tiró su teléfono al piso, haciéndose añicos.
Su madre se apresuró a ir hacia ella preocupada.
—Cariño, cálmate. —mientras tomaba su mano.
— ¡No puedo!, sabes que lo amo con locura—Sollozó dolida.
Rous lo conoció el en la preparatoria más Nice de toda California, a la edad de 16 años en un evento de beneficencia, Said era el mayor benefactor más codiciado por todas las mujeres, al verlo ella quedó cautivada por su belleza y elegancia. Y desde entonces hizo de todo por poseerlo y su incondicional madre siempre la apoyó en todas sus locuras.
—Cariño......... tal vez sea lo mejor, es muy grande para ti.
— ¡No me importa!, súper mami lo quiero para mí.
—Está bien mi amor, mami te ayudará.
—¡Tenemos que volver pero ya!. —golpeó Rous sus tacones con desespero.
—Está bien amor, haremos lo que digas mi princesa.
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Después de 2 días de relajación sin hacer nada, más que solo abrir las piernas para Said, Lina se dirigió a la Empresa, llevaba un hermoso vestido rojo con un escote en forma de corazón de mangas largas con encaje en la espalda en forma de V, que dejaba ver su piel en forma discreta, estaba deslumbrante con labial y tacones del mismo color. Al llegar todos los empleados se quedaron asombrados al ver su cambio radical, una ola de murmullos se pudo escuchar mientras pasaba, entre comentarios positivos y negativos.
—Qué guapa.
—Qué suerte tiene, es la esposa del presidente.
—Seguro sedujo al guapo Torner.
—Qué mal, sí que esa tipa es inferior a todas las modelos que van tras el Señor, con ese cuerpo…...
Lina juntó sus palmas en un fuerte puño y entró rápido al ascensor para no seguirlas escuchando con rapidez marcó el piso 20. Al llegar se dirigió a su oficina.
De pronto Rosa entró emocionada.
—Señorita, que digo… Señora, me perdí de tanto. Ahora eres la esposa del dios griego, mala, fingiste no conocerlo esa vez.
—Yo—dijo Lina sin saber que responder, solo tomó asiento.
—No importa estoy tan feliz por ti. Hay me enteré que ese puerco de Yan quiso violarte, que coraje, ese asqueroso siempre te miraba con lascivia.
—Es un episodio desagradable del que no quisiera hablar más.
—Perdón, si no me hubieran designado a escoger las telas, no hubiera viajado a París y me hubiera quedado contigo. —sonó un poco triste.
—Todo está olvidado.
—Okis, entonces te dejo trabajar, tienes muchos diseños por aprobar, Mikela se estaba encargando de armar el proyecto, dale una checada—mientras le alcanza el USB.
—De acuerdo, puedes retirarte.
Después de estar trabajando sin descanso Lina miró la pantalla del ordenador, eran las 12:30, se puso de pie muy sonriente y se acercó a la oficina de Said, con la intención de ir a almorzar juntos. Se detuvo en la puerta al oír sin previo aviso la voz de una mujer.
—Cariño, perdón solo fue una travesura.
Lina Connor tenía el aliento atrapado en la garganta, como si alguien la estuviera ahogando. No escuchó si Said Torner respondió algo. Pronto la puerta se abrió y salió Said.
—Querido—Gritó Rous a su atrás, mientras se apresuraba en alcanzarlo.
Con pasos elegantes el se puso enfrente de Lina y la miró con asombro. Lina puso los ojos en la atractiva joven, se asombró mucho de que el rostro de aquella señorita le resultara familiar, Lina la miró desde sus altos tacones hasta su último cabello.
¿Pero quien era?
—Ja…. Veo que eres esa mujercita que sedujo a mi amado Said. —Mientras la miraba con asco— ¿No te has visto en un espejo?, estás lejos de ser la mujer perfecta.
Lina parpadeó sin aliento.
— ¡Silencio! —Gritó Said, sus ojos estaban chispando—te dije que me dejaras en paz, ahora soy un hombre casado y amo a mi mujer, no vuelvas a humillarla de lo contrario te corto esa lengüita.
Said le dedicó una mirada fulminante a Rous que la dejo con la mandíbula en el piso.
—Pero Said—Reprochó la joven con desconcierto.
Lina sentía que las lágrimas iban a salirse de sus ojos, sin dudarlo salió corriendo del lugar mientras apretaba los dientes.
“Ilusa, ¿acaso estas enamorada de el, si solo es un negocio?”.
Pronto grandes lágrimas cubrieron su rostro, ella se los secó al instante y entró al ascensor, ignorando que Said corría en su alcance...