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Lo Que Debía Permanecer Oculto

Lo Que Debía Permanecer Oculto

Status: Terminada
Genre:Romance / Época / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:533
Nilai: 5
nombre de autor: MIS HISTORIAS

Kaela Norwyn nunca buscó la verdad. Pero la verdad la encontró a ella.
Tras la muerte de su madre, Kaela inicia un viaje hacia lo desconocido, acompañada por un joven soldado llamado Lioran, comprometido a protegerla… y a proteger lo poco que queda de un apellido que muchos creían extinto. Lo que comienza como un viaje de descubrimiento personal, pronto se transforma en una carrera por la supervivencia: antiguos enemigos han regresado, y no todos respiran.
Perseguidos por seres que alguna vez estuvieron muertos —y no por decisión propia—, Kaela y Lioran desentrañan un legado marcado por pactos silenciosos, invocaciones prohibidas y una familia que hizo lo impensable para mantener a salvo aquello que debía permanecer oculto.
Entre la lealtad feroz de un abuelo que nunca se rindió, el instinto protector de un perro que gruñe antes de que el peligro se acerque, y el amor contenido de un joven

NovelToon tiene autorización de MIS HISTORIAS para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 17

El vestido ya estaba listo, los últimos ajustes hechos, y el destino marcado: regresar al Vado Gris, donde tendría lugar la ceremonia simbólica del compromiso y donde Kaela comenzaría a asumir su papel ante los ojos del mundo.

Darel observaba todo desde la puerta del taller con los brazos cruzados, una expresión entre resignación, orgullo y dramatismo contenido.

—¿Seguro que no quieren que los acompañe? —preguntó por tercera vez—. Puedo ser útil en la organización: iluminación, disposición floral, secuencia musical en la entrada...

Kaela sonrió mientras ajustaba las correas de su bolso.

—Te agradezco, Darel, pero esta parte del viaje… debo hacerla como Norwyn.

—Y no como modelo de alta costura —añadió él, con un suspiro—. Está bien. Iré cuando el vestido sea necesario. Y solo si prometes no esconderlo bajo una capa aburrida.

Lioran se acercó, con su caballo ya listo y Niebla sentado con dignidad al pie del carruaje.

—Estás invitado, Darel —dijo con tono neutral, antes de añadir, sin cambiar el semblante—. Pero el sujeto no lo está.

El “sujeto” —es decir, el aprendiz— había estado merodeando alrededor con la excusa de llevar una lista de telas, pero tras ese comentario se congeló como una estatua de mármol. Darel abrió la boca para protestar… y luego la cerró. Miró a Lioran. Luego a Kaela. Luego a Niebla, que lo observaba con un ojo cerrado y el otro abierto.

—Sabes —murmuró el modisto—, este perro me está empezando a gustar.

—Es mutuo —dijo Eldran con sequedad, subiendo al carruaje sin esperar a nadie.

Kaela se volvió una última vez hacia Darel. Lo abrazó.

—Gracias por todo. Por el vestido, por los comentarios… incluso por el escote debatido.

—¡Fue hermoso, admitámoslo! —protestó Darel, pero la abrazó con fuerza—. Sé quién eres, Kaela Norwyn. Ahora el mundo también lo sabrá.

**

El viaje al Vado Gris fue más tranquilo que la ida. El paisaje familiar traía una nostalgia reconfortante. Los caminos serpenteaban entre colinas suaves y bosques ya conocidos. Al caer la tarde, decidieron detenerse en un claro donde corría un arroyo de agua limpia, con raíces altas que ofrecían sombra.

Kaela se sentó cerca del agua, estirando las piernas. Lioran estaba revisando el perímetro con rutina casi automática, y Eldran afilaba su cuchillo en silencio, con la misma precisión con la que afilaba sus pensamientos.

Y Niebla… Niebla, como siempre, exploraba.

Desapareció entre los árboles solo unos minutos. Regresó arrastrando algo en la boca.

—¿Qué traes allí, grandote? —preguntó Kaela mientras él se acercaba y dejaba con cuidado un objeto brillante a sus pies.

Era una perla.

No una común.

Era negra. Tan negra como la obsidiana, pero con un brillo interno suave y verdoso. Algo en ella parecía… vivo.

Eldran se acercó sin prisa. Cuando la vio, sus ojos se entrecerraron y su rostro cambió.

—Crisopraso —murmuró—. Una piedra rara. Muy rara. Difícil de encontrar… aún más cuando es natural.

—¿La conoces? —preguntó Kaela, tomándola entre sus dedos.

Eldran no respondió de inmediato. Tomó la piedra con cuidado, como quien toca un recuerdo.

—Era la favorita de tu abuela —dijo finalmente, sin mirarla—. Siempre decía que el negro con reflejos verdes le recordaba que lo oscuro también puede tener belleza.

Kaela sonrió con ternura.

—Entonces tal vez es una señal de que no debemos olvidarla.

—Tal vez —dijo Eldran, devolviéndosela—. Guárdala.

Pero cuando ella se giró para guardar la piedra en su bolso, Eldran se la pidió nuevamente con un gesto seco.

—Dame un momento. La limpiaré bien. Podría ser útil como amuleto.

Kaela asintió sin sospechar nada.

Pero Eldran no pensaba limpiarla.

Pensaba convertirla en un regalo.

Una joya especial. Personal. Un recuerdo de Aelira… y una bendición para Kaela. Pero aún no era el momento de decirlo. No hasta que su nieta estuviera lista para cargar con el símbolo de una mujer que también había sido Guardiana.

Eldran guardó la piedra en su bolsillo interior. La apretó un segundo. Y no dijo nada más.

**

Al caer la noche, el grupo retomó el camino. Silenciosos. Pensativos. Unidos.

Cada uno llevaba algo que el otro no sabía:

Kaela, un nuevo propósito.

Lioran, una promesa firme.

Eldran, una piedra y un recuerdo.

Y Niebla… la eterna vigilancia. Y quizás, un sentido del gusto impecable.

Especial: EL AMOR, LA MANTA… Y LA AMENAZA PELUDA

Diario mental de Niebla.

Título interno: “Crónicas de un perro que huele el drama a kilómetros”

**

8:02 a.m.

Sol, rocío y una hoja que me cayó en la nariz.

Situación: Nos preparamos para partir hacia el Vado Gris.

Problema: Lioran está demasiado cerca de Kaela.

Peor aún: Ella no se da cuenta. O finge que no se da cuenta.

Yo sí me doy cuenta.

Desde que dejamos la ciudad, este humano no se ha separado de ella. Que si le acomoda la capa, que si le alcanza agua, que si "yo vigilo mientras descansas"...

¿Ah, sí, campeón? ¿Tú vigilas?

¿Y entonces yo qué soy? ¿Un adorno? ¿Una estatua? ¿Un peluche glorificado con ojos tristes y baba distinguida?

11:15 a.m.

Nos detenemos a descansar bajo un árbol. Kaela se sienta. Lioran… también. Demasiado cerca.

Empieza a quitarle ramas del cabello.

¿Y qué hace ella?

Se ríe.

Se ríe como si él no fuera claramente un posible riesgo nacional.

Bip, bip, alarma emocional: proximidad no autorizada detectada.

Yo me levanto.

Camino.

Me siento justo en medio.

Coloco mi trasero glorioso entre ambos.

Kaela lo acaricia. Bien.

Lioran suspira. Mejor.

Se levanta para caminar un poco. Victoria.

12:42 p.m.

Aparece el aprendiz.

Ese mismo. El que conocimos en Velkaris.

Cara de enamorado. Manos torpes. Sonrisa boba.

No, no, no.

Lo veo llegar con un papel. Se detiene frente a Kaela.

—Kaela, traje el boceto que Darel olvidó. Te lo quería mostrar… personalmente.

¿Personalmente? ¿PERSO-NAL-MEN-TE?

Permíteme mostrarte cómo lo tomo yo, personalmentemente.

Me levanto.

Camino lentamente hacia él.

Me paro frente a su rodilla.

Le clavo la mirada.

Ojos de juicio eterno.

Él intenta sonreír.

—¿Niebla? ¿Todo bien, campeón?

Le resoplo en el zapato.

Retrocede. Tropieza con una raíz. Casi cae.

Yo me siento, muy digno.

Misión cumplida.

3:18 p.m.

Kaela está hablando con Eldran.

Lioran la observa desde una distancia "estratégica".

Lo conozco. Está armando frases en su mente como:

"¿Es este el momento para decirle lo que siento otra vez?"

"¿Y si le ofrezco otra manta? Esta vez con costuras reforzadas de devoción?"

Lo oigo pensar, lo juro.

5:46 p.m.

Encuentro algo brillante. Bajo un árbol. Huele a tierra, pero también a algo… más.

La traigo en la boca.

—¡Niebla! ¿Qué traes?

Es una perla negra. Bonita. Misteriosa.

La dejo a los pies de Kaela con toda mi elegancia.

Ella la recoge.

—¡Qué hermosa! ¿Qué será?

Eldran se acerca. La ve. Sus cejas se alzan.

Y en ese momento lo supe: esa piedra vale más que el ego de Darel en una pasarela.

El abuelo la guarda en silencio. No le dice nada a Kaela.

Pero me guiña un ojo.

¿Me guiñó un ojo?

Eldran y yo ahora compartimos un secreto.

Perfecto. Él no es tan malo.

7:20 p.m.

Kaela está escribiendo en su diario. Lioran está afilando su espada.

Todo está en paz.

Yo estoy echado entre ambos.

Físicamente entre ellos. Literalmente. Como siempre.

Porque si alguien se atreve a dañar a Kaela…

O a mirarla de más…

O a susurrarle un poema sin aprobación perruna…

Se las verá conmigo.

Soy Niebla.

Soy peludo, soy fuerte, y tengo más juicio que tres humanos y medio.

Y aunque aún no apruebo por completo a Lioran…

Empiezo a entenderlo.

Porque cuando ella sonríe, hasta yo me derrito un poco.

Pero shh.

Eso no lo sabe nadie.

Final del día:

Si mañana me despierto y no hay beso sin supervisión,

y el aprendiz sigue a cien metros de distancia…

Será un buen día.

 **

La descripción de Niebla es solo para agregar un poco de humor. Espero esté gustando 😊

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