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Quédatelo, Hermana… Llévate a Mi Esposo

Quédatelo, Hermana… Llévate a Mi Esposo

Status: Terminada
Genre:Romance / Doctor / Maltrato Emocional / Traiciones y engaños / Amante arrepentido / Completas
Popularitas:219
Nilai: 5
nombre de autor: Puji170

Riana pensaba que su hermana, Liliana, jamás se fijaría en su esposo, Septian. Sin embargo, una sospecha tras otra la llevaron a descubrir la verdad: su hermana sí amaba a Septian.
No queriendo pelear por un amor que no le pertenecía —y sabiendo que Septian, desde hace tiempo, guardaba sentimientos por Liliana hasta el punto de casarse con ella— Riana decidió soltar los cinco años de matrimonio y partir como voluntaria a Sorong.
“¿Por qué debo pelear por un amor que nunca será mío? Al fin y al cabo, no soy un ave enjaulada; tengo derecho a ser feliz.” —Riana
¿Qué ocurrirá después?
¿Encontrará Riana el amor verdadero sobre las heridas del matrimonio que desea enterrar?

NovelToon tiene autorización de Puji170 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18

Septian, que acababa de ver a Riana salir de la habitación de Liliana, se dirigió rápidamente hacia ella. Su mirada era aguda, pero detrás de ella se ocultaba una ansiedad que intentaba ocultar con una actitud fría y arrogante. Quería asegurarse de que todo estuviera bien, quería oír por sí mismo que Riana no se iría. En su mente, Liliana seguramente había logrado persuadir a su hermana para que volviera a ser la esposa obediente que era antes.

Con el cuerpo erguido y los brazos cruzados sobre el pecho, se paró bloqueando el paso de Riana.

"Ahora vuelve a la habitación, sé la Señora Prawira obediente, Riana", dijo sin emociones, lleno de arrogancia, como si sus palabras fueran una orden que no podía ser desobedecida.

Riana se detuvo. Sus manos, que sostenían la carpeta con los documentos de divorcio, temblaban ligeramente. Su mirada se elevó lentamente, mirando el rostro del hombre que una vez amó con todo su corazón, el hombre que ahora solo dejaba heridas y un amor propio destrozado.

"¿Obediente?", Riana repitió suavemente, su voz ronca pero clara. "Ya he sido obediente, Septian. Incluso demasiado obediente... hasta que olvidé quién era yo".

Septian frunció el ceño, su tono de voz comenzó a elevarse. "¡Basta, Riana! No lo compliques todo más. Solo estás emocionada, ya te darás cuenta. El matrimonio no puede llevarse a cabo con un arrebato momentáneo".

Riana sonrió amargamente, sus ojos se enrojecieron conteniendo las lágrimas. "¿Matrimonio? ¿Crees que lo que tenemos hasta ahora todavía puede llamarse matrimonio? Me diste el talak, me humillaste y me dejaste sola en el hospital, incluso esta noche... te sentaste a cenar tranquilamente como si ya no hubiera lugar para mí. ¿A esto le llamas matrimonio?".

El rostro de Septian se tensó, su mandíbula se endureció. "¿De qué estás hablando?"

Riana lo miró profundamente y luego respiró hondo. Lanzó la carpeta en su mano directamente al pecho de Septian, sin ganas de explicar más. "Ya he hecho el acuerdo de divorcio. Solo tienes que firmar".

El sonido de la carpeta cayendo sobre el pecho de Septian sonó firme, resonando en la habitación que de repente quedó en silencio. Septian se apresuró a abrirla, todavía con la creencia de que esto era solo un juego de emociones, que Riana solo quería que le prestaran atención. Pero tan pronto como sus ojos leyeron cada línea, la sonrisa en su rostro se desvaneció.

Tragó saliva. Sus pies retrocedieron un paso, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Y uno de los puntos hizo que sus ojos se abrieran como platos, Riana solo exigía una manutención de cien rupias.

"¿Cien... rupias?", murmuró suavemente, casi inaudible.

Unos segundos después, Septian se obligó a reír. Una risa que sonaba discordante, temblando conteniendo el pánico. "¡Riana, el divorcio no es algo de lo que se pueda bromear!", dijo con un tono fuerte, tratando de sonar autoritario.

Riana no respondió. Su mirada permaneció fría y aguda, haciendo que la risa de Septian se sintiera vacía.

"Si no es una broma", continuó Septian con un tono más alto, "¿por qué aquí está escrito que solo exiges cien rupias de manutención? Esa es la prueba de que no lo dices en serio, Riana. Todavía me amas, ¿verdad?". Sonrió con sorna, tratando de enderezar el amor propio que comenzaba a desmoronarse.

Riana lo miró durante mucho tiempo, sus ojos brillaron húmedos. "Tienes razón", dijo en voz baja. "En verdad te amo mucho".

Septian levantó la barbilla, como si hubiera ganado, pero Riana no había terminado.

"Y debido a ese amor", continuó, su voz comenzó a temblar pero llena de dolor, "estoy dispuesta a ser engañada. Estoy dispuesta a ser avergonzada. Estoy dispuesta a ser amada unilateralmente. ¿Sabes por qué escribí que la manutención es solo de cien rupias, Septian?".

Se detuvo un momento, mirando a su esposo que ahora comenzaba a quedarse sin palabras. Las lágrimas corrían por sus mejillas, pero su sonrisa era amarga.

"Porque ese es el precio justo para un esposo que cambia su dignidad por lujuria. Solo quiero enfatizar... ese es el valor que tienes a mis ojos ahora".

La mirada de Riana penetró profundamente, haciendo que el pecho de Septian se sintiera como si estuviera siendo cortado por cada palabra que salía de los labios de esa mujer. Por un momento, no pudo hablar, ni siquiera pudo enojarse. El sonido de su respiración sonaba áspero, tratando de controlar la emoción que ya había explotado en su pecho.

"Riana...", su voz era ronca, pero el orgullo le impedía humillarse. "No sabes lo que estás haciendo. Soy tu esposo".

Riana lo miró con una mirada vacía pero fuerte. "Antes, sí. ¿Ahora? Eres solo un hombre al que una vez esperé frente a la puerta con el corazón lleno de esperanza y que resultó volver con pecado".

Sus pasos eran lentos pero firmes. Tomó la carpeta de la mano de Septian que todavía estaba rígida, luego la golpeó contra el pecho de ese hombre una vez más, esta vez con más firmeza dijo: "Firma, Septian. Antes de que realmente me harte de ver tu rostro".

Septian tomó la mano de Riana, pero la mujer la rechazó de inmediato. El contacto hizo que Riana retrocediera un paso, y por primera vez, su mirada estaba realmente entumecida, sin amor, sin ira, solo un cansancio sofocante en su pecho.

"No me toques más", dijo fríamente.

Septian gruñó, tratando de controlarse a sí mismo que comenzaba a tambalearse. "Riana, deja de comportarte así. Llevamos cinco años casados... ¿por qué te rindes ahora tan fácilmente?".

Riana sonrió amargamente, sus labios temblaron conteniendo las lágrimas. "¿Todavía preguntas por qué? Eres gracioso, Septian".

"¡Necesito una explicación, Riana! ¡No indirectas!", su voz se elevó, pero sonó más como el grito de una persona asustada.

"Bien, te daré una explicación", respondió Riana en voz baja pero aguda. Miró directamente a los ojos de Septian. "Ahora te pregunto. En estos tres días que no estuve... ¿me buscaste? ¿O fuiste más feliz?".

Septian contuvo el aliento, su pecho subía y bajaba. "Riana, no busques excusas. Sabes por qué te di tiempo para que te introspecciones. Debido a tu actitud inmadura... incluso hasta lastimar a tu propia hermana y a su hijo".

Riana se rió entre dientes, amargamente, sus lágrimas cayeron. "Entonces, ¿porque solo empujé a mi hermana, ya eres como un juez... hasta que me diste una sentencia empujándome hasta que choqué contra la pared y fui atendida en el hospital durante tres días?".

Septian se congeló. "¿Qué? ¿Fu… fuiste atendida? Eso no es posible. Ni siquiera yo…" Su voz se interrumpió repentinamente. Su mirada estaba vacía, su rostro tenso. Algo estaba surgiendo lentamente en su mente, como si un recuerdo que había estado reprimiendo durante todo este tiempo resurgiera repentinamente.

Riana lo miró, su mirada aguda y fría. "¿Por qué no continúas, Septian? ¿Ya recuerdas lo que me hiciste?".

Septian se mordió el labio, sus ojos temblaron, incapaz de hablar.

"Ese es el amor que me has dado durante cinco años", continuó Riana, su voz quebrada, llena de dolor reprimido durante mucho tiempo. "Amor unilateral. Amor que corta hasta que olvido quién soy".

Respiró hondo, como si reuniera sus últimas fuerzas. "Y no necesitas fingir más. La mujer que te ha gustado todo este tiempo... es mi hermana".

El rostro de Septian palideció. "Riana…"

"Te felicito, Septian", Riana retrocedió, sus lágrimas cayeron pero su mirada permaneció aguda. "Espero que puedan vivir juntos. Porque a mi hermana también le gustas".

Esas palabras se deslizaron como un rayo que partió el cielo nocturno. Septian permaneció en silencio congelado, el pecho se sintió oprimido, su rostro ya no dejaba rastros de la arrogancia que había mostrado antes. Sus manos que aún sostenían la carpeta temblaban, como si ya no supieran qué hacer.

Mientras tanto, Liliana, que escuchó la pelea de Riana y Septian, ahora comenzó a sonreír aliviada y orgullosa, "Resulta que la mujer que le gusta a Tian soy yo".

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